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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.
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jueves, 24 de septiembre de 2020

LA ZAMACUECA EN EL PERÚ según Carlos Vega




BAILES TRADICIONALES ARGENTINOS

CARLOS VEGA
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LA ZAMACUECA EN EL PERÚ. El pueblo peruano recreó su gran danza a fuerza de entrañas. Estaba maduro y predispuesto. Tensa la ansiedad, alargando manos invisibles, distinguió y reconoció los elementos alógenos precursores, los aprehendió y la infundió su más profundo aliento. Hizo una danza tremenda, una danza sin igual en el mundo moderno. Una danza en que dos bailan por todos; en que la muchedumbre de espectadores vocifera su danzar invisible; en que la pareja, núcleo de fuego, pareja lo de menos, y el clamor general, liberador, lo esencial y recóndito. Eso hizo. Y arrojó sobre la masa hirviente una música triste y desolada, el otro polo, lo indispensable para conmover la totalidad del ser. Este es el aporte original del Perú, la gran intuición inadvertida. Enorme contraste, en apariencia, solución antiacadémica; porque la danza que a todos place y duele, que todos palmotean, corean y zapatean. es algo más que la danza del hombre, es la danza en que el vivir se moviliza por sus designios y pues atesora fines que rebasan la dimensión humana, es irremediablemente triste.

      La Zamacueca fue acosada desde que apareció hasta sus postreros días de vigencia social plena. Y ha ocurrido muchas veces que quienes con más énfasis la negaron eran los que con más deleite la habrían bailado a ocultas: que las negaciones no fuereis esencial cuestión de coreografía sino de lo que le asociaron. Temían que la danza difundiera su secreto; querían bailes anodinos para esconderse. En su libro Lima et ses environs (París, 1897) nos dice Camille Pradiere Fodérer:

"La madre, las hermanas, los hermanos y los que han sido convidados a esta fiesta monstruosa, se entregan a danzas lascivas y hacer oír obscenas canciones, haga que el exceso de bebida los reduce a silencio. Las danzas ejecutadas en estas circunstancias son la Chilena, y, preferentemente, la Zamacueca. La orquesta se compone de uno o dos tocadores de bigüela ("especie de guitarra" //87/—aclara el autor al pie—), y de la voz nasal de los danzantes Se acompañan los pasa de estos última batiendo palmas, o bien golpeando con el puño sobre un cajón al cual se le han desclavado la, tablas para comunicarle más sonoridad. El indio, como el negro se destaca en la percusión del cajón, en marcar el compás y en entusiasmar a los bailarines."
      Como ve el lector, tenemos aquí juntas, en una misma reunión o, por lo menos, hacia fechas aproximadas, la Chilena y la Zamacueca. Cuando la Zamacueca volvió de Chile al Perú con el nombre de Zamacueca chilena o, simplemente, con el de Chilena, se encontró con la vieja mamá. En la fiesta del caso ocurrió lo mismo con las danzas que con los danzantes: alternaron la madre con las hijas. Más adelante veremos otras pruebas de la convivencia de ambos bailes lo cual demuestra que la hija pródiga regresó modificada. Añade Pradier:
"La música va siempre acompañada por la voz de las mujeres, y después de cada estrofa los parientes y los invitados repiten en coro el refrán. Este es el momento en que los movimientos de los bailarines se tornan más rápidos y lascivos” 
"Detalle extraño y que dejará subsistir más de una duda era el espíritu de los lectores piadosos, poco dispuestos a creer en el escándalo, es que el cura de la parroquia, que acaba de pronunciar las plegarias de práctica, no retrocede ante la tentación de esas danzas nacionales más de lo que resiste a la atracción del aguardiente. Así, no es raro, una vez que su piadoso ministerio ha terminado, verlo echar a su sirviente con la cruz y el vaso del agua bendita, arremangarse decididamente la sotana y, después de haber invitado a una de las indias presentes a abandonarse con él a las emociones de una Zamacueca desordenada, ejecutar con frenesí lúbrico movimientos de torso, tan poco pastorales como es posible, a la vista de su rebaño."
      Ya vimos otros curas danzantes; ya veremos más. Eran los curas gauchos. No creo que la Iglesia hubiese aprobado ayer ni apruebe hoy semejante comportamiento; pero en aquella época, en aquel medio y, sobre todo, frente a la irresistible danza que llegó a lo más hondo del alma y enloqueció a casi todo el continente, tales cuadros no deben causar demasiada extrañeza. Fodere Pradier añade todavía //88// un párrafo en que vuelve a nombrar la Chilena, siempre refiriéndose a las fiestas populares:
"Añadid a esto una orquesta apropiada a las circunstancias, que ejecuta chilenas y yaravíes fuertemente apoyada por los cobres y la caja, y que excita aún más al pueblo ensordeciéndolo." (En las palabras chilenas y yaravíes, una llamada al pie aclara: "Danzas y aires del país.")
   En pos de otros autores, anota Prince56 en su Lima antigua (Serie 2ª. Lima, 1890):
"Antes de la Pachamanca, la gente llamada del pueblo, acostumbra bailar la popular Zamacueca, baile nacional de mucho movimiento, en el cual despliegan ellos todas sus dotes artísticas, volviéndose melcocha n semejándose a la culebra. La música, de la orquesta, es siempre acompañada de voces .de varios negros, y al fin de cada verso forman coro todos los que quieran o sepan cantar; esos finales se llaman Fugas y durante ellos son más vivos, y, podemos decirlo, mis lascivos los movimientos." "La zamacueca conservando siempre su índole y el genio de su música, ha sufrido varias denominaciones, como por ejemplo: Manilla, Ecuador, Zanguaraña, Chilena, y últimamente Marinera." "En otros tiempos de bonanza, han habido en Amancaes aficionados tan fanáticos e idólatras de la zamacueca, que, de puros cantores, han obsequiado hasta media onza de oro a una de esas bailarinas, por su buena ejecución."
    La Zamacueca fue siempre un gran espectáculo; un espectáculo que el público recibió con renovado entusiasmo. Como tal, ascendió a la escena todas las veces que la ocasión fué propicia. Los grandes actores la ofrecieron en sus funciones de beneficio y los mejores profesionales o aficionados la ejecutaron con cualquier motivo, o sin él. Yo mismo la vi bailar en un teatro menor de Lima en el año 1937.

   Figuró en las carteleras, según la época, con un nombre cualquiera de los suyos y aun con dos distintos en la misma temporada.

   Para el 9 de agosto de 1883 se anuncia16 que la pareja de baile Ortega-Iglesias ejecutará en el Salón del Comercio el "baile de la Marinera, muy apreciada"... Y dos días antes se promete "el aplaudido baile "la Cueca" por la //89// pareja José Ortega y la Srta. Iglesias”. Muy interesante resulta observar que, en la crónica del día siguiente, el diario comenta la ejecución de la tal Cueca pero dándole el nombre de Marinera: "La pareja de baile Ortega estuvo como siempre muy bien y dejó contentos a todos los aficionados y a los que no lo son a la popular marinera."

     El 21 de febrero de 1883 las carteleras16 indican que en la zarzuela "Por amor al prójimo o mueran los negreros" se bailarán Tangos y danzas cubanas y, además "El popular baile "La Zamacueca" por la pareja Sánchez-Ortega”.  Una semana antes, en el Teatro Principal, "La Samacueca" se bailará, pero con S inicial. Y el 21 de enero de 1883, en el Teatro del Callao,... "Paul bailará la aplaudida "Marinera" con la gracia que le es propia."

      En el año 1881, justamente el día 30 de setiembre, se comunica que la función teatral ...“Terminará con la conocida danza titulada "La Samacueca", que es un variado del "Can-can" francés, pero que tiene todo el fuego de nuestros costeños países". Ya lo sabe el lector: el administrador del teatro es aficionado a las investigaciones coreológicas, y se considera en la obligación de dar al público limeño informaciones sobre el origen de la Zamacueca.

       Ha llegado el momento de examinar con detención las circunstancias en que la vieja Zamacueca, ya chilenizada y popular en el Perú con el nombre de Chilena, pierde esto denominación foránea y empieza a llamarse Marinera.

El día 5 de abril de 1879 Chile declaró la guerra al Perú: y esta República se encontró de pronto con que su danza nacional se llamaba Chilena. Entonces ocurrió: un joven escritor peruano resolvió cambiarle el nombre: y aunque estas cosas no se pueden hacer con éxito, resultó que sí.

Abelardo Gamarra26, más conocido por su seudónimo "El Tunante", nació en Huamachuco, departamento de Libertad, Perú, en 1857. Sus padres, ricos vecinos del lugar, miraron por sus estudios, Y el joven terminó los cursos de Letras y Jurisprudencia. Pero era escritor. "Gamarra —dice //90// Luis Alberto Sánchez— dirigió durante toda su existencia, insobornable e incapaz de cualquier claudicación, una hoja pintoresca y dignísima, La integridad, en la que hay mucho que encontrar para el folklore peruano y para escribir la historia de nuestro arte criollo"...

