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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.

viernes, 12 de junio de 2020

MÚSICA Y DANZAS EN EL DIARIO DEL VIAJE DEL PRESIDENTE ORBEGOSO AL SUR DEL PERU - 1834



                Publicado por primera vez en 1924 con el título original de Diario de la marcha que hace su excelencia el presidente provisional de la república peruana Don Luis José Orbegoso a los departamentos del sud, este importante trabajo del cura quiteño José María Blanco es el diario de viaje que el entonces presidente Orbegoso realizó desde Lima hasta el Cusco entre el 11 de noviembre y el 26 de diciembre de 1834 (En el Cusco permaneció por lo menos hasta el 20 de enero de 1835, última fecha del diario). Este “diario de campaña” (“campaña” tiene una connotación militar y se justifica por el contexto histórico del momento) fue calificado por Basadre como “una viva enciclopedia del Perú meridional”.

En lo que sigue intentamos rescatar la valiosa información que en él se encuentra referida a música y danzas de los lugares que fueron visitados. En verdad las notas son escuetas pero nos muestran un panorama ignorado por la incipiente historia musical del Perú, aquejada de “Lima-centrismo”. En el Diario se encuentran referencias a danzas como la zamacueca, el panalibio, el toromata, consideradas como limeñas –o, en todo caso, costeñas– bailadas en el Cusco. William Topmkins en Las tradiciones musicales de los negros de la costa del Perú ha sido el único en señalar esto:

La más antigua referencia conocida que se ha encontrado es de alrededor de 1834 y se encuentra en el diario de José María Blanco, quien describe los tres días de canto y baile que acompañaban los matrimonios en el Cusco e incluían la bomba, el tormata (sic), el llanto y la zamacueca. El “tormata” se describe como teniendo muchas fugas (Tompkins 2011: 151).

No son referencias únicas ya que el viajero francés Paul Marcoy también las cita unos años más tarde.  

En el Diario hay referencias a danzas de diablos que se acompañan con “quijada de burro, caja y guitarra” (en 1904 Adolfo Vienrich también las describe como bailadas en Tarma) y también danzas como el “pachac-ángel” y danzantes de tijeras que no se encuentran en un contexto ritual, sino festivo y de diversión. La asociación de la danzas de tijeras con la religión al parecer es un constructo posterior.

 En diversas ocasiones menciona la presencia de “orquestas” pero lamentablemente se obvia indicar su conformación instrumental y los géneros musicales interpretados. También se mencionan los “jaruaes” o “yaruaes”, que podrían ser los “harauis” campesinos diferentes a los “yaravíes” que también son mencionados.

                Esperamos que este material sea de provecho para los interesados en la historia de la música peruana.

1834

NOVIEMBRE 

12
Alcaldes de Lurín y Hacienda San Pedro
La negrería de la hacienda, que acostumbra finalizar sus trabajos diarios dirigiendo sus preces al cielo, entonó en variados cantos, himnos eclesiásticos, que si no se hubiesen oído y visto, que los que los entonaban eran los mismos seres degradados que forman las grandes fortunas de los que tuvieron más maña que ellos, para esclavizarlos, era de creer que espíritus celestiales los entonaban; tal era la cadencia, y sonido suave y diferentemente modulado que afectaba sentidos. S.E. se conmovió de la miseria de estos infelices, y bañándose sus ojos en lágrimas de dolor, se desquitó con prodigarles cariños. Pasada esta escena de dolor y tranquilizado S. E. se retiró a dormir haciendo lo mismo su familia (p.10).

13
Viaje a la hacienda de Bujama—pueblo de Chilca
Concluido éste, paso hasta Chilca distante otras cuatro leguas de la Cruz de Hueso, donde fue recibido de fiesta, y cortejado por los chilcanos, que no satisfechos con haber formado muchos arcos en el pueblo, cubiertos de banderas y cintas, salídole al encuentro y vitoreádole continuamente, le presentaron un concierto de música, compuesto de dos arpas, un violín, un clarinete y violón, a cuyo compás le cantaron una aria, que si no es arreglada a los preceptos del arte, era conforme con la alegría de que se hallaban poseídos, teniendo en su país, al que poco ha les había confinado la tempestad que iba a sepultarlos en un abismo de males. Los versos son los siguientes:

"Sólo por saludarte            1
nuestra venida ha sido,
goces de felicidades,
 por eternos siglos.

