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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.
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domingo, 29 de julio de 2018

ABELARDO GAMARRA “EL TUNANTE”: EL HIMNO NACIONAL Y LAS FIESTAS PATRIAS


ABELARDO GAMARRA “EL TUNANTE”: EL HIMNO NACIONAL Y LAS FIESTAS PATRIAS


La canción nacional es un mito:
Los cholitos no saben más canción que aquella que dice:

                “Por un cerro verde
Bajan las ovejas
Unas trasquiladas
Otras sin orejas”


Abelardo Gamarra “El tunante” en “Rasgos de pluma”, recopilatorio de sus artículos de costumbres, publicado por primera vez en 1899, se percató que nuestro himno nacional no era cantado en las escuelas del interior del país. Y ciertamente no sólo en las escuelas sino también en los poblados habitados por quechua hablantes, cuyos oídos –antes de la llegada de los receptores de radio a pilas– estaban acostumbrados a la música sin semitonos (escalas andinas de tres, cuatro y cinco sonidos). Personalmente he sido testigo –en 1979, en una reunión de comunidades campesinas en Carhuaz, Ancash– de la dificultad de entonar el Himno Nacional. En esa ocasión, salvo algunos comuneros que habían sido “reclutas” (habían hecho el servicio militar obligatorio), nadie pudo entonar el Himno Nacional.

A continuación reproduzco para el deleite de todos “El 28 de julio en Pelagatos” artículo de “El Tunante” inserto en el libro En la ciudad de Pelagatos, N° 46 de la Biblioteca Peruana PEISA, publicado en 1973.

EL 28 DE JULIO EN PELAGATOS

                El sol de julio de 1892 encuentra dividida a la familia pelagatuna: ha sido calificado en el Congreso don Fulano y su dual, don Zutano, está fregado: he aquí el resumen de nuestra libertad. La fregadura de don Zutano refluye en sus hijos, en las mujeres de sus hijos y en todos los animales, puros e impuros que pensaron embarcarse con él en el presupuesto nacional y echarse a nadar en el mar de las conveniencias particulares. 

                Tienen perdida la Alcaldía y con ella todos los puestos municipales; item más, don Zutano está endrogado hasta las orejas, pues para sostener su candidatura, especie de mayordomía de fiesta, ha tenido que empeñar las alhajitas de la señora y que vender la cosecha del año. 

    No le queda más esperanza a don Zutano que aguardar el primer cambio político que favorablemente se presente, para meterse a partidario del primer coronel o sarjento que quiera echar abajo a los que están arriba con cuyo motivo establece correspondencia con aquellos que juzga capaces de subir al candelero.

                No es posible, dice, que subsista "este orden de cosas", porque el único "orden de cosas" que a su juicio debla subsistir, es aquel en que hasta su mujer tuviera sueldo. Ya no podrá terminar la compostura de su casa a costilla de los pobres Indígenas, ni verá llegar, por empeños, las gallinitas, las ollitas de leche, la leña, los cuyes, las chauchas, ni los choclos: el nuevo orden de cosas pasa a nuevas barrigas: la omnipotencia municipal. ! Y eso de trabajar después do estar acostumbrado a vivir a costillas de todo el mundo y a aquello de tener todos los ramos del Concejo como otras tantas entraditas para la familia, es un "orden de cosas" muy fregado.

Perdidas las elecciones y con ello la influencia inmediata, no queda otro recurso que ensillar el caballo y largarse a la chacra. Esto hace don Zutano y esto hacen los más comprometidos de sus amigos. Sólo quedan en Pelagatos don Fulano y los nuevos gansos del Capitolio; toda la parentela de don Zutano, llena de deudas y de pobreza: hambrienta, por supuesto de lo que buenamente caiga.

Triste, tristísimo 28 para don Zutano; risueño y alegrísimo para don Fulano.

El triunfo en el Congreso significa 6 años, por la parte que menos, de predominio en la provincia; seis años de poder conseguir subprefectos y acomodaticios; jueces complacientes; maestros y empleados, todos de casa.

