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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.
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miércoles, 17 de marzo de 2021

UN YARAVÍ PERUANO ANTERIOR AL SIGLO XIX EN TEMPLE BAULÍN

UN YARAVÍ PERUANO ANTERIOR AL SIGLO XIX EN TEMPLE BAULÍN

      
        Quiero comenzar agradeciendo a Rebeca Gea Martínez, guitarrista y futura doctora en musicología por la Universidad de Salamanca,  a quien debo el descubrimiento de esta partitura, documento cuyo valor para la historia de la guitarra andina y de la música peruana en general voy a explicar en este breve e introductorio estudio. 

   En la Segunda Colección de Aires Españoles, publicada en París probablemente en 1813[1], por Narcisse Paz, músico español radicado en esa ciudad, se encuentra la partitura “Yarabies o tristes del Perú – canción con acompañamiento de piano y guitarra”. Esta partitura es un documento  de suma importancia por dos razones: 1)  es probablemente el yaraví peruano más antiguo que ha sido publicado y 2) en la partitura se indica que la afinación de la guitarra no es la estándar sino que es la afinación conocida en el Perú como “temple baulín”, “diablo” o “transportado” y que se ha usado y se usa en diferentes regiones del país. En las líneas que sigue voy a realizar un breve análisis inicial de esta partitura en el que señalaré las interrogantes que he encontrado.

    La primera interrogante es saber cómo este músico español pudo haber conocido los yaravis o tristes peruanos. De los pocos datos biográficos que existen de Narcisse Paz pareciera ser que nunca viajó al Perú y por lo tanto caben dos posibilidades: Narcisse Paz tuvo en sus manos alguna partitura de yaravi elaborada por un músico peruano (o algún músico que estuvo en el Perú) o en su defecto debió conocer a intérpretes de yaraví en España o Francia. No queremos descartar ninguna de las dos posibilidades hasta obtener más datos.

   Otra interrogante es en cuanto al título ya que hace referencia a dos géneros musicales: El yaraví (en la partitura está escrito "yarabí") cuya existencia data de mediados del siglo XVIII y, el triste (que vendría ser una contracción de "canción triste") género que en escritos del siglo XIX aparece muchas veces como sinónimo de yaraví, pero que en el siglo XX  se utiliza para denominar a un género musical del norte del Perú.

     Otro aspecto a comentar es la “ADVERTENCIA” que se encuentra en la partitura:
Todas estas voluptuosas canciones americanas no son originarias del país; el género o genio de esta música fue traído a estos países por los españoles del sur y probablemente tienen su origen en Egipto aunque hay algunos cuyo origen es evidentemente africano. (traducción mía).

       Debemos recordar que hasta la segunda mitad del siglo XIX se creía en la posibilidad de que los habitantes del continente americano provenían de los cartagineses, hebreos, griegos, chinos o fenicios como lo afirmó el dominicano Gregorio García en su obra Origen de los indios de el Nuevo Mundo e Indias Occidentales publicada en Valencia en 1607. Incluso en el siglo XVIII el musicólogo M. Fetis pensaba que los Incas descendían de los semitas.

    La siguiente observación es la indicación referida a la manera de afinar la guitarra que no es la convencional. La afinación indicada es la siguiente:



      En la partitura la primera cuerda es llamada "Chantarelle", denominación que se utilizaba en la época en que, a la guitarra  inicialmente de  cuatro cuerdas, se le agregó una quinta cuerda. Por otro lado, me atrevo a suponer que el hecho de no modificar la sexta cuerda (como en el "temple baulín") se debe a que el (o los yaravis) que conoció Narcisse Paz fueron ejecutados en guitarras de cinco cuerdas. Esta suposición pareciera estar confirmada por el hecho que en la partitura todos los acordes están tocados sólo en las cinco primeras cuerdas de la guitarra. Esto abre la posibilidad de que la fecha en que se compuso este yaraví sea bastante anterior a la fecha en que fue publicado: podría  tratarse de un yaraví anterior al siglo XIX.