De tu feliz ventura              2
estamos complacidos,
y tu buena dirección
en honor nos ha sido.

Que goces felicidades       3
en un libre albedrío,
pues nos favoreces
hoy muy benigno.

Todos en alta voz,               4
con una voz excesiva,
así hombres como niños viva,
su excelencia, viva.

Mil parabienes te damos   5
oh héroe esclarecido,
goces de felicidades
por eternos siglos".
(p. 10-11)
14
Casa Blanca
Inmediatamente una compañía de granaderos del batallón Defensores de la ley mandado por el benemérito señor coronel Don José Domingo Casanova, que estaba de marcha hacia Ayacucho, llegó a hacerle la guardia, la que, habiendo sido despedida, dejó la música que llevaba consigo para que aumentase la alegría común. (p. 13-14)-
17
Cañete
No bien entró en ella cuando una orquesta de música acalló las vivas de la multitud. El bello sexo que se había reunido allí principió, como acostumbra, a poner en ejercicio sus gracias, que afectaron los ánimos de los concurrentes, luego regalaron a S. E. flores y a poco tiempo entonaron canciones.
(…)
A las siete de la noche principió el baile, el que lo rompió con un vals S. E. acompañado de la señorita hermana del señor general O'Higgins. Duró éste hasta las once de la noche, en que S. E. se retiró con toda su comitiva a Montalván. A las siete de la mañana se levantó S. E. para seguir su marcha al pueblo de Lunahuaná, distante ocho leguas de la villa de Cañete. A las ocho le sirvieron un abundante y lucido almuerzo, y estando para montar le cantaron las señoras una canción patética, que enterneció a S. E. y afectó a muchos de los de la comitiva que estaban ya montados, esperando sólo que montase S. E. para salir de Montalván. (p. 16)

23
Huancavelica
Llegó S.E: a esta villa a las cuatro de la tarde, atravesando por en medio de un crecido pueblo que había salido a su encuentro. (…) felicitaron a su excelencia en continuos y expresivos brindis, manifestándole su adhesión. Terminada ésta se levantó S.E. a gustar de la sociedad de las señoras y entretenerse con el baile de los danzantes, y la música que no cesó de tocarse desde su arribo hasta muy entrada la noche en que se retiró a dormir (p. 25).

26
Llegada y salida del pueblo de Pucará
(…) sus infelices habitantes salieron a recibirlo al camino, haciendo retumbar los cerros y las desiertas punas de su país natal con su algazara, tambores y bailes (p. 39-40).

27
A las ocho de la mañana se puso S.E. en marcha para el pueblo de Acobamba, después de haber almorzado, despidióse, y recibió el obsequio de los bailes de los danzantes, que no durmieron toda la noche tocando sus arpar [arpas] y pitos (p. 40).

Recibimiento de S.E. en Acobamba
Casi la mayor parte de personas visibles salieron a encontrar a S.E. en Acomachay, y sucesivamente se iba aumentando la comitiva, interpolándose en ella las diversas bandas de danzantes, que con sus bailes y vivas hacían retumbar los cerros.
(…) Se alojó en una casa lujosamente amoblada, donde le obsequiaron con profusión. La orquesta de música que estaba a la puerta de la habitación donde tenían dispuesta la gran mesa, permaneció tocando hasta muy entrada la noche en que se retiró a dormir S.E. (p. 41).

29
Recibimiento de Huanta
A una legua antes de Huanta se hallaba el cabildo, el cura y, los diputados por Huamanga para felicitar a S. E. con muchas personas decentes de la población. Luego que se acercó a ellas S .E. echaron todos pie a tierra y lo saludaron. Desde aquí estaban apostados de trecho en trecho arcos dispuestos con lujo y al pie de ellos partidas de pacha-ángeles, que son unos danzantes vestidos de sombreros grandes y tijeras en mano, con que llevan el compás de la caja y pito o de la música (p. 43).

Villa de Huanta
El templo pobre y falto de decencia. Sus ornamentos son viejísimos.
El órgano que tiene es chico, y como no está concluido el templo, está colocado en el crucero fronterizo a la capilla del Rosario (45).