Abandonan la población los partidarios del representante chiflado y comienzan a llegar los ausentes de la familia triunfadora.

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que faltemos al voto solemne
De mamar hasta más y mejor.

Largo tiempo el estómago escuálido
Largo tiempo en silencio gimió:
Mas apenas el grito sagrado
De "¡A mamar!" desde Lima se oyó;
Cuando tuti le cuanti gandules
¡”A la teta!” dijeron desde hoy.

Entonando este verdadero y legítimo himno nacional, llega, desde sus haciendas y chacritas, la falange de los nuevos patriotas, el 27 de julio por la tarde.

A las siete de la noche nadie se acuerda en Pelagatos del 28, y digo nadie, refiriéndome a la gran mayoría del pueblo, que descansa tranquilo como en otro cualquier día del año.

Sólo en casa de don Fulano ha habido merienda y mantel largo y en ella están el cura, el juez, el subprefecto y las mujeres e hijas de estos personajes.
Los principales capituleros del partido, le están también tomando la cerveza al futuro señor.

 Van y vienen criados por los corredores de la casa alumbrándose con velas de sebo; en la cocina a la claridad de grandes fogatas pelan gallinas, matan  cuyes, ponen e hervir jamones y despabilan sendas ollas de papas, multitud de chinos y cholos, mientras en la sala sigue la borrachera.

Algunos infelices arrieros, propios o peones, acurrucados cerca de la puerta del comedor reciben en su millca pedazos de pan sobrados de le mesa y uno que otro hueso mal roído.

El patrón se presenta ente ellos un poco charamusco, y les dice con énfasis “vaya pues indios, ya ganamos los hemos fregado e los Zutanos yo soy el Alcalde".
—Así será, señor, contestan los pobres poniéndose de pié, arrojando el sombrero al suelo y limpiándose la boca con la manga.

"Desde mañana todos tienen que venir aquí, agrega el amo, vamos a techar la iglesia, reparar goteras de la cárcel, a mudar los palos del puente y para eso hay que traer madera, echillín, tejas, rastras de magueyes, cargas de cortadera, y el que no traiga Irá a la cárcel. Todo se debe de depositar en casa”.

— Así será, señor, vuelven a repetir los pobres indios.

Llega la música del pueblo e interrumpe este patriótico diálogo.

 El copeo está en lo mejor. El cura rompe el baile con la mujer del dueño de casa.

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que dejar de bailar el primero
Taita cura que es de asta y rejón

La casulla del cura
Se deshilacha
Por los ojitos negros
De una muchacha


Al cura sigue el Sub-prefecto con la curaca.

Cómo me gusta tu guachambé.

En seguida el Juez de 1ª. Instancia con la hija mayor del futuro Alcalde, una berraquita remonona, más coqueta que la Dama de las Camelias. Al Juez de la. Instancia le quita la pareja el hacendado número uno, que es el piquín de la susodicha.

Los criados llaman a esta sujeta, la Niña.

En la segunda fuga, la madre de la niña o sea la dueña de casa, le quita la pareja, lo que todos celebran con palmadas. Aquí el hacendado se desconchinfla y florea lo más que puede. Por último, el Alcalde deja a un lado la pareja de su mujer, y termina la primera tanda de la jarana. ¡A cantar la canción, señores!— exclama el borracho.

— Eso es, eso es. ¡Hip, hip! ¡hurria! contestan todos.

     ¡A dar vuelta a la plaza!

—Eso es, eso es, ¡a la plaza!

Y los criados sacan faroles, y con la pequeña banda a la cabeza, armados de botellas, salen los hombres en pelotón, entonando en el más infernal desconcierto el himno nacional. En cada esquina se toca marinera y se lanzan dos o tres ¡vivas! en este orden: 1° al Candidato, 2° al Sub-prefecto, y 3° al Presidente de la República. Nadie se acuerda de la patria ni de sus fundadores.

—¡Viva mi patrón don Fulano!— dicen algunos borrachitos del pueblo.

— ¡Viva! —contesta el pelotón y sigue la marcha.