Escribió un drama, comedias, zarzuelas, cuadros de costumbres, semblanzas de tipos locales, apuntaciones históricas, crónicas de la vida literaria en Lima entre artículos de muy vario contenido, y, curiosa labor anónima, textos para Marineras, Tonderos, Yaravíes, etc. En 1899 acumuló en jugoso y desordenado libro de casi novecientas páginas, gran parte de sus escritos, breves o largos, incluso obras teatrales. Vivió hasta 1924.

Tenía Gamarra veintidós años cuando estalló el conflicto con Chile. Y allá por los meses de agosto o setiembre de 1879, el joven periodista decidió rebautizar la danza nacional. Las circunstancias requerían el cambio; el sentimiento, popular lo favoreció; tuvo éxito. Veinte años después recibió de cierta compositora limeña una Marinera original titulada Rasgos de pluma —como la serie principal de sus artículos— y Gamarra la incluyó en su libro, acompañada de una nota en que recuerda su ocurrencia juvenil.

Como el libro, que también se llama Rasgos de pluma, es hoy rarísima pieza bibliográfica, vamos a reproducir casi totalmente la nota que nos ocupa. Se titula El baile nacional, y dice así:
"No vamos a escribir un escucho acerca del baile nacional: el presente artículo es una simple anotación, que acompaña a la pieza musical que ofrecemos a los lectores de ata obra. "El baile popular de nuestro tiempo se conoce con diferentes nombres: se le llama tondero, moza mala, resbalosa, baile de tierra, zajuriana y hasta el año 79 era más generalizado llamarlo chilena: fuimos nosotros los que una vez declarada la guerra entre el Perú y Chile, creímos impropio mantener en boca del pueblo y en sus momentos de expansión semejante título: y sin acuerdo de ningún concejo de Ministros, y después de medicar en et presente título, resolvimos sustituir el nombre de chilena por el de marinera; tanto porque en aquel entonces la marina peruana llamaba la atención del mundo entero, y el pueblo se hallaba vivamente preocupado // 91// por las heroicidades del "Huáscar": cuanto por que el balance, movimiento de popa. etc. etc., de una nave gallarda, dice mucho con el contoneo y lisura .de quien sabe bailar como se debe el baile nacional. 
"Marinera le pusimos y marinera se quedó: por supuesto que por esntonces y para que la semilla fructificara, lanzamos no pocas letras picarescas a las que ponían música esos maestros ingógnitos que no se sabe de dónde viven, pero que nos sorprenden con sus músicas deliciosas. 
      Ven, china, ven 
      Ven y veras 
      Y veras a los chilenos 
      Que nos quieren gobernar 
“Al son de ese canto sucumbió la chilena y se levantó gallarda, como la bandera del “Huáscar” la marinera para llegar a ser arriada probablemente con mucha dificultad”. 
"El pueblo le ha tomado cariño y lo que el pueblo quiere, lo consagra con su bendición inmortal”. 
"El músico popular, el escritor limeño, el limeño más limeño de Lima que hemos conocido, ha sido José Alvarado a quien dedicaremos estudio, separado en el transcurso de la presente publicación. El compuso una linda camión callejera y sobre ese tema, una de las más preciosas limeñas, eximia pianista, la señorita R. A. nos ha querido regalar con la elegante marinera que ofrecemos en esta colección como una de las mejores de su clase." 
"Cántela U. y báilela, por ahora, que ya van saliendo los tonderos y demás resbalosas de la familia musical del Perú."
      Esto escribió Abelardo Gamarra. "El Tunante" en 1899. Sólo hemos suprimido la segunda estrofa de la Marinera con que rompió el fuego.

Aclaremos. El músico popular José Alvarado compuso una canción callejera y sobre su tema musical la pianista limeña hizo una Marinera. La letra es de Gamarra. Se ha dicho varias veces que esta fue la Marinera inicial o, mejor dicho, la primera chilena que recibió el nuevo nombre. No lo creo.

Gamarra escribió lo que hemos transcripto en 1899 veinte años después del cambio y habla de la música que publica como de un obsequio que le llegó cuando prepa//92//raba el libro. Este obsequio motiva la página y el recuerdo del cambio. El texto no contiene alusiones a la guerra; es una cancioncilla romántica, de asunto amoroso.

      Se publicó en Italia, después, una colección de piezas en que grandes titulares señalan a Gamarra como autor de los textos". Todos ellos fueron musicados por compositores identificados, y no por "maestros incógnitos que no se sabe dónde viven". La autora de la Marinera, R. A. en el libro, es Rosita A. en la colección. La versión del libro se titulaba Rasgos de pluma - Marinera; la de la colección que es idéntica, se encabeza con el rótulo de la especie, Marinera, y a modo de subtitulo dice "(La Decana), bautizada por el pueblo con el nombre de La Concha de perla". Aun cuando esta colección apareció en vida de Gamarra, sostengo que hay confusión.  La primera Marinera, que acaso fue la que decía “Ven, china, ven” a cuyo son "sucumbió la chilena", se habría perdido, como las subsiguientes.

      Pocas veces volvió a llamarse Chilena la danza nacional del Perú,  pero al lado del nuevo rótulo subsistieron atún tiempo el antiguo nombre peruano de Zamacueca y el de Cueca. Después, y hasta hoy, Marinera  se llama la danza peruana.

    Es evidente, además, que el conflicto armado dio nueva vida a la danza nacional en ambos países. En los salones, en las tertulias y entre la clase modesta de la ciudad, la Zamacueca reaparecía al final de la fiesta. El repertorio europeo había desalojado por completo a todos los antiguos bailecitos del país. El Carnaval de 1879 cayó en los días 23, 24 y 25 de febrero, y hubo danza, naturalmente, con detalles que se conservan en los periódicos de esos días: "La estudiantina Parisiense, con cuerpo de coros y orquesta, tocarán los bailes Cuadrilla francesa, Valses, Polkas, Danzas habaneras, Galop; después de las 4 de la mañana se bailarán, bajo la dirección del maestro Vadillo: Zamacuecas." Vadillo, que dirigió una compañía coreográfica viajera, se había radicado en Lima, al parecer, y montaba espectáculos de danza.

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     Fin de fiesta será también por estos tiempos en el teatro: ..."terminará el espectáculo con la Zamacueca." —dice El Comercio de Lima el 12 de febrero de 1878—; y en el Teatro Odeón, tres años antes, el 12 de noviembre de 1874, hallaremos la siguiente cartelera: "Baile de la aplaudida "Zamacueca chilena" por la Srta. Ortiz y Dueles y el Sr. Ramírez."

Charles Wiener90, arqueólogo y etnógrafo francés, anduvo en misión oficial un par de años por Perú y Bolivia, entre julio de 1875 y agosto de 1877. La primera parte de su libro contiene itinerarios e impresiones generales referentes a los lugares que visitó. Escribe, con respecto a Lima, entre otras cosas:
"También el limeño se divierte en su ciudad. Los toros, los maromeros, los cantores italianos y los cómicos franceses, ocupan y preocupan a los habitantes. Se danza desde el vals hasta la chilena, el baile de tierra y la zamacueca”…
       Sabe el  lector que el "baile de tierra" no es un baile  sino el género de los bailes  picarescos. Ya hablaremos de esto. Más, adelante, al comentar un baile indígena de la sierra, añade aludiendo a la poca gracia de los danzantes: "¡Ah! qué lejos estamos de la cueca, de la chilena, o del baile de tierra que tan graciosamente danza la criolla!”. En efecto, vio y celebró los bailes criollos tanto en la costa como en la sierra; notó las diferencias locales y nos dejó una descripción:
"En el Cuzco se baila, y, mientras ejecutan las danzas del país, los hombres y las mujeres pertenecientes a la buena sociedad son de una elegancia perfecta. Estas danzas, llamadas como en la costa, ya cueca, chilena, o baile o bailecito de tierra, toman en esta ciudad carácter muy distinto que en los salones de Lima. Tienen como la vida en general, enteramente guardado el carácter arcaico de la época en que emigraron de esas regiones con los españoles, a fin del siglo XVI. He aquí en qué consisten esos pasos a tres tiempos. El bailarín se coloca frente a la bailarina, y uno y otro agitan su pañuelo o cualquier pequeño chal, después hacen los "avant-deux", el bailarín da vueltas alrededor de su compañera que lo evita describiendo graciosas curva Estas curvas se cierran // 94// cada vez más, hasta que al fin el bailarín enlaza el talle de su compañera agitando triunfalmente su bandera. No hay generalmente más que un par de danzantes por vez. La monótona música de las cuecas se ejecuta en alguna guitarra o en alguna vieja espineta de la que existen muchos ejemplares auténticos en la ciudad. Los otros miembros de la sociedad asisten a este baile de dos acompañando con su canto la orquesta primitiva y tomando por texto los nombres de los bailarines indefinidamente repetidos. Después de los primeros diez v seis compases, el público se entusiasma, marca el compás golpeando las manos, suerte de aplauso cadencioso; se felicita a los bailarines por su gracia, por su animación y mientras esa vuelven a las líneas, una nueva pareja avanza, y al continúa. Se bosquejan después de un rato los pasos de valses, polcas y mazurcas, recuerdos muy lejanos de las danzas que nosotros llamamos así. He visto ejecutar una danza que se llamaba cuadrilla, pero no he podido comprender sus figuras".
        Esto es, en buena parte, la nacionalización de las danzas. Durante los años siguientes al de su retorno al Perú, la Zamacueca chilenizada recibirá ocasionalmente, como hemos visto, su nombre completo: "Zamacueca chilena". Demasiado largo. Muy pronto quedó reducido a "chilena". Y esta reducción  origina tal nombre: Así lo vemos en un aviso" de enero 3 de 1873: "Teatro Principal. Gran baile popular de máscaras, para la noche del 5 de Enero de 1873. Dos bandas de música tocarán alternativamente los bailes siguientes: polkas, mazurkas, vals, schottischs, habanera, chilena. El baile comenzará a las 11 y media y concluirá a las 5 de la mañana."