DICIEMBRE
Salida de Huanta
A las seis de la mañana estaba en pie S. E. esperando que cargaran para seguir su marcha a Ayacucho. (…) Las calles del tránsito estaban ricamente adornadas. Hubieron muchos danzantes y un acompañamiento numerosísimo. El adorno de las calles se extendió a más de una legua (p. 47).

Pueblo de Pacaicasa
(…) salieron a recibir a S.E. todos los habitantes. Las calles estaban ricamente adornadas. Hubieron 16 arcos, muchos cohetes, camaretas y repiques. Dos partidas de danzantes y pachac-ángeles extendían a grandes distancias la alegría. Con este acompañamiento llegó S. E. a la casa destinada por el cura para su alojamiento, la que tenía una orquesta de música, y estaba adornada de colgaduras, sitial, y cubierta con una mesa llena de dulces exquisitos y fruta; luego que sea apeó S. E. y fue cumplimentado se le sirvió una abundante y delicada comida. Acabada ésta tuvo que admirar S. E. y su comitiva la destreza y barbaridad de un pachac-ángel que con la tijera que tenía en la mano se hacía incisiones en la lengua y en los carrillos (Id.).

Llegada a la ciudad de Ayacucho
Muy a lo lejos se descubrieron las llanuras de la ciudad de Ayacucho desde donde con los rayos reflejados del sol se conocía que estaba cubierta de gente vestida de lujo, y que había una caballería lucida. (…)
El señor general prefecto don Domingo Tristán estaba a la cabeza de más de ochocientos montados, entre quienes se hallaban los Cabildo eclesiástico y secular, los rectores de la universidad y seminario, los doctores, colegio, eclesiásticos, y personajes de lo civil, eclesiástico y militar del primero y segundo orden.
Fuera de ese lucido concurso el resto de los demás particulares compuesto de todas las clases de la sociedad, hacía un contraste asombroso por la variedad de vestuarios y adornos. Divididos en diferentes grupos, unos vivaban, otros entonaban canciones patrióticas, y todos juntos saludaban al salvador de su Patria.
(…) Desde aquí hasta la ciudad principiaron los arcos, que ascendieron a 200, muchos de ellos compuestos con plata labrada, y todos con flores, espejos y banderas. La numerosa comitiva de a caballo y de a pie que acompañaba a S. E. no cabía en las calles obstruidas con danzantes, música y tiradores de cohetes (p.48).

AYACUCHO
Tan luego como se acercó S.E. a la ciudad, que fue a las 12 del día, principiaron los repiques de campana. La tropa tendida en dos alas que formaban calle en la distancia de seis cuadras, le presentó las armas batiéndole una marcha con las dos lucidas bandas de música, y de todo los balcones salían palomas encintadas, mixturas y esencias (p. 49).

2
Reconocimiento de la ciudad
A la ocho de la noche principió el baile que le dio el señor prefecto, el que duró hasta las tres de la mañana. Aquí las señoras ayacuchanas desplegaron las gracias de un modo nada común a los países interandinos. Rompió el baile Su Excelencia con la señora doña... [en blanco] y las señoras ... [en blanco] cantaron arias y oberturas de Rossini (p. 54).

8
Llegada al pueblo de la Quina
Aquí fue recibido con trasportes de alegría. Una legua antes del pueblo principiaban los arcos que ascendieron a 50 y en cada uno de ellos estaban apostados danzantes y pachac-ángeles, que cantaban a S. E. en el idioma indio canciones análogas a la celebridad (p. 55).

9
[Décimo] aniversario [de la batalla de Ayacucho]
No bien se dejó ver el sol, dorando las escarpadas cimas de los Andes, cuando una descarga triple saludó al gran día de Ayacucho. Las bandas rompieron las dianas, y la música con sus marchas patrióticas hicieron resonar el vasto desierto que a los diez años se sentía otra vez conmovido con el estruendo del cañón. (Id.).
(…)Terminado el almuerzo montó S. E. a caballo y con la lucida comitiva volvió a recorrer el campo, dirigiéndose a la cuchilla del cerro por donde bajaron los españoles, la que trepó y llegó a su cúspide donde el año 24 estaba el virrey La Serna y su gran ejército. Los soldados entregados a la diversión bailaban juntamente con los paisanos y con los danzantes. De suerte que el solitario llano de Ayacucho parecía en este día una ciudad popular.
(…) En medio de la comida hubo brindis y alocuciones enérgicas. Duró la mesa hasta las seis de la tarde, en que salió S. E. a ver llegar el ejército, precedido de danzantes, y seguido por más de cuatro mil paisanos (p. 56).