    En el Perú se toca una afinación o "temple" que tiene la misma afinación de las cinco primeras cuerdas y dos variantes en la sexta cuerda:

Baulín con sexta en FA:

Baulín con sexta en SOL:

    Freddy Flores guitarrista de Taurima, Arequipa, escribió un folleto mimeografiado publicado en 1972 titulado El baulín peruano: investigación musical. En ese documento afirma que ya a finales del siglo XVIII existía el temple “baulín” y que fue llevado de Ayacucho a Taurisma por don Pepe Rubina. Flores trata de explicar la denominación “baulín” por la afinación de las cuerdas de la siguiente manera:

4ª y 2ª cuerda en segundo diapasón = BAU

3ª y 1ª cuerda en tercer diapasón      = LIN   

        Algunos temples de guitarra  utilizados en el Perú podrían haber sido creados para guitarras de cinco órdenes. Si comparamos la afinación de cinco de las seis cuerdas de los temples "baulín" y "decente" se puede observar que ambos tienen los mismos intervalos entre cinco cuerdas. En ambos temples hay un tritono, que sólo ha sido observado en el temple baulín y por eso algunos los denominan "diablo":


     Temple baulín (llamado también "transportado"):


     Temple "decente":

    El temple baulín en el Perú tiene otras denominaciones: "diablo", "transportado, "maulillo" y quizás otras que no he podido repertoriar. (Sobre los temples de guitarra en el Perú he escrito artículos que pueden leerse en línea y también es un capítulo de mi libro Método de Guitarra Andina Peruana).

   Este temple no es exclusivo del Perú. El investigador argentino Carlos Vega en su libro Los instrumentos musicales aborígenes y criollos de la Argentina (Vega 2016) describe este temple de esta manera:

899. Quinta en si bemol, segunda en do. Facilita el relativo mayor del sol menor, en que estaba la melodía, pero no el sol menor mismo. ¿Es que no vi que subió la sexta a sol?.
Lo anoté en Salta. Es una de las afinaciones que convienen a las canciones bimodales.

     Otro dato interesante sobre este temple lo aporta José Duran, estudioso de la música costeña peruana que publicó en 7 días del Perú y el mundo, suplemento dominical de “La Prensa” del 24 de marzo de 1961 un artículo sobre la marinera. Al referirse a la guitarra dice:

Por otra parte, el guitarrista puede en ocasiones, cambiar el temple de su guitarra. En los usos de chacra, y también en los limeños, son frecuentes las afinaciones en maulillo; los cuales consisten a veces en cambiar la afinación de las dos primeras cuerdas (tal como lo hizo Oscar Avilés en TV,); en otras ocasiones, se suben todas las cuerdas, de peculiar manera, en el llamado temple del diablo. Esto tiene por objeto probar los agudos de las voces; por otra parte, el toque maulillo suele tener un sabor típico en el rasgueo rítmico.


    El compás en que está escrito el yaraví que nos ocupa es de 2/4.

    Otra observación, es en cuanto al acompañamiento del yaravi. A diferencia de yaravís posteriores. "Yarabíes o tristes del Peroú" no tiene interludios entre las estrofas y la introducción y el acompañamiento se realizan en acordes. 

    Un análisis melódico y armónico es una deuda que espero pagar pronto.










    La partitura se puede encontrar en:

http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000161377

 Una interpretación de este yaraví ha sido realizada por el conjunto HISPANA LYRICA integrado por María del Monte (soprano), Antonio Santos (barítono), Rebeca Gea (guitarra romántica) y Manuel Calvo (pianoforte romántico) (https://www.facebook.com/HispanaLyrica) y se puede escuchar a partir del minuto 11' de este vídeo:



https://www.youtube.com/watch?v=297KftrJO9A&ab_channel=CulturaCastillayLe%C3%B3n2






[1] Miguel Ángel Pico Pascual señala como fecha de edición 1815-17.
Recuperado de: 
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cancioneros-espanoles-del-siglo-xix-editados-en-europa-la-obra-de-a-fouquier/html/
 


   




miércoles, 21 de agosto de 2019

LA LLEGADA DEL FONÓGRAFO AL PERÚ


LA LLEGADA DEL FONÓGRAFO AL PERÚ

Luis Salazar Mejía



(Imagen tomada de "El Comercio")

             Un artículo escrito por Luis Alvarado y publicado en la web Infoartes del Ministerio de Cultura[1], es el inspirador del presente artículo que busca dar precisiones sobre la llegada al Perú del fonógrafo y su impacto.

            Inventado por Thomas Alva Edison en 1877, el fonógrafo, aparato capaz de grabar sonidos y reproducirlos, funcionaba por medio de un pequeño aparato (“transductor acústico-mecánico”) que vibraba al llegar las ondas sonoras, las que a su vez movían una especie de aguja o estilete que repujaba unas ranuras sobre un cilindro de cera sólida. Para escuchar la grabación simplemente se retrocedía y el sistema reproducía las ranuras que quedaron en el cilindro. Su finalidad inicial era facilitar los dictados en las oficinas[2]. 

