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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.
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jueves, 24 de diciembre de 2020

EL JILGUERO DEL HUASCARÁN

 

Foto: Revista "Festival"

        En el libro Nuestra identidad peruana de Adrián Mallqui Huamán, aparece esta biografía, que, aunque tiene algunos datos que hay comprobar y algunas omisiones (como el triunfo de El Jilguero del Huascarán en el Festival de Amancaes de 1949), es una una buena reseña biográfica y la reproducimos.



     Ernesto Sánchez Fajardo nació el 07 de Noviembre de 1928, fruto del amor campesino de Don Emilio y Doña Salva en el pueblo de Bambas, provincia de Corongo. A temprana edad (7 añitos) queda huérfano de padre y madre, lleno de tristeza y sufrimientos; iniciándose en él, sus hermanos Manuel y Melesio una vida desdichada, solos ante el mundo, con un abuelo anciano que no suministraría un futuro. Ernesto a sus 9 años decide aventurarse a la Costa a trabajar juntamente con un primo, que en el camino desertó. Después de muchas penurias de hambre, sed y cansancio, llega solo a Vinzos, donde trabajó como recolector de algodón, la paga era mísera, opta irse a Chimbote, aquí trabajó como repartidor de agua a lomo de burro (aguador), a poco tiempo se hace amigo de un invidente que vendía cancioneros del quien se hizo su lazarillo, oportunidad para que inconscientemente fuera almacenando su inquietud para el canto. Escucharía a los mayores que la selva daba mejores salarios, por ello se interna a Chanchamayo, San Ramón y la Merced, permaneció poco tiempo, el trabajo no era acorde a su edad, regresa a la Costa, en Trujillo se empleó corno sirviente en varias casas, recibiendo maltratos y humillaciones, estas peripecias hicieron en él su carácter rebelde. 

     En 1940, llega a Lima, ciudad de sueño y esperanzas de muchos provincianos. pero la encuentra semi-destruida por el reciente terremoto acaecido, pues la permanencia de un recién llegado era muy difícil, peor para un adolescente de 12 años. Lo único que le quedaba era emplearse de sirviente, aquí también soporta maltratos físicos y humillaciones de los patrones, hasta que empuñó las manos, levantó la cabeza decidió trabajar individualmente a su libertad. A su tierna edad so hace cargador de sacos de papa, camote y canastas de verduras, como frutas, transportaba a pie desde la Parada, por las avenidas Bolívar y 28 de Julio, especialmente llevaba dichos víveres para el comedor popular de la Victoria (perdura aún en la Plaza Manco Cápac) que calma al hambre de los pobres. hasta hoy por un precio simbólico. Con sus ahorros instaló su negocio de emoliente, luego fue contratado por unos vendedores de cancioneros, por su conocimiento y habilidad de vendedor, salían a las provincias, hasta que un día pensó independizarse en dicho trabajo. Al toque de su guitarra vendía el mismo sus cancioneros por la parada y otras calles o lugares principales de mayor concurrencia. 

     Asegurado su proplo trabajo, en las noches estudiaba, fue un excelente alumno en el Colegio Nacional do Guadalupe (nocturna), paralelo a sus estudios, fue un autodidacta de la música, llagó a perfeccionarse en la Academia do Blanca Nicolini y de Blanca Bianchi. El enlace para su fama estaría cerca, así fue en la persona de un amigo, llamado José Osorio, al ver sus cualidades, lo relacionó con los primeros grupos artísticos provincianos siendo contratado por la compañía "Sumac Tika", ingresando como suplente en el elenco de danzas típicas, pero sucedió que uno de los bailarines titulares murió ea un accidente, cosas del destino y fue remplazado por nuestro personaje. Más adelante, en poco tiempo los encargados de la Compañía descubrieron sus dotes de cantante acordaron hacerlo debutar en dúo con una chica, con el seudónimo de "Los jilgueros del Huascarán". Parece que la dicha enarbolaba a él solo, pues su pareja se retiró, de esta manera se afirmaría hacia la lama, como "El Jilguero del Huascarán". 

     En 1948 grabó sus primeros discos de vinilo: "mujer andina", "cordillera blanca", "Lunes carnaval", "el zorro negro", con ellos opacó casi en su totalidad a los otros cultores vernaculares de esos tiempos (Cusco, Puno, Huancayo. etc).




 Desde 1950 integró en las compañías Ollanta (Ayacucho), Coricancha (Cusco), Unión Ancash, y Catalina Huanca, donde creció su fama, constituyéndose como el Rey de los espectáculos Domingo a Domingo para esa masa popular de las locas ilusiones. llegando a cobrar por sus actuaciones sumas millonarias; coliseos, teatros, festivales, campos deportivos, etc. era un lleno total. Otras acciones que le realzan: 

º Por al año 1960 obtuvo un disco de Oro por la millonaria venta del tema Marujita, así continuaron los premios, diploma trofeos, platos recordatorios, etc. 
º Tuvo una academia con el nombre da «Huascarán». 
º Creó su programa radial: «El cantar de los andes». 
º Dirigió su propia Empresa de espectáculos. 
o En 1959 fundó el sindicato do artistas folklóricos del Perú (SAFP), fue Secretario General en 1969. 
º En 1979. integró la asamblea constituyente (con el FRENETRACA), es al amador del artículo 34 de !a Constitución Politica, 1919, 
º Estuvo formando su propio partido: Acción Nacional de trabajadores, artistas y campesinos (ANTAC), sueño que no se cristalizó por su inesperado fallecimiento, acaecido el 23 de Diciembre de 1988, juntamente con su esposa Juana Raymi Briceño.