Usos y costumbres
Tiene ésta como todas las ciudades sus usos y costumbres singulares. En sus diversiones y fiestas públicas bailan los indígenas de huailias, danzantes, panalibios y diablos. El baile de las huailias es reducido a que las mujeres vestidas de lujo con paños blancos y azucenas grandes de papel en las manos bailan acompañadas de los hombres, que llevan sonajas, cantando versos. Esto lo hacen en la navidad a presencia del Niño Dios.
Los danzantes son indígenas, que vestidos de calzón colorado, con sombreros redondos de alas muy grandes, llenos de plumas, chupines galoneados con muchos bobos de gasa y encajes cubiertos de cintas de todos colores con zapatos de igual clase, bailan con tijeras en las manos, llevando el compás de la música.
Los panalibios llevan un monigote, que baila la contradanza, haciendo mil estorciones [sic.], iguales a las que hacen los bailarines.
Los diablos se visten de varios colores y cuernos, llevando todos ellos espuelas grandes en los pies y quijadas de borrico en las manos con campanillas, acompañando con todo esto el compás de la caja y guitarra con que bailan.
Tienen la costumbre en Todos los santos, [1° de noviembre de cada año], de beber sólo vino, y comer pasas, higos secos, maní, frijoles y maíz tostado y reventado, que llaman confites.
En los jueves llamados compadres y comadres, mandan decir sus misas a los santos como a compadres suyos, poniendo sus quillas y colgaduras en los templos; terminadas éstas van con la comitiva que los acompaña a comer y beber en sus casas. En la navidad y en todo el invierno hacen sus paseos a todas las huertas que circuyen la ciudad, en las que forman sus grandes merendonas, y comen las delicadas frutas de hueso de que están cubiertas éstas.

DE AYACUCHO A ABANCAY
15
Suceso del pueblo de Tambillo
Llegó S.E. a este pueblo a las once del día, acompañado de la mayor parte de los indios de la comarca, quienes los recibieron con banderas, repiques y danzas (p. 74).

17
Tejahuasi
Todos los individuos de las parcialidades de indios estaban de fiesta y muchos ellos vestidos de danzantes con cajas, pitos y guitarras (p. 78).

18
Pueblo de Talavera
Luego que llegó S. E. al río lo saludó el pueblo con un viva pronunciado simultáneamente por más de seis mil individuos: inmediatamente empezaron los danzantes a bailar, y poniéndose el pueblo por un extremo y otro del Camino le formaron una ancha calle, por la que pasó vivado, cubierto de flores y acompañado de más de seiscientos montados, llevando por delante más de doscientos danzantes, y quinientos jóvenes que con banderas y flores en las manos iban poblando el aire de vivas y aclamaciones hacia S. E. Al acercarse al pueblo principiaron los repiques y camaretas (p. 82).

Llegada a la villa de Andahuailas
Las campanas, cohetes y camaretas ahogaban el grito universal, y el sonido de las músicas apostadas en muchas calles no podía ser percibido por la muchedumbre. De este modo, y en medio de danzas, cánticos y aclamaciones entró S. E. a la villa de Andahuailas a las seis y cuarto de la tarde, y hospedó en la casa del subprefecto (p. 84).

20
Salida de Andahuailas
Luego que terminó el alimento se levantó S. E. de la mesa para agasajar a todos los que se le acercaban. Al cabo de dos horas emprendió de nuevo la marcha, precedido de muchos danzantes, niños con banderas en las manos y ramos de flores, y una orquesta de música (p. 92).