—Muera el indio Zutanol— gritan al pasar por la casa del candidato caido, sacando revólveres y disparando algunos tiros.

—Mueraaaa!

—Copa, copa, señores, exclama el más de voto de la botella y la copa circula entre los del baile, que son los únicos que chupan, pues los demás escupen, a no ser que extiendan la mano y digan:

—Patroncito no me da Ud a lamber el vaso?

—Vaya, indio, contesta entonces algún generoso señor, metiendo el pescuezo de la botella  por la boca del limosnero, que, a grandes sorbos, traga lo más que puede, volviendo a decir por gratitud:

— iViva mi patrón don Fulano! (añau, agrega lamiéndose, como para abrir la apetencia de los demás infelices que tragan entretanto, saliva).

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que dejar que se chupen el dedo
los que visten de lana o manfor.

Terminado el paseo, regresan a la casa y se renueva el baile.

Llega la aurora del 28 de Julio y ya no hay cabeza que esté en su sitio: mujeres y hombres, todos en punto de caramelo, resuelven entonar el himno nacional.

—Que cante doña Pancha la primera estrofa

Doña Pancha no se hace de rogar, y llama a su alrededor a sus comadres. Las comadres rodean a doña Pancha y con voz de matraca rompen con la siguiente estrofa:

Largo tiempo el peruano ominoso
La oprimida cadena alargó,
Condenado gimió largo tiempo
La ominosa cadena arrastró;

Más apenas sus costas oyeron
¡Libertad! largo tiempo gimió
La humillada indolencia sacude
La cerviz Libertad levantó

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
(Que dejar de tomar aguardiente
en botija, en botella o perol).

—¡Qué bien canta mi comadrita dice el cura, abrazando a doña Pancha.

A ver, a ver un cachasparri, agrega el señor Vicario, levantándose la sotana; y aquí entra lo mejor, pues si doña Pancha no sabe la canción nacional, lo que es en cachasparri no hay quien la gane en la Provincia. Doña Pancha arroja a un lado el pañolón y comienza la rueda.

Por el cerro verde
Bajan las ovejas.
Unas trasquiladas
Y otras sin orejas.

Flor de papa
Flor dr papa
Flor de papa.
Tanta china
Corba mapa.

Flor de choclo
Flor de choclo
Flor de choclo
Tanto cholo
Motorocho

La cinta morada
La tejen los moros
Y tú la destejes
Con tus malos modos.

Uás, uás,
Arrímalo  para atrás.
Sás, Sás
Qué bonito está el compás.

Al Cura sigue el Juez, al Juez el Alcalde y al Alcalde todo el mundo, porque la danza es lo que más entusiasma a la reunión.

Ni más vuelven a acordarse del 28 de Julio, ni de la canción nacional.

Sigue la jarana, llega la hora de los ponches, del caldo de cabeza, y de los huevos duros y de la casa del Alcalde pasan los convidados a la casa del Cura, con música y bagajes. Allí se almuerza y se soba el mote hasta el segundo día, mientras por las calles arrea el pobre su burrito y la mujer del pueblo hila el copo de lana.

El 28, como todas las fiestas, como todos los goces, como todas las mamadas, están sólo para esa clase presupuestívera que pasa los días de nuestra independencia, como decía una señora de mi tierra, pensando en sacarle algo a su mamá la Patria y a su taita el Gobierno.

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que faltemos al voto solemne
De mamar hasta más y mejor.

Largo tiempo el estómago escuálido
Largo tiempo en silencio gimió:
Mas apenas el grito sagrado
De "¡A mamar!" desde Lima se oyó;
Cuando tuti le cuanti gandules
¡”A la teta!” dijeron desde hoy.


sábado, 7 de abril de 2018

ADIÓS A LIMA: un yaraví de Abelardo Gamarra "El Tunante"

Hace algún tiempo publiqué un artículo titulado 


en ese artículo figuraban algunas marineras cuya letra fue escrita por don Abelardo Gamarra "El Tunante". En esta ocasión comparto con ustedes la letra de uno de sus yaraviés,  yaraví que fue publicado en el diario "El Nacional" el 6 de abril de 1879




Adiós Lima, adiós hermosa
Cuidad de tantos encantos,
Bendita copia del cielo,
Joya del Perú, paraíso,
Con el llanto de sus ojos
Te dice adiós el soldado,
Que va a buscar un laurel
Para poner en tus manos
Adiós, virgen adorada,
Adiós, adios, ya nos  vamos.