                Como se ve, "chilena" solamente, que no Zamacueca chilena. Antes, la Zamacueca fue siempre la Zamacueca peruana; no era preciso aclaración alguna. Pero desde que  entró en danza una Zamacueca chilena, la distinción pareció necesaria. Así se explica la cartelera del 15 de noviembre de 1873: "Gran baile de costumbres americanas: "Una fiesta en Amancaes"... en la cual se ejecutará "La Zamacueca peruana" por la pareja Expert-Vadillo". Los otros bailes americanos de la tal fiesta eran el Zapateo cubano, El Palomo mejicano y un Cucoyé final.

         Sin embargo, antes de que llegara la variante de Chile, //95// alguna vez las compañías extranjeras anunciaron la "Zamacueca peruana", probablemente por enfatizar el homenaje a las preferencias locales.

       André Bresson9, a quien hemos visto en Chile y en Bolivia, padeció o disfrutó siete años de exploraciones. Viajes y estadas en "l'Amerique Australe", y en 1886, ya en París, dió cuenta de sus andanzas en grueso libro. Estuvo en Lima corriente el año 1872 y allí vió las danzas nacionales en los dominios del pueblo. Seguramente no tomó precisa nota de los detalles, razón por la cual decidió refrescar la memoria y salvar la omisión consultando las bellas páginas que escribió antes Max Radiguet, otro francés con quien nos encontraremos páginas adelante. Como en casos análogos que ya hemos examinado, su testimonio vale por  lo que añade.
               
        Bresson, en pos de su compatriota, dice que la coreografía nacional no tiene más adeptos en los salones peruanos, de donde la han desterrado las exageraciones impúdicas del pueblo. Después nos ofrece su descripción:
"La bailarina tiene en su mano derecha un pañuelo desplegado al cual imprime un movimiento giratorio alrededor de cabeza, haciendo, al parecer, un llamado al compañero. Este, las manos en las caderas. o bien agitando también su pañuelo, se acerca con confianza; pero entonces la coqueta bailarina comienza una serie de piruetas con las cuales evita las miradas de su compañero, que busca en vano tenerla de frente. Entonces, simulando indiferencia, él se pone a bailar con ardor por su propia cuenta; la dama vuelve a su encuentro inmediatamente zapateando de una manen obstinada y provocadora, después retrocede y vuelve de nuevo a reconquistar su prestigio mediante un gran despliegue de gestos graciosos."
"El caballero, encadenado de nuevo imita las flexibles evoluciones de su compañera y baila con movimientos cada vez más vivos e irregulares." 
"A medida que la acción arrecia gradualmente, la danza toma un carácter extremadamente vehemente, los deslizamientos y las piruetas dejan lugar a los gestos apasionados." 
"Los bailarines, la mirada del uno clavada en los ojos del otro, parecen como electrizados: sin embargo, la mujer, por un último sentimiento de pudor, ensaya aún firme resistencia, pero //96// está completamente fascinada. Entonces, vencida, pasmada, desgreñada, jadeante, cae en los brazos de su vencedor en medio de los bravos frenéticos de los asistentes, embriagada por esta pantomima, por el alboroto y por las muchas copas."
       Esto escribió; y añade: "Es inútil, creo, repetir de nuevo, que ninguna dama de sociedad ejecuta esta danza, y que son generalmente las cholitas o las abundantes zambas, las apasionadas de la resbalosa y de la zamacueca."        

En este alboroto de los asistentes figuran las pintorescas frases con que alientan a los danzantes. Como faltan las peruanas en nuestra antología del clamor, acudiremos al culto y entusiasta  folklorista Fernando Romero[1], del Perú, .que ha publicado algunas en Pauta (1, 2, Buenos Aires, junio de 1939):

—¡Ahora es cuando!
—Éntrale, china
—(Qué buena china!
—Olamos!
—¡Qué bueno!
—¡Entrá!
—¡Ahora!
—¿Cuándo?
—¡Vamos a ver!

Me detengo con delectación en el clamor por muchas cosas. Una es que revela la comprensión del complejo discurso mímico a tal extremo que, no ya el “!Entra!” indicador de la objetiva arremetida, sino, por ejemplo, el abstracto "!Ofrécele!", es entendido cuando se hace y reclamado cuando falta. ¡Qué bello tema pan un ensayo! Me estoy acordando de un muchacho que clamoreaba la tremenda Zamacueca alcoholizada que vi en Surcos, cerca de Lima, hace quince años.... ¡Qué cosa!

 En el curso de este capítulo tendremos que consultar varias veces al famoso tradicionalista peruano Ricardo  Palma46. Este escritor fue, ante todo, un literato; especialmente, un relator de tradiciones. De modo que es indispensable considerar en general la validez posible de sus datos y agudizar la crítica en cada caso particular antes de utilizarlos como documentos históricos.

         Ricardo Palma nació en Lima en 1833. Hacia los 34 años de edad se sintió atraído por el género a que debe su renombre y, sobre la base de viejos escritos o testimonios de ancianos, escribió la parte primera y principal de sus tradiciones peruanas entre los años 1868 y 1872. Pero él mismo declaró que había en sus relatos "algo de mentira y tal cual dosis de verdad"; que recurrió "a las galas de la fantasía: que "mis que al hecho mismo, debía el escritor dar importancia a la forma", etc. Bastaría con esto para rechazar todo lo suyo pero es el caso que el mismo autor, por otra parte, insiste en destacar que sus relatos se fundan en investigaciones históricas. En cuanto a las verdaderas tradiciones, a las orales, suele Palma reclamar entero crédito, y hasta pide en un caso que se consulte a los viejitos "que presenciaron los verídicos sucesos que relatados dejo, y al testimonio de ellos —dice— apelo para que me desmientan, si en un ápice me aparto de la realidad histórica." En fin, la validez de sus relatos depende de las circunstancias.

       El párrafo que sigue, aun cuando aparece en una dudosa tradición, contiene una simple impresión personal de su medio y momento. Podríamos atribuirle la fecha de 1872 más o menos:
"La zamacueca o mozamala es un bailecito de mi tierra y que, nacido en Lima, no ha podido aclimatarse en otros pueblos. Para bailarlo bien es indispensable una limeña con mucha sal y mucho rejo. Según la pareja que lo baila, puede tocar en los extremos: o fantásticamente espiritual o desvergonzadamente sensual: habla al alma o a los sentidos. Todo depende de la almea."
      La afirmación de que la Zamacueca "no ha Podido aclimatarse en otros pueblos" es sorprendente. Palma estuvo en Chile cerca de tres años, entre 1860 y 1863. Y cuenta Angélica Palma, su hija, en ágil libro que dedica a la //98 // vida de su padre, que una dama chilena solía decirle "en términos muy chilenos": Habís estado de, remolienda, perro poeta." Es inadmisible que Palma haya andado de remolienda en Chile sin ver La Zamacueca.