[Lucubamba y la hacienda Pincos]
En Lucubamba, media legua antes de la hacienda de Pincos, estaban todos los inquilinos vestidos de danzantes con tambores, arpas y violines, y unas peruanas bien vestidas cantando sus yarues. Todo el camino estaba cubierto de quilles, y de dos arcos adornados de espejos y banderas. Luego que se acercó S. E. allí principiaron a tirar cohetes, e incendiar las camaretas que de trecho en trecho las tenían apostadas. Con esta compañía y bulla entró S. E. a las doce y media del día a la hacienda de Pincos, que estaba ricamente adornada. En ella les sirvió el hacendado una lucida mesa, y a las dos horas después emprendió de nuevo la marcha para Huancarama, acompañado de los mismos danzantes, y atravesando por un largo trecho cubierto de quilles.
(…) En el abra de San Gabriel, que es el pico de un cerro, por donde baja el camino real para Huancarama, y que está una legua antes que él, se postaron para recibir a S.E. el gobernador don Paulino Peralta, la honorable municipalidad, el cura interino don Manuel Navarro, y las personas visibles de la población. Con ellos estaban los danzantes, y muchos indios con banderas en las manos, prevenidos de cajas, pitos, camaretas y cohetes. Desde aquí al pueblo pusieron veinte quilles adornados de ramas, flores, frutas y viscachas, y doce arcos cubiertos de géneros, flores, banderas y espejos (p. 94).

[ABANCAY Y CURAHUASI]
21
Llegada a la villa de Abancay
En este puente también fue el punto de reunión donde aguardaron a S.E. los diputados del Cuzco, doctor don Miguel Araníbar, don Fermín Miota, don Juan Moscoso, y coronel don Mateo Estrada, los subprefectos de Abancay, don Gregorio Quintana, don Manuel Venero, la municipalidad de Abancay, el gobernador del distrito don Julián González, el cura Vicario de Abancay don Marcelino del Castillo, los presbíteros residentes en esta doctrina don Mariano Castro, don Jacinto Bolaños, don José Domínguez, español y don Julián Acuña, y los señores de viso de la villa, cuyo número ascendería a doscientos montados. Entre este numeroso concurso habían más de cien danzarines distribuidos en parcialidades con tambores, clarines, pitos, arpas y guitarras.
(…) No bien se acercó S. E. al puente, cuando la comitiva que estaba formada en dos alas, lo saludó, e incorporándose en la ya numerosa que traía, siguió con él el camino que faltaba hasta Abancay, el cual estaba cubierto de gente, y de indios con banderas en la mano, que formando una falange con los músicos y danzantes embarazaban el paso. A mucha distancia se oían los repiques de campanas de la población y el gran bullicio que había en ella, el que a la entrada se confundía con el estrepitoso ruido de las camaretas, castillos, cohetes y ruedas de soga (p. 100).


23
Hacienda de Ccacho
S. E. no siguió el camino de La Banca, sino el de la hacienda de Ccacho, que es más corto, adonde llegó transido de sed y ahogado del calor a las once y tres cuartos del día. En ésta lo recibieron de fiesta, habiéndole puesto en el tránsito veinte quilles, cubiertos de ramas, flores y banderas de todos colores. En medio de la cuesta estaban dos danzantes, los cantores de yaruaes, con cajas, pitos y arpas, y armados de cohetes, que casi ocasionan desgracias. La casa estaba adornada de colgaduras, y llena de los sirvientes, colonos y forasteros que habían concurrido a la novedad (p. 115).

CUSCO

24
Recibimiento de Limatambo
Desde esta hacienda, que está una legua antes de Limatambo, hasta esta población, hubieron cincuenta arcos vestidos de flores, frutas y banderas. Desde aquí estaban apostadas de trecho en trecho las partidas de danzantes, vestidos de distintas clases y con variedad de invenciones, habiendo entre ellas cantoras de jaruaes bien adornadas con música, y muchas bailarinas.
(…) Luego que los de la Huaironca divisaron a S. E. tiraron cohetes, que sirvieron de señal para que los danzantes y cantoras principiaran a hacer resonar con su algazara y bulla las elevadas peñas de la quebrada. Con esta bulla entró S. E. a Limatambo a las dos y media de la tarde, cubierto de flores, que por todas direcciones le tiraban las señoras y los niños (p. 120).