Nos llaman desde Bolivia
Los que son nuestros hermanos,
Que miran entristecidos
Su pabellón enlutado,
Y atravesando los mares,
Playas y  cerros cruzando
Vamos a probar gustosos
Que todavía hay peruanos.
Adiós, virgen adorada,
Adiós, adiós: ya nos vamos.

Tu nombre, nombre bendito,
Sera siempre recordado:
¡Ayl para el alma es tan dulce
El nombre de lo que amamos,
Y tan solo te pedimos
Que no olvides al soldado,
Que al despedirse te deja
Su corazón en pedazos.
Adiós, virgen adorada,
Adiós, adiós: ya nos vamos.

Si morimos, en la tumba
No nos dejes olvidados,
Una lagrima siquiera
Te pedimos, como en pago:
Que al regar tus lindos ojos
los sepulcros solitarios
Habrán flores en los templos,
Como flores en los campos.
Adiós, virgen adorada,
Adiós, adiós: ya nos vamos.

Si una palma, una corona,
Arrancasen nuestras manos,
Esa palma será tuya, 
Pobre ofrenda del soldado....
Nuestras madres, nuestros hijos: 
Todo, todo te dejamos;
Que felices si algún día
¡Ay¡ volvemos a abrazarlos.
Adiós, virgen adorada,
Adiós, adiós: ya nos vamos.
.
EL ÚLTIMO HARAVEC.

El aporte de "El Tunante" a la música peruana no ha sido valorado adecuadamente, Se desconocen la mayoría de los artículos que escribió ya sea en "El Nacional", "La integridad" y otras publicaciones, en la medida de nuestras posibilidades los iremos compartiendo.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Muerte y resurección del criollismo

“DIJO BIEN el que dijo que la gracia y originalidad de nuestros cantos populares ha muerto”:
1866-1870 muerte y resurrección del criollismo.

                La Conga, una de las tradiciones de Ricardo Palma, hace referencia a un texto poco conocido de Abelardo Gamarra “el tunante”: EL PIANITO AMBULANTE[1] quién en ese artículo describe los cambios que se dieron el en cancionero popular peruano entre los años 1866 y 1870, cambios que significaron la desaparición de “tonadas y aires de la tierra”  debido a que se pusieron en boga polcas, habaneras, y valses.

Debo llamar la atención sobre la falta de estudios sobre la música popular durante los primeros  años de nuestra vida republicana. Las décadas de 1820 y 1830, fueron de una gran inestabilidad política y económica: La campaña libertadora fue seguida por un período de luchas entre los caudillos militares. Hasta mediados de la década de 1840 era frecuente ver
“el espectáculo de republicanos del Perú, maniatados por las calles, maltratados y vejados por sus mismos paisanos armados, y sepultados en los cuarteles destinados a morir en los campos de batalla, sin saber porque causa, arrancándoles de los labios vivas, a nombres de hombres desconocidos por ellos”[2]
                Con la llegada al poder de Ramón Castilla y los ingresos obtenidos con la venta del guano de las islas, se inició un período al que Basadre denominó “la  prosperidad falaz”. Como señalé en un artículo anterior, el estado usó parte de los ingresos por el guano para fomentar el proyecto modernizador de las élites liberales. El estado se convirtió en promotor del romanticismo en el Perú (Denegri 2004:34). La bonanza económica hizo que el país se convirtiera en un atractivo para grandes solistas y compañías de ópera quienes comenzaron a brindar conciertos y temporadas de gran éxito. Una parte de los sectores populares asistía a estos espectáculos, la “cazuela” prácticamente estaba reservada para ellos y las músicas encontraron eco y se popularizaron reemplazando a algunas de las existentes. Esos cambios, ya notorios a fines de la década de 1860 (en una sola década, el presupuesto estatal se multiplicó de cinco millones en 1850 a 21millones de pesos para el año fiscal de 1861), fueron los que describieron Palma y Gamarra, por eso pongo a disposición de los lectores el texto completo de Gamarra para su respectivo estudio y análisis.