(Fonógrafo Edison - Imagen Internet)

          Lo difícil era hacer copias de los cilindros grabados y por lo tanto los músicos y cantantes tenían que interpretar varias veces la misma canción para que quedaran diversos ejemplares grabados. El fonógrafo se puso de moda en el mundo entero y llegó al Perú en 1892. Veamos…

            En el artículo de Alvarado al que hago alusión, se cita el poema  “El fonógrafo” del poeta peruano Carlos Germán Amézaga. En la página 60 del libro Poesías completas, publicado en 1948, se lee:
(Impreso en el primer fonógrafo llegado 
a Lima el 23 de marzo de 1892).
 (Imagen cortesía de Luis Alvarado)  
                 
¡Un poema impreso en un fonógrafo! No parece verosímil. Así que comencé a buscar documentación sobre el tema, y la encontré. En el número 255 de la revista “El Perú ilustrado”, del 26 de marzo de 1892, en la sección “Crónica se publicó lo siguiente:
Hemos tenido ocasión de oír un fonógrafo, aparato verdaderamente maravilloso, y del cual cualquier descripción es pálida ante la realidad.
 Un discurso pronunciado en el parlamento , una marcha militar tocada en la calle, una orquesta completa tocando una aria que canta un tenor, la ejecución brillante de una sinfonía a toda orquesta, todo, en fin, lo que merece oírse, está guardado en el fonógrafo, con la misma propiedad con que queda en una fotografía un retrato.
La audición de cada una de estas cosas es tan perfecta, tan distinta, tan sensible que cerrando los ojos se trasporta uno al lugar en que se efectuó y parece verse que se agita, que se mueve, que tiene vida múltiple el fono que va reproduciendo el sonido exacto, matemático de la aria, del discurso, de la marcha militar.
Una reproducción más perfecta, parece imposible, aunque al paso que camina el siglo de Edison, en materia de descubrimientos sujetos a la electricidad gobernada por el hombre a voluntad, queda todavía la idea de alcanzar más, aunque lo que se tiene delante se estima como el non plus del adelantamiento.
La impresión que nos ha causado el fonógrafo que hemos tenido el placer de oír, ha sido grata, maravillosa, sorprendente.
Es preciso oírlo, para formarse una idea de lo que es el fonógrafo, para darse cuenta de que en un aparato pequeño, adherido a tres o cuatro pilas eléctricas y a un fono, todo ello colocado sobre una mesa, y obrando por sí casi, pueda proporcionar a través de enormes distancias y de no pequeño espacio de tiempo, el placer de oír a Adelina Patti, a Nicolini, a cualquiera celebridad del mundo, sin moverse uno de su propio domicilio.
El fonógrafo del que hablamos se exhibe en los altos del Hotel Americano[3]. El valor de la entrada para gozar de tan maravilloso invento, es de un sol. Los niños sólo pagan cincuenta centavos.

Millard, Andre  (2005
America on Record: A History of Recorded Sound 
   
          Víctor Manuel Velásquez, en su libro Lima a fines del siglo XIX, publicado en el 2008, nos da a conocer algunas notas sobre el particular aparecidas en el diario "El Comercio": 
El vasto salón situado en los altos del Hotel Americano, situado en la calle de Espaderos 14, dio cabida, con tal motivo, a mas de 80 personas, entre las que se encontraban, en su mayor parte, hombres de ciencia e inteligentes aficionados de la música y el canto los cuales pudieron oír clara y distintamente las voces de los afamados cantantes y escogidos trozos musicales de los más conocidos maestros. La primera sesión terminó poco antes de las diez habiendo comenzado a las 8 y cuarto". ("El Comercio" 22 de marzo de 1892).
   Como se lee en el artículo mostrado, desde su llegada a Lima, el fonógrafo fue una atracción y se pagaba por “gozar” de sus maravillas. 

    En el mes de abril de 1892 el fonógrafo, propiedad de Bacigalupi y  Taylor, se exhibió en el Hotel de la Estación de la Villa de Chorrillos y luego en el Hotel Americano. Velásquez nos da a conocer que: 
En estas presentaciones el fonógrafo repitió, tanto de día como de noche, partes de zarzuelas, fragmentos de discursos, cancioncitas sueltas y hasta el canto de algunas aves, que el aparato había tomado del actor Mr. Willio con tanta perfección. (Velásquez 2008:92).
   La nota aparecida en "El Comercio" del día 8 de abril de 1892, al referirse al fonógrafo, señala: 
"El salón del 'Hotel Americano' donde diariamente se exhibe ese aparato, estuvo anoche bien concurrido. Al finalizar la primera tanda, Mr. Willio representó un 'Dúo de gatos en los techos de Lima', el cual fue repetido con toda claridad por el fonógrafo" (Ibid.:92)
    Como puede leerse, en las funciones de exhibición, se grababa en los cilindros y lo grabado era reproducido "con toda claridad" por el fonógrafo para asombro y beneplácito del publico oyente.
 