25
[Zurite]
Cuatro cuadras antes de la entrada del pueblo estaba una partida de peruanas solteras, cuyo número ascendía a cincuenta vestidas a usanza de las antiguas ñustas de los incas, quienes cantaban yaravíes recordando -las glorias de su nación, y aplaudiendo a S. E. por haber sido el restaurador del orden y de la ley (p. 125)              

26          
Entrada de S.E. al Cusco
Las ocho parroquias en que está repartido el Cuzco se habían hecho un deber en competir en las galas, en las invenciones y bailes, que le presentaron a su ilustre huésped. Entre la muchedumbre de estos danzantes sobresalía-la catorcena de peruanos, que, vestidos lujosamente con insignias reales, al uso de sus antiguos soberanos, vivaban continuamente a S. E. cantándole yaravíes, que compendiosamente relataban las glorias de su abatida nación, y los infortunios y desgracias que habían sufrido después por tres centurias (p. 132).

(…) Las calles, vistosamente adornadas, fueron cubiertas de orquestas de música y de los batallones Ayacucho y Libres, que puestos en dos alas le batieron marcha y le hicieron a S. E. los respectivos honores. No se podía transitar por ellas sin ser estropeado del inmenso gentío, que, atraído por el entusiasmo, presentaba en sus semblantes y en el aseo y diversidad de sus vestidos la escena más animada e interesante. Las ocho parroquias en que está repartido el Cuzco se habían hecho un deber en competir en las galas, en las invenciones y bailes, que le presentaron a su ilustre huésped. Entre la muchedumbre de estos danzantes sobresalía la catorcena de peruanos, que, vestidos lujosamente con insignias reales, al uso de sus antiguos soberanos, vivaban continuamente a S. E. cantándole yaravíes, que compendiosamente relataban las glorias de su abatida nación, y los infortunios y desgracias que habían sufrido después por tres centurias (p. 133).

(…) entró con mucha dificultad al templo, donde estaba también apiñada la gente. A fuerza de trabajo y gastando mucho tiempo llegó al altar mayor, donde dieron gracias al Todopoderoso en un solemne Te Deum, que con música pausada cantaron los señores canónigos por su feliz arribo; durante cuya ceremonia permaneció S. E. hincado en un rico cojín de terciopelo carmesí orleado de franja y fleco de oro. Concluido este acto religioso salió S. E. del templo para su alojamiento al que no pudo llegar en mucho tiempo, no obstante estar éste a una cuadra de distancia de la catedral. (p. 134).

(…) Este día terminó en trasportes de alegría y contento. La música se retiró a las once de la noche, y S. E. se recogió a dormir a las doce y media. El día 29 fué dedicado a la misa de gracias, a la que asistieron todas las corporaciones civiles, eclesiásticas y militares, y un inmenso gentío, que no se cansaba de ver y vitorear a S. E. Las calles que permanecieron adornadas fueron cubiertas de danzantes, y la plaza tenía en su centro las tropas con su música, y la artillería, que por tres ocasiones hicieron sus salvas.
Terminada la solemne misa, principió el Te Deum que duró como media hora por lo pausado y cadencioso del canto y la música. Tan luego como se concluyó este acto religioso, pasaron todas las corporaciones al Palacio, y allí arengaron a S. E. (Id.).

1835

Enero
3
El día tres de enero de 1835, el batallón Libres de Arequipa de que es coronel el benemérito señor don José [sic] Pezet, queriendo perpetuar la memoria de este día, que en el año pasado de 34, restituyó al Perú en las fortalezas del Callao la dignidad que había estado a pique el perderla si hubiese triunfado el ex-presidente Gamarra, dio un brillante baile en el Palacio, al que concurrió el bello sexo cuzqueño a manifestar sus gracias.
A las diez de la noche principió el baile porque la fuerte lluvia que principió a las seis de la tarde, duró sin intermisión hasta entonces, privando a las señoras el que concurriesen a la hora de estilo. Más no obstante algunas llegaron temprano transportadas en sillas de mano. Por esto siguió el baile hasta las seis de la mañana, en que se terminó con un abundante y lucido ambigú.
En él, las señoras lucieron a competencia sus adornos y gracias, cantando, tocando la vihuela y bailando con destreza. La primera que rompió el baile con S. E. fue la madama del señor coronel Martín Gabino Concha, señora doña Teresa Argüelles. En seguida salió a bailar el señor diputado por Lampa cerca de S. E., don Manuel Mariano Basogoytia, de quien por ser chico de cuerpo y estar allí a lo riguroso diplomático con calzón formaron crítica los señores concurrentes y se rieron con disimulo (p.139-140).