[1] Este texto fue publicado en En la ciudad de pelagatos, Lima PEISA,  1973,  que es una complicación de algunos “artículos de costumbres” que escribiera Gamarra a lo largo de más de treinta años.
[2] Carta del vicario de Huaylas José María Robles Arnao, al prefecto del departamento de Ancachs “El Comercio” 3 de marzo de 1845



EL PIANITO AMBULANTE

ABELARDO GAMARRA


"Ea pues vamos a  ver
quién se lleva la bandera
si los dueños de la casa
o los que vienen de afuera”

Así cantaba nuestro pueblo ahora años, cuando tenía aquella gracia y originalidad que imprimía su sello en todo. Hoy puede cantar:

"Se quebró la jarra de oro
y ya no tiene remedio
…………………………………"

Allá por el año 1866 aún no había en Lima para diversión de muchachos otra música que los tutilimundi, y el 67 o 68 apareció el primer pianito ambulante y con él acabaron los buenos rasgueos de guitarra y finalizó el cajón, pues hoy el golpe del padre Chueca no se usa ya sino en tambarrias de ínfima clase.
Las señoritas de medio pelo y las del coco, tienen sus alegrías a golpe de manizuela.
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El pianito ambulante denota cierta aristocracia entre gente del pueblo.

“Una, dos,  tres y cuatro,
cinco y un cero
así se llevan la plata
los extranjeros".

Con esa musiquilla, también se ha dado al traste con la guara y el zapateo, porque sus marineras sin fuga o sus fugas sin primeras, no se prestan para un vale cuatro,
Andan por consiguiente dados al vals los macuitos y las de arroz quebrado, y es cosa de verlos voltejear al son de los descompasados vals de los pianitos ambulantes, la mayor parte de los que no son otra cosa que matracas con teclado,
Le digo a U. que se va acabando la gracia en esta tierra; y como antiguamente Lima daba el tono a los demás puntos de la República, va desapareciendo la multitud de tonadillas de otros tiempos o permanecen en un estacionarismo decadente.
Piura no sale de su tradicional "San Miguel"; ni Chiclayo de su mozamala:

"De Lambayeque a Chiclayo
corre el caballo Zapata;
quinientos soles en plata
sin excepción ...  de caballo".

Un poco más acá, se han estacionado en la otra tonadilla:

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"Si quieres comer iguana
yo te la saldré a buscar
a las orillas del río
se salen a … rebuscar”.


Algo más acasito, andan firmes en su

"Cualquiera cuando a cualquiera
siguiera cuando delira;
pero Ud. ña Casimira,
ni siquiera... ni siquiera".

En Trujillo han hecho plantón en "La Manonga Bustamante".
Lo que es en Loreto probablemente andarán cantando todavía:

“Don Bracamonte
tiene una lora y
la mantiene
con mazamorra".

No me parece que en Amazonas anden mejor parados, allí supongo que cantarán todavía:

"Al Ecuador me voy madre
y échame…  tu bendición 
¡ay! si, ¡ay!
no que me voy al Ecuador".

En Pelagatos cantan aún:

"Cuando los gentiles hombres
formaron torres de vidrio
cuando mi madre nació
mi abuela no había nacido".

- 178 -

"El hombre que anda de noche
sabe lo bueno y lo malo:
sabe dónde canta el perro
sabe dónde canta el gallo".

Cerca de Huaraz cantan:

"Por el mundo ando rodando
no hay mujer que me aborrezca,
hasta las chicas me dicen
te he de querer… cuando crezca”.