Termina la tradición con la graciosa anécdota del arzobispo: 
"Refieren que un arzobispo vio de una manera casual bailar la mozamala, y volviéndose al familiar que lo acompañaba, preguntó: 
—¿Cómo se llama este bailecito? 
—La zamacueca ilustrísimo Señor. 
—Mal puesto el nombre. Esto debe llamarse la resurrección de la carne.
        La viajera norteamericana Madeleine Vinton Dahlgren88, a quien antes vimos en Chile, se nos presenta ahora en Lima  el día de Santa Rosa de 1867, mirando y anotando:
“Al atardecer la plaza se llena de quiscos, en torno y en las cuales el pueblo se divierte. La danza nativa Zamceceuca, pronunciada "Zam the quaker", probablemente no distinta de la vieja danza llamada "zambra", es libremente consentida allí y debe ser muy popular, porque en todas partes vimos rasguear de guitarras y alegres gritos del populacho. Nunca vimos esta danza, pero nos dijeron que no es agradable ni modesta. Hay una modificación culta de ella, ocasionalmente ejecutada con cierta música especial adaptada a sus evoluciones, en los círculos distinguidos, la cual naturalmente difiere del rústico abandono del original."
      Muy bien. No la ha visto y no sabe escribir su nombre, pero sugiere un origen. Seamos amables. Han ocurrido y ocurrirán cosas peores.

       Hemos visto que, hasta 1879, el nombre de Chilena aplicado a la Zamacueca, aparece con cierta frecuencia en los documentos. En el periódico El liberal18 de Lima, edición de setiembre 11 de 1867, hallamos la más antigua mención de este nombre (la más antigua de nuestro fichero). Su total ausencia en escritos anteriores nos está indicando que es éste el momento en que la Zamacueca retorna de Chile e impone su apellido local. Y como debieron pasar algunos años antes de que el nuevo rótulo se generalizase podemos admitir que la Zamacueca, con el nombre de Chi//99//lena, volvió al Perú en el lustro 1860-1865. Dice El liberal:

"Esta semana es de jaleo y rompe y raja para los mozos cocharquinos. Desde el sábado comenzó la cosa con noche buena y fuegos de artificio... Se pueden contar las jaranas por el número de tenduchas o chiribitiles que hay en Cocharcas. El mozo Cano y el niño Gato están en su elemento. Cuando pasábamos por una de esas cloacas, pespunteaba y cantaba uno de ellos esta chilena, siempre con los versos del día, se entiende:
 "No te caigas de la cuerda
Agarra bien la balanza,
Mucha vista a la tijera
Marianito, espada y lanza.
[Siguen siete cuartetas, y:]
Anda, don, dondorá
Con miedo está."

         Alusiones a personajes conocidos que no podernos identificar. Como las de la Argentina y Chile, interesa el pareado final.

         Debemos a Manuel A. Fuentes algunas referencias a la Zamacueca y un valioso recuerdo sobre los maestros de danzar. Fuentes dirigió El Mercurio en 1827-1828, y un ligero semanario político, El Murciélago, nombre que recibió de apodo el propio director. Publicó varios libros sobre cuestiones de derecho, estadística, etc., y era fino caballero y hombre de vasta cultura. Desagradado por las fantásticas descripciones que algunos viajeros habían publicado sobre las cosas de su país, dió a la imprenta su libro Lima23, en francés, cuyo prólogo suscribe en París en julio de 1866. 
        Oigámoslo, en cuanto nos interesa:
"Los días de gran afluencia, que son comúnmente los domingos y los lunes, se encuentran en los ranchos arpistas y guitarristas"... 
"se improvisan allí baila donde no se conocen la polka o la mazurka, sino la zamacueca. La zamacueca ha sido una danza nacional eminentemente popular; hoy que el galop, la polka y el valse vertiginoso han exilado de los salones aristocráticos el minué, el lundú y la cachucha, danzas favoritas de nuestros padres, la zamacueca se encuentra también condenada a no aparecer sino rara-mente en las reuniones Intimas de familia; pero en desquite, reina //100// siempre soberana en las reuniones de obreros, en las casas de mujeres de vida alegre y bajo los ranchos de Amancaes. Puesto que nos ha sido dado hablar, aunque de una manera accidental de nuestras antiguas danzas"...
                Si Fuentes incluye a la Zamacueca entre las danzas antiguas y escribe en 1866, debemos entender que dicho baile fue abandonado en los salones unos tres lustros antes. Añade el autor más adelante:
"La danza exclusiva de Amancaes es, como hemos dicho, la Zamacueca. La orquesta se compone de un arpa y de una guitarra; se añade a esos instrumentos una especie de tambor, compuesto comúnmente de cajón al cual se le desclavan las tablas para hacerlo más sonoro. Se toca este instrumento golpeando arriba con las manos o con dos mazos de madera. Es difícil darse una idea de la destreza y el oído que posee el negro para golpear cl cajón, marcar el compás y animar a los bailarines. Como el cajón es el alma de la orquesta se ha dado a la zamacueca el nombre de polka de cajón." 
"La música e acompaña siempre con !a voz de dos o tres negros; y al fin de cada copla, los bailarines que quieren o saben cantar, repiten el refrán en curso. Esos finales se llaman fugas: mientras se cantan, los movimientos de los danzantes son más rápidos y más lascivos. La zamacueca, aun conservando su carácter coreográfico y musical, ha sufrido algunas modificaciones y recibido diferentes nombres; ha llevado sucesivamente los de maisito, ecuador, etc.; hoy se llama zanguaraña. Los poetas que componen canciones para la zamacueca apenas se destacan; la mayor parte son de los guitarristas mismos, en quienes el aguardiente enciende el fuego sagrado de la poesía."
                Antes del libro que hemos comentado, en 1860, Manuel A. Fuentes22 entonces abogado de los Tribunales, dio a las prensas una Guía / histórico-descriptiva / administrativa, judicial y de domicilio / de Lima. Tiene este libro en la página 265 un breve capítulo rotulado Bailes nacionales y en él una sintética visión de las danzas y sus antecedentes:
"El severo y ceremonioso minué, el mesurado vals de tres tiempos, el acompasado londú y la expresiva cachucha dejaron, hace años, los salones para cederlos a la voluptuosa polka, a la estrepitosa galopa y al tempestuoso vals de dos tiempos. La zamacueca ha tenido también que abandonar los salones de alto tono, para impe//103//rar, con siempre igual fuerza, en la casa del obrero y de la mujer de vida alegre." 
"Antes, el baile de mayor etiqueta, sin exceptuar los oficiales, terminaba con la zamacueca que desde las once de la noche en adelante no permitía ninguna clase de bailes serios. En el día se polkea y se galopa toda la noche, y la polka de cajón, disfrazada bajo los nombres de Ecuador, zanguaraña y otros diferentes, ha quedado reducida, como lo hemos dicho, a no lucir sus lascivas bellezas sino entre los sectarios de Baco, o entre la gente de buen humor."

Reproducción publicada en 1866, por Manuel A. Fuentes

                Si se lee con detenimiento este segundo escrito y se lo compara con el primero, puede uno llegar a la extraña conclusión de que la Zamacueca se llamó también "polca de cajón”. Aquel incógnito "Omar" que publicó en Buenos Aires y en 1885 un artículo sobre la Zamacueca, decía (en párrafo no trascripto por mí en su capítulo) que en la fiesta de Amancaes...."el público baila a sus anchas las danzas nacionales y especialmente la zamacueca conocida con los nombres de polka de cajón, maicito, ecuador y zanguaraña"...

                En el año 1859 apareció en Lima un prospecto titulado La zamacueca Política36. Era una crítica a la conducta de los hombres públicos de su momento, pensada y escrita con la parcialidad característica del género.

"Efectivamente —dice al panfletista—, en este país, no de fandango sino de zamacueca, el tonto que no zamacuaquea, necesariamente muere triste, para que su cadáver sea enterrado sin mortaja y de limosina."

"Ora pues, que el país es de pura zamacueca, es cosa que no tenemos necesidad de esforzarnos en probar, puesto que está a la vista de todos. ¿Quién no baila en Lima la zamacueca?"

