ENTREVISTA INCONCLUSA A LA “VOZ MÁS EXCITANTE DEL MUNDO”: IMA SUMAC
Cultura Peruana Nº 59 - 1953 |
CONFERENCIA DE PRENSA
A
las 5 de la tarde, pocas horas después de haber sido recibidos apoteósicamente
en nuestra Capital, Ima Súmac y Moisés Vivanco ofrecieron una "Conferencia
de prensa" en su departamento del Country Club, conferencia a la que
asistieron periodistas y curiosos que se entretenían — mientras la diva hacía
su aparición — en soltar al aire los moscardones de sus conjeturas y su
admiración. Vivanco, que oficiaba de maestro de ceremonia, nos atendía con un
cocktail y una conversación a boca cerrada, es decir, Vivanco hablaba como un
aprendiz de inglés al que le ponen un lápiz entre los dientes para que
pronuncie mejor.
Nada
extraordinario sucedió hasta llegar a este diálogo:
—¿Por
qué ha estilizado nuestra música, Vivanco?
—Para
agradar a los cultos públicos del extranjero.
—A
costa de tergiversar,
—Yo
no he tergiversado nada. He tomado, como los grandes músicos, temas populares
folklóricos y los he vestido con ropajes nuevos, desconocidos.
—¿Entonces,
es peruana la música que compone?
—Eso
queda al concepto de los que la juzguen
—
respondió Vivanco lleno de orgullo profesional.
El
diálogo quedó cortado por la aparición de la Súmac. Realmente
"apareció", con una bata de seda color rosa. Saludó gentilmente y se
sentó en una silla que todos hubieran querido ofrecer. Pasada esta sorpresa se
empezó a conversar con los ojos. Con los ojos, porque nadie hablaba. Nadie le
preguntaba nada. Sólo había un mirarle sus mínimos gestos. Recuerdo que, cuando
apuró un trago de agua, todos seguimos con la mirada los tres tiempos de minué
en los que Ima hizo ¡Salud!
A esta temperatura los minutos empezaron a desleírse. La conversación en los corrillos fue disminuyendo hasta que se apagó en contraste con la primera estrella de la noche. La "conferencia de prensa" había terminado.
DETRÁS DE LAS
BAMBALINAS.
Detrás
de las bambalinas, resultó más que imposible hablar con la famosa cantante.
Nosotros habíamos concurrido citados por ella. Pero a la hora señalada, el
ensayo estaba por empezar. Ima vestía de verde, gafas y mal humor — o para ser
menos duros — de nerviosidad. A todos los que se le acercaban los despedía con
amables monosílabos.
Un
tramoyista, exclamó:
—¡Quién iba a pensar!
Y un artista indígena:
—¡Yo trabajé con Ima
Y
un telón:
—Todo cambia, todo se renueva. ¡Sólo yo permanezco igual!
Y Félix Francisco Campos:
—¡Yo la bauticé con Ima Súmac!
Y un grupo de señoras de sociedad y un obeso prelado:
—¡Qué orgullo! ¡Viva Ima!
Y Juan Pueblo—
—¡Cómo es la vida!
¿Y yo? Sólo contemplaba el trajín de usina del palco escénico del
Municipal.
Borisoff anunció: ¡Listo! Levantó las manos y dos cornos hendieron,
graves y sonoros. Una ráfaga de violines contestó el desafío. La Súmac superó a
los violines. Mas, haciendo gala de su voz, gritó:—¡No! ¡No! ¡De nuevo! ¡Otra
vez! ¡Qué pasa!.
Borisoff volvió su cabeza de oso polar y sonrió asequiblemente:
—Ahora, ahora — exclamó, tratando de calmar el estado de ánimo de la cantante. A esta altura, me salí, dejando a los que se encontraban detrás de las bambalinas, ver cómo Ima Súmac se entretenía en hacer gorgoritos de irascibilidad.