En Huánuco no salen todavía de:

“Amor de forastero
no dura nada:
ensilla su caballo
se va mañana”.


En el interior talonean con:

"Arbolito de manzana
verdichay
cuya rama plante yo
chunquitay
otro te estará gozando
verdichay
y el que te plantó ya no".

Cerca de San Pedro, cantan:

"Malaya el amor,  malaya
y el amor malaya seya,
si el amor ha de ser causa
que yo perdido me vaya".

- 179-

En todo lo que se llama costa abajo, de donde han salido tan picarescas mozamalas y tonderos de rechupetes, hoy no salen del viejo:

"¡Ayyy! para que quiero la vida
iayyy! si contigo no la gozo,
¡ayyy! si contigo la gozara
¡ayyy! yo me llamaría dichoso".

“Arrímate cobarde
junto a esa niña,
hazle una guiñadita
con la rodilla",

"Eres enamorado
pero cobarde,
corazón de mosquito
métete a fraile".

"Me baño de mañanita
en el mar y en la corriente,
 para ver si se me quita
este amor tan… permanente”.

“Corazón de avellana
pecho de almendra,
limón azucarado
quien te comiera”.


"Toma este puñalito
y ábreme el pecho,
y verás tu retrato
si  está bien hecho”.

No salen de esas tonadillas viejísimas y de los versos llenos de malicia que compusieron los que tuvieron sal en otro tiempo.

 - 180-

Nada digo del sur, porque si hemos de comenzar por el desventurado Tarapacá, me supongo que allí todas serán leseras y ñoos empalagosos
Más acá corren parejas con el norte y me temo que en Puno anden cantando todavía:

“Anda vete, anda vete
barbero loco,
que mi madre no quiere
ni yo tampoco”

El centro canta con Lima:

“Palmero sube a la palma
y dile a la palmerita,
que se asome a su ventana
que mi amor … la solicita”

Son los versos que hace años viven porque ningunos otros han venido a sustituirlos pues los que se han compuesto después no han sido sino unas verdaderas simplezas o descomunales deshonestidades.

- 181-

Con el pianito ambulante desapareció la popular guitarra, el charango de rompe y rasga y el arpa deliciosa.
Agréguese a esto que nos importaron las zarzuelas y las operetas bufas, que el pueblo invadió la cazuela y con este melón se llenó el cerrón: nuestras morenitas de linda voz, nuestros cantores populares se encariñaron con la Mascota y el Bocacho y el Cocacho y Mignon y la FiI de madama no sé cuántos, y dándoselas de primadonas las unas y los otros de tenores, aprendieron los libretos y en cada callejón tenemos artistas que cantan el credo.
Ítem más, se les antojó poner en son de marinera todos los dúos, solos y serenatas de las obras que hemos indicado y ha resultado más de un adefesio soberano.
Culpa toda del pianito ambulante: de ese instrumento chillón, bullanguero, desacompasado, sin armonía en que cada tecla parece saltar sobre la cuerda, con un sonsonete infernal, algo así como un teclado metido dentro de una petaca.
En el Callao, esa tierra del pueblo alegre y de chispa, tierra de las más lindas mozamalas y de los tonderos y marineras capaces de resucitar los pianitos ambulantes, y es peste la que allí hay de ellos: todo se vuelve manizuelas.
A esa decadencia corresponden las observaciones que otro aficionado a estudiar costumbres ha hecho en una de nuestras repúblicas hermanas, diciendo con sobrada justicia ni más ni menos que lo que nosotros dijéramos.