         Añade el autor que bailan los libertos día y noche y que son zamacueca los diversos grupos de funcionarios o profesionales (militares, empleados, jueces, abogados, frailes, etc.). En fin, que la marcha de los gobiernos y de la política le recuerda..."ese baile nacional tan popular y tan sui generis, baile igualmente caprichoso y falto de decoro //104// y dignidad"... Esto, precisamente, es lo que el autor quería demostrar. Algún valor tiene, sin duda, la opinión de un limeño en cuanto nos interesa: la gran boga de la Zamacueca entre el pueblo y el carácter poco respetable que habla adquirido. Pero es más útil para nosotros este párrafo en que baraja nombres:
"Añadiremos en conclusión y para hacer tangibles todos los puntos de contacto que existen entre estas dos cosas que al parecer distan una de otra inmensamente que el pueblo disfraza constantemente su baile favorito llamándole Toro mata, maicito, mozamala, zanguaraña, etc. pero en el fondo siempre es la antigua zamacueca, del mismo modo que nuestros políticos”.
         En 1861 apareció en París el libro Voyage dans l'Amérique du Sud: Pérou et Bolivie  de Ernest Grandidier39, que anduvo por el continente años antes. También vió el autor el baile peruano, pero algunos de sus párrafos demuestran que leyó y aprovechó ideas de Max Radiguet. Escribe Grandidier:
“La samacueca o sambacueca, danza nacional, de aires libres y poses lascivas, está hoy día relegada en la clase baja: La contradanza ha hecho su irrupción en el Perú y ha destronado en parte a la zamacueca. 
Para estudiar las costumbres he tenido la curiosidad de asistir a varias fiestas de negros, con la intención de ver bailar la samacueca. Yo me contentaré de describir la composición de la orquesta, sin hablar de las poses de los danzantes pocas, en relación con la castidad de nuestras costumbres y el respeto de las conveniencias. La música, al son de la que el cholo o el negro ejecuta las figuras de su danza predilecta, es monótona y un poco lúgubre, lo que se puede juzgar por la siguiente enumeración: la viguela o guitarra es el instrumento indispensable, las negras cantan en coro, con sus voces estridentes y roncas, los versos de circunstancia y palmean, mientras que una chola bate en cadencia una tableta poco espesa que da sonidos más o menos armoniosos. 
La chicha y el aguardiente incitan a los danzantes, renuevan su energía y su verbo dándole nuevas inspiraciones.”
"La zamacueca" A. A. Bonnaffé

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La reproducción literal de estas opiniones tiene por objeto proporcionar al lector nuestros propios elementos de juicio, bien que por momentos y secundariamente, incurramos en labor antológica.

De mediados del siglo son las impresiones que publicó F. D'Abadie14 en su libro A travers l'Amérique (2ª. ed. París, 1859). Coincide con los que lo precedieron, a veces hasta en las palabras:
"La danza gota de gran favor en Lima; sólo que el vals, la cuadrilla y la polca han destronado allí a las danza; nacionales. Las limeñas ya no quieren bailar sitio a la europea, y apenas se ejecuta todavía era los salones de tanto en tanto, una zamacueca.” 
“La zamacueca es un baile de dos muy original que permite a los bailarines hábiles mostrar su expresividad. Empiezan con movimientos de extrema languidez, esa que se agita un pañuelo que pasa de una mano a la otra y cuyas evoluciones significativamente unidas a húmedas miradas, alienan a los compañeros que representan dos enamorados. El aire de la zamacueca, al principio lento y vago, se acentúa poco a poco y anima a los danzantes que ejecutan fogosamente una pantomima delineada por la pasión. La zamacueca es más o menos indecorosa según los actores.”
Pero es muy original suya esta curiosa observación: ..."y el ruido de los besos se mezcla con los sonidos de la vihüela, que anuncia zamacuecas descabelladas."

Llegó a Lima en 1856, cumpliendo largo itinerario, la excelente compañía coreográfica que dirigían y animaban sus primeros bailarines Celestine Thierry y Oscar Bernardelli, esposa y marido, y El Comercio16 anunció para los días setiembre 6 y julio 31 los actos que la compañía dedicó al gusto local. El primero: "Teatro... la Srta. Thierry bailará uno de nuestros graciosos bailes populares: "La Zamacueca". Como no recuerdo bien... ignoro si esta “señorita" era una hija o un error de imprenta o de copia. Lo que fuere, es probable que al son de la música popular haya bailado sola y con pasos de punta. El segundo: “Teatro… "La Zamacueca Peruana" bailada por la pareja Thierry- Bernardelli.” Estos son los esposos; y la danza habrá sido rosa más parecida a la versión popular, pero no exenta de //108// fantasías académicas. Suposiciones mías; pero ha de recordarse que en su temporada de Buenos Aires, ella bailó la Polca en punta, y que tales trastrueques o innovaciones son típicos del género teatral.

Si es probable que nuestra danza se haya bailado de punta en el teatro, no hay dudas de que padeció en la escena, ya al promediar el siglo, algunas de las modificaciones impuestas por el gusto. Las carteleras del 20 de julio de 1851 anuncian un "Baile de la Zamacueca abolerada." Y meses antes, el 3 de diciembre de 1850, tenemos otra novedad: "Baile de la "Gran Zamacueca fantástica" en la que el Sr. Majin Casanova ha intercalado algunas figuras nuevas, sometiéndose en todo a la cadencia característica de este gracioso baile que bien puede decirse sin mentir es exclusivamente peruano." (V. La Revista33, No 73, Lima, 1850).

Seguramente hubo tomas de una o de las dos manos frente a frente o espalda con espalda, —supuesto, como creo, que Casanova haya bailado con la hermana— y otras suertes capaces de justificar el carácter de "fantástica" con que se anuncia. Y en cuanto a la exclusividad peruana, se ignoraba en el teatro que la Zamacueca había arraigado en varios países, y que Chile estaba elaborando la variante que retornó al Perú con tanto ímpetu como a la ida.

Antes de la Zamacueca "fantástica", Casanova había hecho otra de esas cosas que hoy llaman "estilizaciones". En efecto, El Comercio del 20 de Noviembre de 1850 dice que "para complacer a muchas personas, el Sr. Casanova ha hecho una nueva composición de la graciosa danza peruana, dándole una forma muy elegante, y al mismo tiempo adecuada para el palco escénico, la cual dedica al bello sexo de Lima. Su título es "La Gran Zamacueca teatral"; ejecutada por los hermanos Casanova.”

Estas exhumaciones teatrales estimulaban añoranza entre la gente de las clases ilustradas La Zamacueca tuvo en los salones de Lima, como en los de Chile, precaria boga, y al promediar el siglo se sentía que algo entrañable se //111// había perdido. La carta de Lastarria34 a Sarmiento, que se publicó por vez primera en El Comercio de Valparaíso el 6 de enero de 1851, interpreta el momento:
"La alta sociedad de Lima no es ya limeña: hombres y mujeres han adoptado los usos y trajes de la culta Europa. Los cholos tienen sus zambras bulliciosas en que las cuerdas de la guitarra y el jaleo monótono pero ardiente de todos los circunstantes, animan a la pareja que corre y se cruza siguiendo los balancés de la zamba-landó; el fuerte almizcle se confunde allí con el olor de los negros y de los candiles, y todos estos vapores dan al cuarto una atmósfera tan densa como la de la ciudad. En los salones elegantes del Presidente de la república, del General La Fuente, del Sr. Amero y de otros altos personajes alternan la polka, el valse y la cuadrilla; se oyen las melodías de Bellini y de Donizetti y se aspira ámbar y flores”. 

"Una señora de 2ª rango bailando la Samba cueca" - Pancho Fierro?

Mis reservas con respecto al rótulo de Zambalandó, y prosigamos.

Paul Marcoy40 publicó en 1872-1873 sus notas de largos viajes que hizo entre 1818 y 1851 desde el Atlántico hasta el Pacífico por la América del sur. Varias veces y en diversos ambientes y lugares tropezó Marcoy con la Zamacueca. En una tertulia familiar a que asistió en Lauramarca, bailaron largamente el vals los viajeros y las niñas criollas. Luego —dice— les pareció a todos demasiado estirado el Vals para satisfacer el deseo de movimiento de que estaban poseídos, y lo sustituyeron por las danzas del país. Y añade que "desde el maicito hasta la Moza mala: desde la zamba-cueca hasta el Pajarito todo el repertorio local fue pasado en revista"...

         En la región del Titicaca, al sur del Perú, otra vez estuvo Marcoy de tertulia: y entonces observó que cuando el humor de los invitados lo consiente, las "damas pueden hacer un poco de música y hasta intentar entre ellas una sambacueca sin contrariar las leyes del decoro o la conveniencia." Por las casas de baile, en cambio, muy distinto era el cuadro. Vio en Acopia a "varios jóvenes de la localidad, arremangados, los sombreros abollados, en tren de danzar las samacuecas, prohibidas a la hora en que los reverendos //112// padres duermen la siesta"... Finalmente relata un cuadro que se le presentó en Arequipa. Bajo los efectos de la bebida traidora —escribe— que fermenta bien pronto en sus cerebros, todos los convidados se levantan. Las guitarras hacen oír un rasgueo triunfante. Las mujeres desarrugan los volados ajados de sus vestidos, los hombres despliegan sus pañuelos, la zamacueca llama a los danzantes.