     Este mismo aparato que tanta admiración había causado, se exhibió en la tarde del domingo 17 de abril en el Palacio de la Exposición" por el sistema de tandas. 

    En julio de 1893 el fonógrafo se exhibía en el Salón Estraburgo, cobrándose por tanda de cinco piezas cincuenta centavos.
Dicho aparato tenía las voces de los conocidos artistas Paz, Serrano, la Cifuentes y del literato tacneño cuyo seudónimo era Juan Pagador. Las presentaciones continuaron en el Salón Estrasburgo. El diario "El Comercio" del 3 de octubre hacía alusión al discurso por fonógrafo que manejaba el señor Gazzo, y que había llamado la atención el discurso del ardoroso joven que desde Tacna colaboraba con "El Comercio". (Velásquez 2008:93).
Por un anuncio aparecido el 24 de agosto de 1893 en “El Comercio”, el fonógrafo, sabemos que el Estraburgo  cobraba por “tandas” que costaban 40 centavos y para hacer más rentable el negocio se llevaba el aparato a las casas. En el anuncio se lee “se cobra precios convencionales para llevar el aparato a casas particulares”.

            En 1894 el fonógrafo era atracción en lugares públicos. En “El Comercio” de 1° de febrero de 1894 se encuentra el siguiente aviso:




           En la edición de ese mismo diario, correspondiente al día 3 de ese mes se anuncia la venta de Fonógrafos Edison por la firma F. L. Crosby:

"El Comercio" 3 de marzo 1894


          Durante los meses del verano de 1895 el fonógrafo fue parte de las atracciones del pabellón gótico del Parque de la Exposición en Lima, según avisos publicados en  “El Comercio". La exhibición era gratuita.


"El Comercio" 9 de marzo de 1895


        En el Almanaque del Comercio de 1901, se encuentra un anuncio que nos hace ver que Juan Godoy era agente comisionista de loa fonógrafos Edison, tenía un buen surtido de fonógrafos y vendía tambien los accesorios y "cilindros impresionados por notables artistas de los principales laboratorios del mundo".

Almanaque del Comercio - 1901



        En la primera década del siglo XX los cilindros no eran únicamente grabados con música. Su uso se hizo extensivo a grabar también clases de idiomas por correspondencia. Una prueba de esto es el aviso aparecido en el Nº 2 de la revista  "Perú-to-day" correspondiente a abril de 1909.

"el fonógrafo elimina la necesidad de un maestro particular"

    
      El fonógrafo en un mercado limeño
Foto: Cortesía de Gérard Borras

     Los cilindros se podían borrar y se podía volver a "impresionar" en ellos. Lamentablemente no se ha podido rescatar, hasta el momento, ni un sólo cilindro grabado en el Perú (salvo los grabado por Brünning en Chiclayo). Pero la vida nos da sorpresas, y esperamos que eso suceda...

[1] Alvarado Luis (2014) Diversidad y electricidad: la música peruana en el siglo XX. Disponible en:

[3] “En 1843 La Bola de oro tenía uno de los mejores comedores, junto a la fonda de Coppola –que databa de 1821, en la calle La Merced, luego convertido en el Hotel Americano, trasladado a la calle de Espaderos– famosa por sus churrascos” (Armas Asín, 2019. Ed. Electrónica). 




jueves, 22 de noviembre de 2018

EDITH PIAF Y EL VALS CRIOLLO




    El 30 de diciembre de 1958, en la revista “Caretas” se publicó un artículo que hacía referencia al vals “La Foule” grabado en discos  por Edith Piaf “el gorrión de París”. El redactor de la nota destaca que ese vals que era presentado como “valse péruvienne” (vals peruano).





            La versión de Edith Piaf puede escucharse en este enlace:

 https://www.youtube.com/watch?v=6PX1OPPp8fc

Acá muestro imágenes de la partitura de ese vals. Se lee “valse peruvienne” y se señala  a Ángel Cabral como compositor de la música:




Víctor Hurtado Riofrio encontró que Ángel Cabral fue un guitarrista y compositor argentino nacido en 1911 en Buenos Aires y cuyo verdadero nombre fue Ángel Amato. Él compuso la música vals “Que nadie sepa mi sufrir”, la letra fue obra de Enrique Dizeo también argentino.