Nápoles tiene sus dulces y cadenciosas man-182-dolinatas. Andalucía sus picarescas o sentimentales malagueñas, peteneras y boleros; los pueblos vasco-navarros sus verzolaris; Galicia sus primitivas muñerías; los pueblos del centro de la Italia sus idilios patrióticos y sus amantes cantos de despedida, al partir para la guerra. Nosotros hemos llegado a tal corrupción filarmónica popular, que hemos quedado reducidos a las tremendas e inaguantables cumbiangas, cantadas con voz nasal, en un mongongueo tan fastidioso y monótono como un día de lluvia, esbozados sobre una melopea capaz de crispar los nervios más bien templados.
Hacemos la caricatura de la música bastardeando nuestros propios sentimientos y nuestras propias costumbres. Se han perdido para siempre aquellos antiguos aires nacionales, todos esos cantos que hacían una especie de repertorio nacional, han pasado a la categoría de las cosas archivadas en los museos, cubiertas del polvo fino que el tiempo va acumulando sobre ellas, como se van acumulando las capas de tierra que constituyen las formaciones geológicas.
Aunque la poesía y la música de otra época no eran delicadas ni sentimentales, demostraban por lo menos cierta cultura, cierta galantería del hombre hacia la mujer, quedaba aunque superficialmente, la nota de la pureza de costumbres de nuestro país.
Allá por los años de 1868 o 70 comenzó para nosotros la importación inmensa de aires cubanos, las habaneras se repetían con una profusión tremenda, con sus palabras indíge-183-nas, sus cadenciosas melopeas, sus ritmos originales y picarescos, ardientes explosiones de amor rimados sin ton ni son, caprichosas confecciones de corazones quemados por unos ojos siempre negros y siempre arrebatadores.
Desaparecieron entonces por completo los aires criollos para dar paso a esos aires importados cortados por la misma tijera.
En medio de aquella inundación de cantos españoles, se oía, sin embargo, de vez en cuando, surgir algún aire criollo.
Pero se había declarado el descenso de nuestro gusto nacional y poético popular. Ya no se cantaba delicadamente a la mujer, ni a su belleza ni a su amor.
El canto del tocador de guitarra en las trastiendas e improvisador de versos cojos, mancos y tuertos, con consonantes traídos de los cabellos, luchando en cruda porfía por meterse en los límites de las cesuras, empezó a prevalecer de una manera tan caprichosa que no quedó siquiera el recuerdo de los antiguos cantares populares.
No se vaya a suponer que tengo la rara idea de implantar aquí una cátedra de moral popular, ni que quiero meterme a Redentor, porque no se me ocurre que me crucifiquen, pero quiero sí, hacer notar que en vez de mas educando, perdemos diariamente el ciento por ciento de aquella cultura moral que nos dieron nuestros buenos padres.
Si hubiéramos de medir la educación popular por los cantos y la música del pueblo, estaríamos más abajo que los demás países.

- 184 -

Son cosas de la civilización!... dice el escritor a que me refiero; pero yo agregaría que también son cosas aquí de la pobreza, porque cuando el estómago anda mal no está para gracias ni para nada, de allí que, después de la "Ferrolana" del tiempo de Echenique, de la "Conga" del de Balta, hayamos quedado estacionarios.

El último de los presidentes que ha tenido su cantarcillo pasable fue Montero:
"La ropa de S. E.
no  se lava con jabón se lava
se lava con concha de ámbar
que penetra…  al corazón".

Hoy,  estamos en plena prosa: nuestras desgracias nos han dejado como nuevos.

"Pudiera ser que algún día
con las mudanzas  del tiempo" .
...........................

No queda más recurso que
El pianito ambulante
y golpe a la manizuela
que una cosa es con guitarra
y otra cosa es con vihuela.

"Los amores de Juana
me tienen loco
yo me muero por ella
y ella… tampoco".

-185-

No sigo porque me precipito, y Uds. saben que al que toca y al que canta, se le seca ... la garganta.

Con que:

Tanto que escribo rasgos
 y nada tomo
como  si mis pulmones
fueran de plomo.

Tomaré, pues, descanso y sigan Uds. cantando lo que gusten; aunque no me despediré de mi lectora sin recordar el verso que se canta en mi tierra, y va con ella:

Tienes una boquita
tan colorada
que se parece al dentro
de una granada.

Tienes unos ojitos
tan embusteros
que aunque nada me dicen
me están diciendo.

Tienes ¿pero qué tienes?
No tienes nada
porque lo que tú tienes
lo tengo en mi alma.


Y andar.