POR FIN CON
IMA
El
título es para calmar mi vanidad. En realidad, Ima sólo estuvo conmigo unos
cuantos minutos. Salió a recibirme con un vestido de brocado marfil. Su escote
en punta se perdía o nacía en el cinturón descubriéndole media naranja de sus
senos, en un irresistible gesto da sensualidad. Ima no tiene rasgos fisonómicos
de acuerdo a cánones de belleza, pero sus ojos de pupilas claras, ayudados por
la sombra del maquillaje, un porte aristocrático, el "sex-appeal"
norte-americano o el "duende" español, la hacen exquisita. Ima desapareció
de mi vista demasiado pronto. El que iba a contestar mis preguntas, era Vivanco
con quien relativamente — yo no tenía interés de conversar. Pero el silencio se
iba alargando como un hilo a cuyo extremo había amarrada una corneta de
aburrimiento. Entonces, le alcancé lo que más tenía a la mano:
—¿Ima nació en Ichoacán?
—Sí, — contestó Vivanco. Y aclaró: Se dice que Ima es del Callao,
pero no es verdad; lo que pasa es que Ima tuvo una hermana que nació allí, y
murió a los 8 años. Eso es todo. Ima es cajamarquina.
—¿Y las leyendas de los 30,000 indios y la sangre de Atahualpa?
—Lo primero no es cierto, lo segundo, sí. ¿No está conforme con eso?
— me preguntó. —¿Yo, no y Ud.?
—Yo, tampoco — contestó Vivanco sonriendo con dificultad.
DE 5 SOLES A
25 MIL DOLARES.
Vivanco
me contó que conoció a Ima cuando ésta tenía 13 años. "La primera canción
que le enseñé — dijo — fue "Cholo Traicionero". La letra de este pasacalle
me pareció una mala jugada de su subconsciente, una etapa de tambaleo en su
vida sentimental con Ima, se entiende. Juzguemos:
Aunque te pese
nuestro matrimonio,
somos ya casados
ya no hay remedio.
Parece como que los buitres de los líos familiares, de la separación se cernían sobre su cielo. Pero Vivanco, aclaró:—"Esta canción la compuse antes de conocer a Ima, cuando trabajando en Radio Nacional ganaba cinco soles; cuando ni soñaba que en Denver, Colorado, alguien me iba a pagar 25 mil dólares por actuación.
“CHUNCHO"
NO ES SU COMPOSICIÓN
El
compositor, tenía tiempo para atenderme porque cruzó la pierna y se arrellanó en
un sillón de la casa residencial 319 de Inca Ripac, donde hay varios cuadros
indígenas con llamas e indios, un sol estilizado con ojos de ventana y
cabellera en zig-zag. De mi cuestionario en desorden, saqué al azar, una
pregunta:
— ¿Cómo es posible que haya compuesto "Chuncho" sin
conocer la selva? Él explicó: "Un tal Samanez Ocampo, tío mío, hermano del
que fuera Presidente de la República y músico por vocación, llevó al pentagrama
algunos sonidos naturales de la selva, tales: el andar sobre las hojas muertas,
el ruido del viento y el rumor de los ríos, el ulular de las fieras, el canto
de los pájaros, el silbido de las serpientes, el caer de la lluvia, el grito de
los hombres perdidos y los enterradores. Estas notas me fueron enviadas a New
York junto con un folleto descriptivo de "El Infierno Verde" que yo
leí obsesionado. Durante estos lapsos de arrobamiento y cuando mi situación
económica era miserable, compuse "Chuncho", en más o menos un año.
Esta composición es revolucionaria en la historia de la música, es base de
nuestro triunfo".
—¿Revolucionaria?
—Efectivamente, porque son variaciones de una sola nota.
—¿Ese es el tema?
—Si. — afirmó Vivanco con la misma satisfacción de un escolar que se
saca 20 por haber resuelto un problema da regla de tres.
Sabía que para hablar de música — lo dice Hanslick — es necesario hacerlo con la sequedad de una terminología técnica o con la poesía de la ficción. Pero ni Vivanco ni yo, poníamos nada de nuestra parte para cumplir con este postulado.