         “Que nadie sepa mi sufrir” fue grabado para el sello Odeón por la Orquesta de Alfredo De Angelis que tenía como cantante a Carlos Dante. (Disco: 55878-B Matriz:19302. Fecha: 18/12/1953). Puede escucharse en este enlace:


          Si los compositores fueron argentinos ¿Por qué pusieron “vals peruano” y/o “Tiempo de Valse peruvienne”? La respuesta —como la adelanté en 1999 en un escrito titulado “Mecanismos armónico-melódicos del vals peruano”— está en la configuración rítmica usada en la introducción de la canción, tanto de la grabación de 1953 como en la interpretación de Edith Piaf:

1.- “Que nadie sepa mi sufrir” – Introducción:

2.- “La foule” - Introducción:

    Lo que resalta es que ambas introducciones poseen un “ostinato rítmico” formado por negra corchea en el primer caso:



 y corchea negra en el segundo:
      El resultado —en ambos casos— es que se crea una sincopa en el compás de 3/4. Esta figuración rítmica  es peculiar al vals criollo peruano. No existen en los valses peruanos del siglo XIX ni en otro tipo de valses. 

       Por eso para darle el sabor peruano, el compositor y el arreglista utilizaron esas figuras rítmicas.

Finalmente trascribo el artículo de CARETAS

EDITH PIAF Y EL VALS CRIOLLO

En: CARETAS 30 de diciembre de 1958 -20 de enero de 1959

                Un valse peruano, posiblemente inspirado en la veta inmortal de Pinglo, está haciendo furor en París. Los triunfos internacionales de nuestra música popular son tan frecuentes que tal noticia no debe llamarnos la atención. Pero, hay que admitir que la grata nueva tiene sus particularidades.
                Desde hace mucho tiempo, el Music Hall Olympia es el templo donde lucen las diosas de la canción bella y ligera. Visitar a la Ciudad Luz, por eso, es acudir allí para embriagarse en la melodía y aplaudir, una vez más, a Edith Piaf, aquella diva de lo popular para quien, ya en la cincuentena, no llega el crepúsculo.
                Pues bien, esta temporada, Edith apareció ante su público y volvió a triunfar con un repertorio heterogéneo y especialmente con una novedad: un valse quimboso, bonito e importado. No son raras estas incursiones de la genial cantante, y precisamente la variedad es uno de los factores que contribuye a inmortalizarla ante un gran público que la aplaude en la Ciudad Luz, en Nueva York o en cualquier otra urbe mundial. Pero, aquella noche, si cabe el término, el éxito fue mayor, y también distinto el sabor de la melodía. Cuando finalizó la fiesta, porque eso fue, uno de los concurrentes se acercó a la correcta estrella y le hizo algunas preguntas. Una de ellas acerca del origen de aquel valse. Edith, con una sonrisa en los labios, dijo: "Es un valse peruano". Y agregó: "Está inspirado en una pieza de Felipe Pinglo...".                  
                Hay que imaginar la alegría del concurrente al Olimpia, si además de aficionado era nacido aquí, a orillas del Rímac. Siguió inquiriendo sobre el simpático motivo, y supo entre otras cosas, que la canción de moda esta temporada gustaba mucho a la intérprete y a los parisienses. Una explicación acotó la estrella: “Solamente le hemos cambiado letra...".
                CARETAS escuchó la triunfal composición y seguramente muchos de sus lectores comparten esta satisfacción, puesto que ella está corriendo por el mundo entero en un long play. En la voz un poco madura de Edith, la pícara interpretación adquiere más brillo; es, sin exageración, un poco más linda. Figura corno su autor A. Cabral. Sobre este verso ha surgido el arreglo exitoso de la Piaf. Varios nombres se mezclan en este torneo, en el cual, y de todos modos, sale ganando nuestra música que ya con mucha frecuencia va por los caminos de la tierra, segura y hermosa y con rubricas famosas: Pinglo, Chabuca Granda, Alicia Maguiña, Márquez Talledo, y muchos más.
                La Piaf es sinónimo de buen gusto y de fama internacional. Si ella seleccionó y puso unas galas en la producción oriunda del Perú, evidentemente es por algo. La advirtió con elegancia y solicitud el diablillo de la inspiración. De no ocurrir así, el valse jamás habría triunfado en el Olimpia juntamente con la ilustre artista. Si algunas personas dudan de la aseveración habrá que contarles lo ocurrido con "El Acordeonista". Su autor dice que llevó la composición, escrita especialmente para ella, a las 7 de la noche, y que, al volver a las 4 de la madrugada siguiente, la encontró cantando por vigésima vez esa melodía, más tarde transformada en una de sus grandes creaciones. Todo esto sucedió en 1940.
Acaso, para precisar un poco más el tamaño del acontecimiento del Olimpia, haga falta hablar un poco de la intérprete, de su calidad, de su persona.
La Piaf, que es hija de saltimbanquis, vio la primera luz en Argel, y hace rato pasó los maravillosos 30 años de que hablaba Balzac; como su amigo y admirador Chevalier, ella es una vieja muy joven. En Casablanca las gentes hace mucho que la conocen. Algunos veteranos la vieron en las aceras y la oyeron cantar desde que vivía su abuelita, artista también. En esa época una tragedia envolvió su vida, estuvo a punto de quedar ciega. Luego, hubo de sobrellevar otra; como las canciones callejeras no producían lo suficiente para vivir, Edith fue mariposa de la noche, compañera de solitarios y aburridos. Estos la pagaban también por cantar.
Edith, según sus numerosos biógrafos, empezó a cantar en 1935. Las gentes en París y cien ciudades recuerdan sus entradas triunfales y la tempestad de ovaciones que arrancaba "Mon Légionnaire", un aire sentimental sobre la existencia de aquellos ex-hombres, con los cuales la vida, la novela de aventura y el cine ha hecho tantísimo. La taquilla fue fiel con la artista y sus triunfos se convirtieron en corrientes.
De la acera dio un salto formidable, hacia ciertas salas importantes, y después a Paris. Después de la muerte de Marcel Cerdan, campeón de box, y vencedor del corazón de Edith, ella se dedicó a coleccionar cantantes, explican sus desenfadados "estudiosos". En realidad, ella que sabe cantar, los seleccionaba.
Muchos son los hits de la estrella de luz inextinguible. Así "El gran viaje del pobre negro", "El pequeño señor triste", "Ella frecuenta la calle Pigalle", y otros. Enumerarlos sería señalar hitos de una carrera casi sin imitadores. Al lado de Patachou, Juliette Greco, y muchas otras, se alza particular e inconfundible, es Edith Piaf.  
Sobre sus costumbres algunas revistas suelen escribir con desenfado. Aseguran que presenta en el Olimpia en cada temporada un cantante apuesto, y a quien da su visto bueno a cambio de ciertos favores. Pero en París estas cosas no se recuerdan, en cambio sí que, con Chevalier, Edith es, en el género, lo más grande que tiene Francia.
El valse "péruvien" se llama "El Gentío" (La Foule). Y, como repetimos, es tan lindo, que luego de que la Piaf lo arregló y puso en su repertorio internacional, ha gustado y sigue siendo el preferido de un público exigente y conocedor.
LA MUCHEDUMBRE
Vuelvo a ver la vida en fiesta y en delirio,
sofocante bajo el sol, bajo la luz.
Esperando, en la música, las risas,
que estallan y rebotan junto a mí.
Y perdida entre esa gente, que me aprieta,
aturdida, solitaria, quedo allí
y de pronto me doy vuelta, él se da vuelta,
y me quedo entre sus brazos enlazada