9
(…) El día 9 fue convidado al examen de las Educandas, cuyo colegio está dirigido por su rectora la señora doña Catalina Zegarra, en el que fueron examinadas las niñas en el dibujo y música (p. 140).
(…) El colegio estaba cubierto de todas las personas de rango y distinción, que faltaron asientos en la gran sala donde se dieron estos exámenes. Terminada esta arenga principiaron las niñas a tocar el piano y la vihuela con tanto gusto y admiración de los concurrentes que muchos se sensibilizaron y derramaron lágrimas. La función duró mucho tiempo y finalizó con un espléndido deser.
(…) Las calles por donde había de pasar S. E. las mandó componer el señor subprefecto. Así es que estaban llenas de colgaduras y banderas. A las diez del día partió S. E. acompañado por todos los personajes del Cuzco, y paseó con ellos el cerro, que estaba cubierto de danzantes y de un inmenso pueblo, y donde el señor subprefecto Ceballos había dispuesto una gran ramada cubierta de damasco, y de asientos, y de una magnífica mesa llena de fruta, dulces y licores exquisitos, de todo lo que gustó S. E. y su comitiva, y a las tres de la tarde se restituyó a su palacio (p. 141).

19
El día 19 fue convidado S. E. a la parroquia de Santa Ana a ver los exquisitos cuadros que tiene su templo y fue recibido con danzas, cohetes y repiques, y obsequiado con un espléndido deser por el venerable cura de ella don Buenaventura Bocangelino, eclesiástico respetable y benefactor del Cuzco (p. 142).





[TAMBOS, ALIMENTACIÓN, IDIOMAS Y FOLKLORE]
Clases de artistas y artesanos
La música está atrasadísima. Algunas mujeres instrumentarias [sic.] suelen subir mescladas con los hombres a los coros a tocar con ellos los instrumentos (283).
Costumbres
Los casamientos se celebran con tres días de función y bailes; los más favoritos son los bailes llamados la bomba, la tormata, el llanto y la zambacueca. También bailan contradanzas, minués, paspiés y valses.
La bomba la bailan imitando a los borrachos y la tormata es un baile alegre con muchas fugas (p.285).

En la Pascua de Navidad forman sus nacimientos en casi todas las casas. (…) Los que tienen proporciones hacen que los sacerdotes canten delante de sus nacimientos la salve, que la entonan con música, brindándoles después buenos refrescos, dulces y chocolates; y los que no las tienen, se contentan con rezarla; y unas y otras se entregan a la diversión. Estos velorios son conocidos con el nombre de Ccochuricui, que quiere decir, tunar, pasando buena noche.
Desde la Pascua de Reyes principian a jugar carnaval con harina de almidón, aguas de olor y confites de anís. Desde el jueves llamado de Compadres principian a hacerse mutuamente sus convites y bailes y desde entonces andan los hombres vestidos de blanco, y armados de talegas, donde llevan harina, confites, y cascarones de aguas de olor. Desde el jueves de Comadres montan a caballo, y andan jugando por todas las calles. En los tres días de carnaval el sitio destinado para el juego es la Calle Nueva, camino para Piccho, cuyos balcones, ventanas y puertas están ocupados de las señoras. Muchos van a esa colina a jugar, cantar y bailar la cachua.
El día del Corpus adornan las calles con muchas colgaduras y cuadros. Bajo los hermosos altares que hacen los gremios de los artesanos, velándolos con música por la noche están los indios tomando chicha, cuyo efecto se deja ver en las anchurosas acequias que corren por debajo de ellos. Al costado de estos altares hacen las vendedoras sus toldos, donde bailan y comen el afamado Corpus-ucho, que es un compuesto de papas con ají, mucha especería, chorizo y conejo, el que con un pan y una servilleta de maíz tostado vale medio (p. 285-286.).