        He aquí una "tradición" de Ricardo Palma'" que debemos acoger con cautela. No es una tradición sino un episodio que habría ocurrido en "los tiempos de mi mocedad". Entendamos que hacia 1850.
"La misa de aguinaldo, en buen romance, no es del todo cantada ni del todo rezada.- "Una orquesta criolla, con cantores y cantoras de la hebra, hacía oír todos los aires populares en boga... ''Lo religioso o sagrado no excluía a lo mundanal o profano." "En las misas de aguinaldo de mi tiempo la jarana era completa. Había hasta baile. Un grupo de pallas bailaba el maicillo, cantando al Niño Dios versos como estos: —Arre borriquito — vamos a Belén-" etc. "Al final de la misa tocaba la orquesta el himno patrio o la marcha bélica de Uchumayo, o un vals, o rompía con una estrepitosa zamacueca u otro bailecito de la laya."
Dicho lo cual y algo más a título de antecedente, el tradicionista aborda el episodio: "A la moda estaba por entonces, entre la gente alegre de mi tierra, una zamacueca llamada el se vende, nombre motivado por el estribillo de la letra cantable. La primera vez que junto con el ite misa est hizo la orquesta oír el se vende, necesitó el clérigo de Dios y ayuda para dominarse y vencer la tentación." Abrevio el relato de Palma: el cura llamó al director de la orquesta y le prohibió que tocara la zamacueca: el público expresó su desagrado, y un buen día la orquesta atacó, de nuevo la pecaminosa danza; el cura perdió el tino y se puso a escobillar...

     Dejemos de lado el escobilleo. El episodio parece, más que extraño, simplemente absurdo. Sin embargo, casi todo es completamente verosímil. Paul Treutler cuenta que en //113// el año 1859, mientras todos se encontraban de rodillas y rezando en una iglesia de Talcahuano. "un organillo tocaba una polka y algunas de nuestras conocidas canciones callejeras!" En el año 1937 yo mismo oí una orquesta que tocaba huainos a la salida de misa en el atrio de la Iglesia San Sebastián, cerca del Cuzco, y el coro de monjas de un convento me impresionó hondamente con su repertorio de doloridos yaravíes. En cuanto a la sensibilidad  de algunos sacerdotes criollos a los influjos de la zamacueca ya hemos visto relatos de viajeros suficientemente expresivos.  Y veremos más.

      Al mismo Manuel Atanasio Fuentes debemos la crónica de un baile de máscaras que se realizó en el teatro Principal. Dice Así:
"El pueblo soberano pidió la segunda noche zanguaraña o zamacueca; la orquesta tocó una cosa que ni el diablo adivinara lo que era: pero las parejas se pusieron en facha y las mozas malas con los mozos no buenos, bailaron con tal donaire, gracia y desenvoltura, cual si se encontraran en una taberna de Malambo. Se hizo prevenir al Director de la orquestar que no repitiera tal zamacueca pero el pueblo soberano, capitaneado por un Señor Teniente Coronel, cuya carrera es toda una zanguaraña, pidió otro... otro... y zanguaraña se tocó y bailó... y la orden de la autoridad se eludió por los gritos del jefe. ¡Lo que valen un par de charreteras!
Hemos atravesado la línea divisoria del medio siglo. Ahora nos internaremos, tiempo atrás, por la primera mitad, hasta que hallemos a la gran danza recién nacida.

       Por estas fechas, y a pesar de los salones, la Zamacueca está en la plenitud de su gloria. Se baila en las tres Américas. El teatro la presenta en todas las formas posibles. El 28 de julio de 1849 se anuncia que ascenderá al escenario el "Baile de las Boleras de la Zamacueca", y el 26 de abril del mismo año "Las preciosas boleras de la Zamacueca" llaman a los espectadores desde las carteleras. Antes, el 10 de mayo de 1847 un aviso nos invitará a presenciar el "Baile de la Zamacueca limeña por las Srtas. Fedriani"; suponemos que una de ellas habrá vestido el traje masculino —detalle común—. Eran artistas de una compañía //114// dramática en viaje y agasajaban al público de Lima con el espectáculo de la danza local.

A esta altura tendremos el gusto de ver en la escena en plena danza a dos figuras excepcionales. Una es la del gran actor argentino Juan Aurelio Casacuberta, también experto en bailes de salón, que había llegado de Chile y que hallaría sensible muerte, a su regreso a Santiago, inmediatamente después de representar un intenso drama; la otra es la señora Pinilla. Y hablo de figuras excepcionales, en plural, porque se me ocurre que la compañera de Casacuberta debió ser una de las tres legendarias petorquinas, locura de Chile, su patria, de donde venía la compañía. El aviso14, fechado el 7 de octubre de 1845, dice con rutinario  laconismo: "Juan Casacuberta bailará acompañado de la Sra. Pinilla, por primera vez en Lima las lindas boleras nuevas nominadas de la "Zamacueca".

En el capítulo de Chile nos entretuvimos con el marino francés Max Radiguet, que viajó por el Pacífico desde 1841 hasta 1845. Este brillante escritor se detuvo en Lima en 1844 y publicó después en su libro citado bellas descripciones y observaciones sobre las costumbres del Perú57. Leamos, primero, su visión panorámica de la danza de los salones limeños:
"En Cuanto a la coreografía, no arroja sino furtivas lumbres: la zamacueca, la resbalosa, la zapatea, y otras danzas nacionales llenas de carácter, apenas encuentran hoy intérpretes en los salones. Eso se debe sin duda a las triviales exageraciones que las bajas clases les han hecho sufrir."

     Y aquí explica Radiguet la razón de tales reservas: 

"Las jóvenes bailarinas, viendo aparecer en los labios de los hombres una sonrisa equivoca, han acabado por intuir que se atribuía a su inocente pantomima un sentirlo sospechoso, y desde entonces han debido renunciar a esas ocasiones de exhibir en público tesoros verdaderamente incomparables de gracia y de flexibilidad. El historiador-viajero Stevenson observa, hace ya veinte años, con satisfacción regocijante, que nuestra monótona cuadrilla, que él llama "la agradable contradanza", comenzaba a destronar en el Perú a las danzas nacionales: el proceso está ya casi cumplido. Aparte la contradanza española, especie de vals de pausado movimiento con un gran número de figuras, los bailes del gran mundo limeño no difieren sensiblemente de los nuestros, y si se quieren //117// recoger en este género algunos atisbos de color es necesario buscarlos sobre todo entre las clases populares”.

     Pero las limeñas aman la Zamacueca. Si un piano o una guitarra lanzan a la calle rumores de baile desde una casa de la clase media y los paseantes se acercan por curiosidad y espían por las rendijas, suelen ver, entonces —dicho con las palabras de Radiguet —una muchacha que, replegados los brazos bajo su chal, según la costumbre, se balancea delante de un caballero, por completo entregada a las delicias de la zapatea o de la zamacueca, mientras los abuelos sentados en torno de la sala cantan en coro palabras burlescas sin abandonar la grave inmóvil postura de las estatuas egipcias”.           

      En otra oportunidad el viajero francés asistió a una tertulia familiar y allí  “las muchachas tendidas  en una hamaca que alcanzaba en diagonal los extremos de la habitación, cantaron romances acompañándose con una guitarra y la velada terminó con zamacuecas que a mi pedido, ejecutaron con una desenvoltura muy peruana."

Deseoso de apurar las novedades del "color local", Max Radiguet asistió a la fiesta de Amancaes. Escojo estos párrafos:
"Hacia la fiesta de San Juan, las montañas áridas que rodear Lima se cubren de un rica cosecha de flores de un amarillo de oro, como si tus tesoros de la tierra surgiesen a la superficie. Esta flor a la que se da el nomine de Amancaes, ha dado su nombre a la fiesta. La turba se traslada para recogerla hacia un punto de la montaña en que de ordinario crece en gran abundancia. Para llegar hay que atravesar una llanura cubierta de tiendas y de ranchos, de los que se escapa, mezclado al concierto burbujeante de las pailas y las cacerolas, el son de las guitarras y de los tambores. Cholos, zambos y negros se detienen en la llanura. Ahí dan pábulo a sus robustos apetitos y se entregan a las coreografías más extravagantes. Los negros, sobre todo, desnaturalizan las danzas graciosas y apasionadas del Perú, introduciendo en ellas las posturas grotescas y los impulsos desordenados de sus bambulas africanas." 
    Cuenta el viajero cómo va después la turba a las colinas a recoger las flores y cómo, a la caída del sol, montan todos a caballo —las mujeres a horcajadas—. Y añade: "Hay que ver entonces a zambas y cholitas, ebrias de zamacueca y de aguardiente de Pisco, la frente bañada en sudor, los //118// cabellos esparcidos, las narices dilatadas, hundir las espuelas en los flancos de sus caballos, hacerlos encabritar o volver bruscamente sobre ellos mismos para no atropellar a un peatón torpe, lanzarlos después de nuevo y pasar como el vértigo a través de una multitud en donde cien caballos, obedeciendo a voluntades diferentes, atestiguan con sus maniobras inofensivas la habilidad de quienes los dirigen."