Llevada por la gente, que nos deja
y nos regresa,
apretados uno al otro,
no formamos sino un cuerpo.
Y el impulso sin esfuerzo nos empuja encadenados
Y nos deja agotados, enervados y felices...

Y envueltos por la gente
que se lanza y que danza
una loca farándula,
nuestras dos manos unidas
al igual que nuestros cuerpos
que se caen o se evaden,
agotados, enervados y felices...

viernes, 2 de noviembre de 2018

“PAN FRÍO” Y “EL CANCIONERO DE LIMA”


ESBOZO DE LA BIOGRAFÍA DE MARIANO VELANDO

El popular “Pan Frío” y su ingénita bondad

Mariano Velando el popular "Pan Frío"
("El Comercio, 24/07/1934)


       “El cancionero de Lima”, es considerado por todos los investigadores de la música criolla limeña como el más importante de los que han existido. Numerosos autores le han dedicado artículos y lo han citado en sus trabajos, entre ellos Gerard Borras, peruanista francés quién  en el año 2006 escribió “El Cancionero de Lima, “semanario festivo popular” ou les limites du genre[1] y en el año 2009 publicó un libro sobre el vals y la canción criolla con el título original  de Chansonniers de Lima. Le vals et la chanson criolla (1900-1936)[2], que traducido al castellano vendría a ser: Cancioneros de Lima. El vals y la canción criolla (1900-1936). Por su parte Fred Rhoner en su Tesis doctoral señala: “Entre todos los cancioneros publicados desde la última década del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, el más importante de ellos ha sido El cancionero de Lima” (Rhoner 2016: 52) y Darío Mejía y José Félix García y otros lo han utilizado largamente para sus publicaciones en Internet.