     El Jilguero del Huascarán, es el símbolo del sentir provinciano indómito, emprendedor, triunfador y orgulloso de su raza andina, es decir, artísticamente, reivindicó a la masa migratoria, esos provincianos que enrrumbó la historia del pais en las últimas 4 décadas hasta su muerte, hoy al 2 mil, su voz sigue, aún no se apaga, su estilo, sus canciones todavía es de preferencia. Si Jacinto Palacios albergaba una minería, Jilguero del Huascarán multiplicó el gusto popular, donde la música vemacular se empozó a escuchar con mucho más fuerza y tuvo mayor acogida; chuscadas y huaynos movidos, jaraneros que identificaban a Ancash. La calidad de su voz era alta y clara, sus temas de un contenido romántico, tiernos, rebeldes, satíricos, humorísticos, es decir, do un contenido vivencial, costumbrista, en algunos expresa casos políticos (lucha ideológica en un estilo musical de avanzada), por lo que se notan letras revolucionarias (como quejas campesinas y protestas). 

Fue un amigo cordial, sincero, humanitario y orientador, no amazó fortuna, nació y vivió con su sencillez y humildad. Gloria a Ernesto Sánchez Fajardo, nombre que reluce con letras de oro en las primeras páginas de nuestra historia popular. 

    Como olvidar sus canciones quo nos dejó en 23 LP y 73 discos simples como
 
• Mi pensamiento. 
• Campesina. 
• Bendita las madres. 
• El viajero. 
• Hay que vivir para gozar. 
 Águila que vas volando. 
• No escupas al cielo. 
• Mamarracho. 
 El buen gallo. 
• 3 de Enero. 
 Paloma sonsa. 
• Papayita verde. 
• Al compás de mi guitarra. 
• El paria. 
 Verdades que amargan 
• Sopa de chochoca. 
• Hortaliza Ingrata 
• Negro destino. 
• Lirio deshojado. 
• Peoncitos de mi tierra, etc. 


     Otros datos interesantes los hemos tomado de una entrevista aparecida en el libro Folklore Peruano: Danza y canto de Antonio Muñoz Monge publicado 1996 la la Universidad Inca Garcilazo de la Vega:  

De muchacho aprendí a tocar guitarra, mandolina, violín y hasta órgano, relata. Con ese bagaje y mis canciones creía estar preparado para triunfar y a los trece años me lancé a la aventura. Lima se antojó al principio como un mercado inmenso, donde mi voz se vendía como otra mercancía con esos cancioneros rústicos de waynos que mis paisanos compraban a escondidas de sus patronas. Yo sacaba a mi cholo con orgullo pero me dolía, más que el desprecio de los propios limeños, que ellos los ocultaran. 
Al cabo de un tiempo comprobé que mis waynos se marchitaban en las calzadas y era más fácil vivir vendiendo telas, frutas, abarrotes. Ser uno más entre la hirviente población suburbana. Pero antes de dejar mi arte hubiera renunciado a respirar. Por eso me alisté como cargador de maletas en la primera compañía de teatro que encontré "Sumaq T'ika", en 1945. Allí aprendí a bailar las danzas del Cusco, que nos sirvieron a todos como presentación por su prestigio, y pasé por las cinco categorías que había, de los diez centavos a los veinte centavos, del sol a los dos soles y luego a los cinco, que era el sueldo de director de coreografía. 
Sólo en 1950 comencé a cantar en la compañía "Ollanta", de Ayacucho; la compañía "Qorikancha" y la Compañía "Inti Raymi" del Cusco, la compañía "Unión Ancash" y la compañía "Catalina Huanca", que actuaban en los cines Pizarro, Western, Grau, Alameda, con una acogida siempre fría. Recuerdo las primeras carpas o coliseos donde también se cultivaban la música criolla y la tropical. El Coliseo Bolívar, el coliseo Dos de Mayo y el Trianón, donde alternábamos insólitamente con los catchascanistas, por cinco u ocho soles. 
En 1952 se abrió el Coliseo Nacional y, mucho más tarde, el Coliseo Cerrado de! Puente del Ejército. El wayno comenzaba a imponerse. Con alguna suerte me contrataban a veces como solista y me pagaban extra: cincuenta soles. Aunque no siempre. En las fiestecitas de barriada nadie quería bailar lo nuestro. El serranito más triste la emprendía con la música extranjera y se convulsionaba al ritmo de la guaracha o del cha cha chá. 
En las emisoras aún había cierto rechazo, pero quiero reconocer que el wayno entró primero a las particulares que a la del Estado. En 1955 firme contrato por tres meses en Radio Central y me quedó por tres años. Radio Nacional nos ha recibido siempre muy poco y por eso, muchos de nosotros, nos hemos visto obligados a comprar horarios, consiguiendo auspicios de casas comerciales. 
Así se hizo el Jilguero del Huitscarán, ese que cosecha aplausos. Con un traje prestado, el de Luis Pardo. Con una cara que parece alegre cuando el otro lado está en sombras. Con 18 long plays y muchos 45 que no compensan las angustias sufridas. Batallando en el frente de los artistas más puros, porque llevan un mensaje de sus pueblos; en una lucha qué ya tiene sus héroes: Luzmila Salas, cuyo corazón se rompió de tristeza cuando estaba cantando o aquel negrito cantor de waynos que tuvo para velarse solo en la calle. 
"Muchos han triunfado pero es una lucha qué todavía no hemos ganado", dice el Jilguero del Huascarán y se aleja con su eterna sonrisa.