Dejemos al marino francés y desdeñemos otras menciones suyas de la Zamacueca, porque tenemos que ver algo en el teatro.

A Lucia no le gustó que una de sus pupilas le coqueteara a su festejante y abandonó la fiesta con ellas. Le desagradan las danzas picarescas; prefiere…

"Que bailen la contra danza,
el ondú, la pieza inglesa,
o así cualquier otra pieza
seria y digna de alabanza;
pero la tal moza mala,"

Todo esto y mucho más ocurre y se dice en el escenario, de acuerdo con el libreto de La Moza Mala, comedia en un acto de Manuel A. Segura 69 estrenada en Lima el 6 de diciembre de 1842. ¿Quiere decir esto que la Moza mala era una danza "moderna" por esa fecha?

Dos años antes, el 13 de febrero de 1840, hallamos otra vez la Zamacueca en el Teatro: Esta vez, según la cartelera, "la Srta. Aguilar bailará la Guaragua conocida por "La Moza Mala" o "Alza que te han visto". Y es interesante el dato, porque la correspondiente página musical se publicó décadas después, como veremos. Tenemos, pues, a nuestra disposición, una Zamacueca —como tal se imprimió de las que alcanzaron gran popularidad a pocos años de la exaltación.

Y ahora que encontramos la voz guaragua como genérica de las picarescas, no está de más introducir un poco de confusión. Parece que los nombres de Mozamala, Zanguaraña y Tondero han enriquecido en algún tiempo el repertorio de nombres de la Zamacueca, y que las que con tales  //121// rótulos han variado son desprendimientos de ella, como la  Resbalosa, acaso Polca de cajón fue otro nombre de la Zamacueca. Y en cuanto a Maicito, Ecuador, Toro-mata y Zambalandó (Zamba-lundú), que se nos presentan como rótulos de la gran danza, en estudio, por ahora.

      Con las noticias que nos dejó el comandante Charles Wilkes91 nos acercamos a los lustros iniciales de la Zamacueca. Wilkes, que hizo largos viajes de exploración por el Pacífico entre los años 1838-1842 al mando de una expedición norteamericana, llegó a Lima en 1839 e hizo apuntes sobre las costumbres de sus habitantes. Lo que nos interesa dice así:
“La danza es su diversión favorita. El baile en que más se deleitan es uno nacional llamado la zamacueca, y no hay palabras para dar idea de su vulgaridad y obscenidad. Creo que es una feliz circunstancia el que esté confinada a este país. Un día de Amancaes podría desbaratar años enteros de moralización. Luego dice: “La música a cuyo son danzan consiste en una pequeña guitarra acompañada con la voz y la percusión del compás; el tiempo es sumamente monótono, en cierto modo se asemeja al de la seguidilla española."
Es que por boca de estos viajeros hablan las naciones, los círculos sociales, los hogares, las tendencias personales; es que la Zamacueca, humana y múltiple, fue esto y lo otro, además.

Como Ricardo Palma48, a fuer de tradicionista, es policromo, puede presentársenos en cualquier página de esta historia. Aquí lo tenemos de nuevo, y otra vez debemos tratarlo con amable cautela.

                La danza, con su nombre y hasta con sus versos, suele aparecer en las tradiciones de Palma corno elemento decorativo. Así, en el episodio titulado La proeza de Benítez, que ocurrió, a juzgar por las circunstancias, en 1835.

                El general Salaverry encomendó al capitán Benítez, el traslado de doce mil pesos. Regresaba el oficial con sus diez y seis lanceros cuando dio con un grupo de jóvenes en plena danza. Y aquí viene el detalle que, probablemente imaginado por Palma, bien pudo ser histórico:

122
"Se zamacuequeaba de lo lindo, con arpa, guitarra y cajón" —dice—. Ciertamente, estarían bailando; pero, ¿bailaban precisamente la Zamacueca? Como la clase de danza es por completo secundaria y como se bailarían varias distintas, es claro que la tradición no habrá retenido cuál o cuáles eran, y mucho menos las dos estrofas que reproduce el tradicionista.

Por lo demás, el capitán se quedó en la fiesta, el piquete siguió con el dinero, aparecieron los montoneros, derrotaron a los soldados y apresaron los caudales; oyó el capitán los tiros, voló, rehízo a los dispersos y recuperó la valiosa carga. Como se ve, el nombre de la danza, por indiferente, es una suposición: los versos serían los primeros que recordó Palma al escribir la tradición.

         Un periódico de Lima, El hijo del montonero17, dio en su edición del sábado 8 de noviembre de 1834 varias estrofas burlescas que contienen algo así como una invitación a las diversiones. La segunda estrofa dice así:

"Deje la madre soponcios
Huso, almohadilla y rueca,
Que ya viene a quien le gusta
Un rato de samacueca."

Y otro periódico, por lo visto, padre del anterior, puesto que se llamaba El montonero20, publica el 30 de agosto de 1834 el aviso del teatro: "Para el jueves 4 del corriente la compañía cómica deseosa de agradar a tan respetable público, ofrece el famosísimo drama en 3 actos titulado / Las costumbres limeñas / o / La infamia de Felipe / A continuación se bailará la Samacueca y concluirá con el divertido sainete"... etc. Fue muy grande, como se ve, la colaboración del teatro en la exaltación de la Zamacueca.

En 1834 la danza limeña gozaba ya de gran aceptación en el Cuzco, donde la vio el capellán del Presidente, don José María Blanco: ..."los casamientos —escribe en su diario— se celebran con tres días de canción y baile: los más favoritos son los bailes llamados "La Bomba", "la Tormata", "El Llanto" y "La Zamacueca."

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         William S. Ruschenberger62, médico norteamericano al servicio de la marina, viajó por nuestros mares entre los años 1831 y 1834 y publicó en 1835 su libro Three years in The Pacific. Hasta ahora y según mis cuentas, este es el viajero que vio la Zamacueca en fecha más antigua. Vamos a reproducir el interesante cuadro que en 1833 le deparó la fiesta de Amancaes:
"En un rancho, estaban dos africanos danzando la "samacueca" con música de mi harpa rústica, acompañada por las voces nasales de dos negras vistosamente vestidas y con los cabellos rizados y adornados de flores. Una estaba sentada en el suelo golpeando a compás en el cuerpo del instrumento con sus palmas. La bailarina estaba vestida de blanco, con volantes basta la rodilla, y un chal de algodón de colores vivos anudado a las caderas con el objeto de acortar considerablemente la falda. Los brazos estaban desnudos y brillando en negro puro; en una mano sostenía un pañuelo blanco, que hacia revolar una y otra ver por el aire, mientras con la otra sostenía su vestido por detrás. Su pelo, semejante al de todas las negras, estaba rizado a cada lado y salpicado de jazmines y amancaes, y un sombrero de Guayaquil, de alta copa bien parado en la cabeza. Su compañero de danza usaba amplio calzón corto de color canela, abierto en la rodilla con botones de plata sobre medias y calzoncillos blancos, que se veían por la abertura, bordados con un alegre motivo; una chaqueta blanca, tan corta como para mostrar la camisa entre su borde y el cinturón de las bragas. También él usaba alto sombrero de Guayaquil. Era más bien avanzado en años, su piel más negra que el ébano y su rostro más bien delgado. Ambos estaban fumando y brillantes en el verdadero lustre africano. La danza consistía en avances y retrocesos del uno hacia el otro, en un rápido arrastrar de pies al compás de la música, y ocasionalmente ejecutaban los más lascivos movimientos, para gran regocijo de los que miraban. 
Hay otras dos danzas de carácter similar, llamadas El Chocolate y El Zapateo, que sólo difieren en el canto que los acompaña. Aunque lascivas y vulgares a los ojos de los europeos, estas danzas son ejecutadas (con alguna modificación, sin embargo) en los bailes públicos y en las tertulias. Modales y vulgaridad son convencionales en cada país."

Todo lo ha dicho en esta sentencia el último viajero y lo dicho vale para cuantos lo precedieron en estas páginas y por el mundo.

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       Hemos llegado al momento en que la Zamacueca atraviesa el penoso lustro de su ascenso.