             En el mes de julio de 1934, varios periódicos de Lima publicaron notas comentando las “bodas de oro” de “El Cancionero de Lima”. Borras, en su libro citado líneas arriba, Borras ha citado algunas, comenzando por “La crónica” del 15 de julio:
Cumplió ayer 50 años de su fundación el semanario festivo "El Cancionero de Lima" Con motivo de haber celebrado el 50° aniversario de su fundación, el semanario festivo titulado "El Cancionero de Lima", la Imprenta y Librería Ledesma, donde se edita esta publicación, ha lanzado una edición extraordinaria que ha sido puesta en circulación desde el día de ayer. El número extraordinario de "El Cancionero de Lima" contiene un suplemento ilustrado con artistas de la pantalla.
Ahora -15 de julio 1934
El 13 del presente cumplió 50 años de vida el popular semanario "El cancionero de Lima", con tal motivo sus editores han dado a la estampa un Número extraordinario, publicando las canciones más en boga.
La Tribuna- 24/07/34. 
Llegó al 1000 el cancionero limeño.
Nos complace consignar la noticia.

"La Crónica" 15/07/1934. 

             “El Comercio” publicó el 26 de julio un artículo referido a Mariano Velando, apodado “Pan Frío” que fue un vendedor de “El Cancionero de Lima”. El artículo escrito por el periodista Benjamín Romero, bajo el pseudónimo de “Vinicius”, es, aparte de una biografía de “Pan Frío”, una mirada “desde la otra vereda” a lo que significó “El Cancionero de Lima”. Romero acusa  al “Cancionero de Lima”   y a Pan Frío” y de “hacer el peor de los daños al propagar por ganarse la vida una serie de canciones que no representan ni pueden representar jamás la masa popular peruana”.

Razón no le faltaba a “Vinicius”, “El Cancionero de Lima” comenzó (en 1884, si tomamos en cuenta que en 1934 festejaba sus cincuenta años) dando a conocer letras de canciones de  zarzuelas, y, en la época que Basadre llamó “El período crítico de la canción criolla, en ese cancionero se publicaban en forma abrumadora letras de tangos, one-steps, fox-trot y canciones mexicanas. Poseo cincuenta números correlativos de “El Cancionero de Lima” (del N° 750 al 800), encuadernados en un tomo que fueron publicados entre octubre de 1929 a Octubre de 1930: un “conteo rápido” arroja que sólo un 17% de las canciones publicadas es música peruana… Habrá que hacer un análisis más profundo, una “crítica de la fuente”, tarea pendiente. Por el momento los invito a leer el artículo de “Vinicius”, del que he extraído los más jugosos fragmentos.

ESBOZO DE LA BIOGRAFÍA DE MARIANO VELANDO

El popular “Pan Frío” y su ingénita bondad
               

Nació en la humildad. No recuerda nada de su Infancia y apenas si en Su memoria revive, de cuando  en cuando, la mocedad Está viejo, achacoso, vencido por la vida)

Lector:
       Este que ves aquí  es uno de los pocos hombres representativos que aún existen de la Lima antigua. Tú le conoces. Su figura  pequeña desmedrada, ingenua (no es paradoja una figura ingenua) te es familiar. Ambula por las calles de Lima demostrando un admirable estoicismo de la vida. (…).

Lector:
    (Este que ves aquí es Mariano Velando, generalmente conocido en Lima por el nombre de “Pan Frío”. Cancioneros bajo el brazo. Bolsa de cartón en una mano. Periódicos cabe el siniestro brazo Corrientemente vestido dentro del estilo típico del antiguo “cachaco” limeño. Bastón, si a eso se le puede llamar bastón de fierro, que le sirve para poner en la bolsa las colillas de los cigarros que recoge en su ambular nocherniego).
       Nació en  Huánuco. De su tierra a la ciudad del Lima, vino a decir de él “a la altura de una mesa” Queda entendido que la altura de la mesa es relativa e incondicional (…).

       De niño le conocimos. ¿Quién en Lima no ha escuchado a “Pan Frío”? Vagaba, todavía sigue vagando por las calles. Es el hombre que para salvar su vida y vivir su mezquina y ridícula pobreza (verdad se llama esta figura: toda pobreza es ridícula), vende “El Cancionero de Lima”. Y va haciendo conocer a las gentes ignaras y mediocres: las huachafitas, las horteras, las hetairas baratas, las cocineras, las sirvientas de todas las casas, los mozos de hotel y las “blanquitas” más o menos bien, las últimas rumbas, los mediocres tangos, las insignificantes canciones cubanas, así como las sugestivas mexicanas.
                En cierta oportunidad, Mariano Velando, a quien le faltan entonación, gracia, alegría y buen humor, ambulaba por las calles de Lima entonando con su voz rara y grotesca una canción colombiana: “Flores negras”:

“Oye bajo las ruinas de mis pasiones
y en el fondo de esta alma que ya no alegra
nacen estremecidas mis flores negras
…………
           Y las gentes se disputaban el cancionero popular para aprender la canción de moda. Valía la pena por dos centavos, que costaba por esa época el cancionero de Ledesma, saberse la canción de moda. Y don Mariano Velando, como el Segismundo de ese señor que se llamó don Pedro Calderón de la Barca, comprendiendo que “toda la vida es sueño”, y  “los sueños, sueños son”, hacía su mercado de canciones baratas. En su vida íntima, en su recogimiento espiritual, en su YO efectivo, Mariano Velando, pobre hombre del pueblo, pensaba “Pobrecitos, no saben que todo esto es mentira, que no hay nada real ni en la vida ni en la muerte, y que en el fondo del alma nada puede alegrar a los seres humanos!!!”.
                Después llegó a Lima, como novedad, impresa en discos, otra canción. Argentina era. Y “Pan Frío” la voceaba por las calles:

                “Celebro que se ha muerto Garibaldi pum,
                Graribaldi, pum…”[1]

      Se hizo popular la canción, la encontrábamos en todas partes como aquella “Ramona”, en todas partes. En la casa, en los salones, en loe cabarets, en las cantinas, en el silbido de los mozos de cuerda v en la entonación de los hombres bien, estaba latente, completa, definitiva, pesada, antipática. Y Mariano Vetando estoico, concluyente y terminante ambulaba por la ciudad recordando a Garibaldi y al famoso “Pum”.
               
Últimamente el Mundo está inundado por la rumba. El tango, el fox, el one-step han venido a menos. La rumba y el baile hawayano son los que se imponen. Y es entonces que llegan a Lima aquellas canciones. Y Mariano Velando, sutil e incomprendido, sigue vagando por la ciudad y obsequia a todas las gentes que le quieren hacer la merced de comprarle un cancionero con aquello de:

“¡Ay mamá Iné,
Ay mamá Iné,  
todo lo negro,
tomamo café...”

Seguimos a “Pan Frío” en su vagar de vendedor de cancioneros.

Él por decirlo así, dentro de su ignorancia y su modestia, ha contribuido a hacer el peor de los daños, al propagar por ganarse la vida una serie de canciones que no representan ni pueden representar jamás la masa popular peruana. Después de Mariano Melgar, el incomparable autor de los yaravíes, somos, y es triste decirlo, un pueblo cuya musa y cuya inspiración, se han perdido. Es cierto que tenemos el “tondero”, la “marinera”, la “cashua”, el “huainito”,  pero son canciones esencialmente regionales. No pertenecen al momento actual,  incapaces son de captar la emoción espiritual de la vida presente. En nuestras fiestas, en nuestras juergas, en nuestras “jaranas”, siempre necesario acogerse a la canción extranjera. Hay quien habla con orgullo del vals limeño. Es Muy cierto. Pero entendemos que en lo que va corrido del siglo actual, ninguno de nuestros poetas, ni siquiera de nuestros  versificadores, ha escrito la letra de una canción que podríamos llamar absolutamente limeña. No. la culpa no es de “Pan Frío”. Es de quienes mercan esos cancioneros grotescos y risibles, con fotografías de artistas de cinema, y escritos por hombres que no tienen el tino de comprender y de imaginar lo que es una emoción espiritual.
               
                (…Mariano Velando) nos muestra un cancionero, ahora vale diez centavos: No cabe duda que una fotografía de Perla White, de John Barrymore o Lupe Vélez “visten” mucho.

                ¿Cómo vive?…. ¿De qué vive?....
                Fácilmente. Ha hecho de la canción barata su modus-vivendi. Viaja en tranvía y abona su pasaje con un cancionero. Va a los cafés del mercado y realiza su transacción: una canción por una “butifarra” (…).
                Tu mejor y más definitivo epitafio será para las generaciones venideras el relato de los abuelos:
—Hubo en Lima un hombre bueno, que andaba vendiendo cancioneros y cantando una copla ya olvidada…
— ¿Cómo decía?

“Leña de los diablos
¿Por qué no quieres arder?
Maldita leña, maldito leñador
que me hace padecer”



[1] Pum Garibaldi Shimmy, letra de  Vielich – Brancatti y música deLía Acuña de Andreoni. Grabada en 1926 por Ignacio Corsini https://www.youtube.com/watch?v=tLYFHNFL4UE





[1] Capítulo XX del libro electrónico  L'IMPRIMÉ ET SES POUVOIRS DANS LES LANGUES ROMANES Publication sur OpenEdition Books : 19 septembre 2016 disponible en : http://books.openedition.org/pur/39839
[2] La versión en español recién apareció el año 2012 con el título de Lima, el vals y la canción criolla (1900-1936).