El Cacharpari se reduce a ir al camino a dejar en él al que va de viaje, llevando para esto licores, guitarra y cantoras que dicen versos en idioma indio, a cuyas terminaciones cantan los concurrentes un estribillo de guaguayai, después comen, beben y se despiden. Los versos que regularmente cantan en estas despedidas son los siguientes:

Huac urpi ccarcan
sumac urpi,
chami  cunan saqueriguan
umiscaita miyaguspa

Maitafiacha puricusccan
mayu-hina caparispa
si huañusacpas canraicco
hay huaifalitay huifala

Chaupi-tuta hualpa huaccai
puncui-qui muyuscani,
si huañusapas canraicco
ay huifalitay, huifala.

Llusca-pata chaupinpichus
mamallaica huachahuaic
lupan-huaira chayarictin
maqui-quitnan urmansipac,
si huailusacpas canraico
ay huifalitay huifala.

Cuya traducción es la siguiente:

Hubo una paloma,
hermosa paloma
esa es la que ahora me ha dejado
asqueando el bocado que le daba

Donde estará ya andando,
sonando como el río,
si he de morir por vos
güifalitay huifala.

A la media noche,
cuando cante el gallo
yo a tu puerta
daré vuelta llorando,
si he de morir por vos
ay güifalitay huifala.

Si en medio de una ladera resbalosa
me pariría mi madre,
porque al menor viento que hay
caigo a tus manos:
si he de morir por vos
ay güifalitay huifala. ( Ab último).
(p. 288).

Bailes de los indios
Los bailes más comunes de los indios en sus festividades y principalmente en el día del Corpus Christi son el de los danzantes, chunchos, ñustas, sacsampillo, chiguaco, mamalas, huaillas, el chucho, el tinti castaño, el taipi-taipi, el francés baile, negrillos, Muñoz marcha, los monos, los venados y las huailillas.

Los danzantes son indios vestidos como imágenes, que llevan plata labrada en la cabeza como una torre, que tienen cascabeles a los pies: bailan con paso mesurado y al son de la caja y pífano.
Los chunchos, a quienes llaman chunchutusoc se visten a la usanza de los indios montañeses, con plumas en la cabeza, medio desnudos y pintados de colorado. Bailan con clarines y cajas.
Las ñustas son indias jóvenes vestidas con lujo a la usanza de sus antiguas princesas. Estas bailan con harpa cantando la gloria de su nación.
Los sacsampillos se visten de trapos andrajosos a los que tienen cosidos carrizos. Estos llevan chicotes en las manos, llamados zurriagos, y bailan con caja y quena.
Los chiguacos se visten de pájaros con picos grandes imitando a las chaiñas. Este baile es muy bullicioso y para esto usan caja y clarín.
Las mamalas es baile de indias vestidas con aseo y tapadas con paños blancos la cara; lo bailan con música.
Las huailias es también baile de mujeres  vestidas con muchas mantillas y llenas de cintas, lo bailan cantando con guitarras y violín.
El chuccho es un baile disparatado, en que arremedando a un terciamiento que lleva por bastón un árbol, lo tiran al suelo y los fingidos médicos que van con él le echan lavativas, haciendo para esto, ellos y el paciente, mil contorciones; bailan sólo con cajas
El tinti – castaño, es un baile en que los indios se visten de mojigangas montados en caballos de caña  que tienen a un extremo [cabezas de] un caballos de pastas o badana; lo bailan al son de un tambor chico. El tocador de éste instrumento es el único que va de casaca morada.
El taipi – taipi es el baile en que vestidos los indios de libra y turbantes con grandes plumeros en ellos, lo bailan con caja y pífano.
El francés baile, se visten los indios a la europea y lo bailan con música.
Los negrillos es un baile en que se visten los indios de blanco con máscaras negras y gorra, llevando chicotillos en las manos y tocando ellos mismos el arpa y el violín, que lo acompañan con un torno que parece matraca, acompasando con éste el sonido de su música.
El Muños marcha consiste en vestirse los indios de blanco con máscaras, turbantes y espadas en mano; lo bailan con compás y a manera de contradanza, pasando las parejas de un lado a otro; para esto llevan buena música
Los monos son indios vestidos a manera de éstos animales; bailan con caja y pífano haciendo mil simplezas.
Los venados son indios vestidos a manera de éstos animales, que bailan como los monos.
Los huaillas son indios que, sobre sus vestidos corrientes, sólo echan paja encima; bailan como monos.

               

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