El 10 de febrero de 1831 la cartelera del Teatro anunció para ese día, que era jueves, ..."el gracioso baile del país "La Samacueca" por las Sras. Lagunas y Juliana." Sin duda alguna este mismo anuncio se publicó un par de días antes, porque un indignado vecino de Lima envía al diario La miscelánea55  del miércoles 9 la siguiente carta:
Señores Editores: 
"El teatro ha sido una escuela donde se ha corregido el vicio; mas según estoy viendo sirve para corromper la sana moral, y buenas costumbres pues se nos están presentando bayles indecentes como la soga, la zamacueca y otros, en una casa donde se debe guardar aquel decoro debido a los ciudadanos que a él asisten.” 
“La zamacueca es un bayle propio de personas corrompidas porque vemos que jamás se acostumbra en ningún estrado de gente honrada, por esto mismo nos sido sensible que el señor juez del teatro cuya virtud es tan decantada consienta que para el jueves se halla convidado a tales indecencias." 
                            Un limeño amigo de su país".
La protesta del vecino tiene gran importancia para nosotros. El trata de impedir que la Zamacueca se baile en la función del día siguiente, pero su párrafo "se nos están presentado bayles indecentes'', significa que esta danza se había ejecutado en una o en más funciones anteriores. Indica, además que probablemente en esa temporada, la Zamacueca ascendió por primera vez al escenario como fin de fiesta. Por otra parte, ignora que ya se está bailando en los salones o finge desconocer su ascenso para mayor eficacia de la condenación.

Con seguridad, son estos los tiempos iniciales de la danza. Veamos la definitiva confirmación.

En agosto de 1830 se representó en el teatro de Lima la comedia Los frutos de la educación del autor peruano Felipe Pardo. Y en su número del día 10, El mercurio peruano19 publica un diálogo en que se hace la crítica de dicha obra. Uno de los locutores se expresa así:

"—Yo le diré a Vd. "Los frutos de la educación" o las cos//127//tumbres el asunto de la comedia: y para presentar dos ejemplos de estas costumbres y de estos frutos saca el poeta al teatro a un Don Bernardino a quien pinta con los colores más denigrativos; haciéndole un compendio de todos los vicios además de estúpido, ignorante, y vestido con la mayor indecencia: y a una doña Pepa tan baja y abandonada que por baylar la Samacueca perdió un casamiento ventajoso. Por esos dos personajes tan originales quiere que se juzgue a todos los limeños y de todas las limeñas. —Yo no puedo creer tanto... Ahora pues, dice Vd. que doña Pepa baylaba "Samacueca", baile que sólo se estila desde tres o cuatro años a esta parte"...

Muy bien. Basta. El autor de la crítica, que escribe en 1830, dice que la Zamacueca "se estila" desde hace tres o cuatro años, es decir, desde 1827 o 1826. "Se estila" significa que fue acogida por las clases superiores. La moda siempre es la moda en altos círculos. Además, el marino norteamericano la vio "en los bailes públicos y en las tertulias" en 1833. Al redactar su nota, más o menos a vuela pluma, el periodista tiene una sensación no muy concreta del año en que la Zamacueca adquiere notoriedad y boga, y la formula en términos nada rígidos. Estos "tres o cuatro años" pudieron ser cuatro o cinco. Es evidente que al crítico se le escaparon los primeros pasos de la Zamacueca. Porque, de una general confrontación de documentos y posibilidades, resulta, para mí, que esta danza apareció en los salones de  Lima o, por lo menos, en las tertulias, el año 1824. 

Antes me parece difícil. El limeño de la carta que vimos acusa el impacto teatral en 1831; si la Zamacueca hubiera ascendido diez años antes, un 1821, tardía era la queja, aunque no imposible. Además, parece que ningún documento la nombra antes de 1824. No lo hemos hallado, al menos. Se siente por estos años en la Zamacueca un sabor a cosa recién nacida. El viejito quejoso decía que jamás se acostumbraba "en ningún estrado de gente honrada"; sea o no exacto, el hecho es que después se bailó en todos. 

Después de 1824 no pudo ser. El memorialista chileno José Zapiola92 nos dijo que, al regresar a Santiago de un viaje a Buenos Aires —que duró desde marzo de 1824 hasta mayo de 1825— se encontró con la novedad. Cierto es que //128// Zapiola anota sus recuerdos muchos años después, pero yo creo, como hurgador profesional de memorias en las encuestas rurales, que los recuerdos alcanzan la más alta precisión cuando se enlazan con algún acontecimiento o son referidos a él. Por eso siempre trato de ayudar al sujeto folklórico mediante el jalonamiento de su pasado con sus propios sucesos: el servicio militar, el casamiento, etc. En el caso de Zapiola, la fecha se respalda en un viaje de catorce meses, de que al cabo resulta la sorpresa. Si la Zamacueca hubiera surgido en 1826 y llegado a Chile el mismo año, Zapiola no se habría sorprendido en 1825 al volver de Buenos Aires; si hubiera aparecido en 1822 o 1823, habría la llegado a Chile antes de que Zapiola se ausentara, y tampoco hubiese habido sorpresa o novedad. Es necesario recordar que el artista chileno era por entonces ineludible músico de las orquestas de salón, y que él mismo dice, con respecto a todos los recuerdos de su libro, que a los sumo se puede haber equivocado en un año. Por otra parte, no debe sorprender la migración de la Zamacueca de Lima a Santiago a los pocos meses de su aparición. Ambas capitales estaban en permanente comunicación por la directa vía marítima y las danzas triunfantes se difunden con rara prontitud.

La Zamacueca, en conclusión, después de un período de coordinación en penumbra, se presenta al mundo limeño en el año 1824 e invade el continente a partir de esa fecha.

ORIGEN. La Zamacueca nació en Lima: pero nació como acostumbran a nacer las danzas. De ningún modo se puede admitir que, un día cualquiera, alguien crea un orden melódico capaz de producir diez, cien, mil Zamacuecas diferentes. El orden melódico —conjunto de intensas fórmulas de altitudes y de laxas desinencias cadenciales— dominaba el ambiente y era tradicional su vigencia. De ninguna manera se debe pensar en que ésta o aquélla mañana, cualquier ciudadano combina una fórmula rítmica para danza y la impone porque sí. Se trataba (le una fórmula tradicional en pleno uso. Nadie puede creer que en una tarde se elabora //129// un orden armónico, esto es, que alguien inventa la misma armonía que costó a la Edad Media varios siglos. Tampoco es juicioso imaginar la repentina creación de un conjunto de temas mímicos, de contorneos, de zapateos, de vueltas, del uso del pañuelo, etc.; pues sabemos que todos esos elementos se encontraban vivos en la corriente coreográfica tradicional de los salones y del pueblo. Nadie afirmaría que cualquier noche un poeta creó el ternario, la cuarteta, la seguidilla y el pareado, para el texto que corre con la música. Nuevamente, se trata de elementos tradicionales preexistentes. ¿Se habría "inventado" esa vez la pareja, es decir un hombre y una mujer como protagonistas de la danza, sueltos, colorados frente a frente? Mil años antes bailaban así en los castillos, en las ciudades y en el campo europeos.

Entonces, ¿qué es lo que surgió en Lima el año 1824? El nombre de "Zamacueca", y bajo el nombre, una variante de cualquiera de las danzas tradicionales vigentes; tal vez una forma, esto es, tal o cual vuelta demás o de menos con respecto a los bailes de repertorio usual: con seguridad características musicales fuertemente acentuadas, pues José Zapiola, el memorialista chileno, dijo que las Zamacuecas eran "notables e ingeniosas por su música" y que su especialidad consistía "particularmente en el ritmo y colocación de los acentos" cuyo carácter no era conocido; en fin —no menos importante—, una manera especial de realizar la coreografía, un estilo, un sentido, una emoción, la afirmación de la personalidad de las clases sociales en cinc se incubó. Y todo esto, debido a circunstancias altamente generadoras: el Perú está viviendo las horas más intensas de su vida cívica: en 1821 ha entrado el General San Martín en Lima y el pueblo se siente libre; en 1823, los españoles retornan la capital y se retiran cuatro semanas después; caen los castillos del Callao en 1824 y vuelven los realistas a Lima: llega Bolívar... Se ha formado el clima emocional propicio a la exaltación de una danza.

Naturalmente, no es indispensable una guerra para que surja un baile, pero muchas veces ha ocurrido así El Cielito  //130// argentino, por ejemplo, aparece con la Revolución de 1810, aunque no se documenta hasta tres años después, casi exactamente como la Zamacueca. Por lo general, las grandes danzas son resonancia y consecuencia de acontecimientos o de sucesos que conmueven a la sociedad, pero en todo caso la "novedad" no es más que una coordinación de elementos musicales, literarios y coreográficos tradicionales. Parece poco; pero la creación e imposición de una danza nueva es tan compleja y difícil que el mundo ve muy pocas en cada siglo.

El grupo principal de los elementos coreográficos y el sentido pasional de la Zamacueca son directa e inmediata consecuencia del Fandango, entonces triunfante en el mundo occidental. La zamacueca es la continuación americana del  Fandango, con música local y poesía española. Gran novelad peruana sin embargo. A su tiempo documentaremos la afirmación.




[1] Tan entusiasta que no vacila es suponer improbidad intelectual a quienes no piensan como él.