LOS PERROS COMEDIANTES Y LOS INDIOS.
Se puede asegurar que Vivanco lleva en el alma, como un insecto prendido con un alfiler, una mariposa de resentimiento, fosilizada. Un resentimiento profundo, uno de esos traumas psíquicos, de esas minusvalías clasificadas por algún adleriano, un complejo por desplazamiento o por incomprensión. Su mal debe datar de su infancia o su mocedad. El no habla nada sobre el particular, pero desfoga inconscientemente. Un ejemplo: "Nos negaron el Teatro Municipal porque éramos indios, porque la mayoría de los de mi conjunto folklórico eran serranos, feos y mal presentados. Y pensar—dice—que antes de nosotros trabajaron en el mismo teatro, una "trouppe" de perros comediantes.
VIVANKOSKI
SERIA MÁS APLAUDIDO.
Los artistas Vivanco-Súmac tenían concertada una recepción. Debían
salir. Vivanco no quiso que la conversación se enfriara como un pan: entonces
me invitó a que los acompañara. Así, salimos Ima, Vivanco y yo. Dentro del
automóvil. Vivanco lleno de ironía, filósofo:
—Si yo fuera Vivankoski o Vivankovich sería mucho más aplaudido. Pero solo soy: Vivanco. "El cholo Vivanco" Le temblaron los ojos pequeños. Arrugó el entrecejo y resoplo lleno de vivacidad. De rebeldía.
BEETHOVEN,
TSCHAIKOWSKI Y VIVANCO.
—¿Valle Riestra es el mejor compositor peruano? — le pregunté.
—Hasta hace diez años, sí — contestó Vivanco.
Vivanco debe ser un genial compositor, por algo han puesto su
retrato en la Galería del Albert Hall de Londres, donde se hace esa selección a
razón de un músico cada 50 años, o sea que hasta el año 2000 nadie puede seguir
a Vivanco. Tal vez, en realidad. Vivanco es un compositor genial, pero que no
sea él quien nos lo diga, ni se empeñe en hacérnoslo conocer.
Con este pensamiento, le hice otra pregunta:
—¿Y Ollanta es la mejor obra musical peruana?
—No. porque aparte de lo nativo el resto tiene gran influencia
italiana.
—Y Ud. ¿qué influencia tiene? — le pregunté.
—¿Yo? Ninguna. Mi música es única. Yo, como Beethoven o Tschaikowski
he tomado el tema folklórico como fuente de inspiración. Si ellos tienen su
música, por qué no he de tenerla yo?
Quise seguir interrogando, pero este nuevo sesgo y una frenada del automóvil en el que viajábamos me hizo callar. Descendimos y asistimos a la recepción en un Instituto Militar, donde jóvenes uniformados no pudieron aplaudir el paso de la diva, porque estaban en posición de "atención"
EL PREMIO
NOBEL QUE SE LO DEN A IMA SUMAC.
Al regreso, Vivanco relató que en un diario de Paris, publicaron una
entrevista al Presidente francés, hecha por un buen reportero. Al finalizar la
entrevista le preguntaron al Mandatario.
—¿Esta Ud. enterado de que se le ha propuesto para recibir el premio
Nobel?
—Lo sé — afirmó el francés — pero preferiría que se le diesen a Ima
Sumac
Esta anécdota, de ser cierta, revela la honda admiración que sienten por ella en el extranjero, razón sin embargo no suficiente para justificar la altiva actitud de nuestra compatriota.
ELLA NO SE
INCLINA ANTE NADIE.
Vivanco, contó otra anécdota:
— Cuando Ima iba a ser presentada a la sociedad norteamericana en la casa de Miss. Blackwell, dueña de algunos billones de dólares, el maestro de ceremonias fue a instruir a Ima sobre lo que tenía que hacer. Ud. se inclinará así ante los Duques — le enseñó. A la sazón — continuó Vivanco — los Duques de Windsor eran los encargados de la presentación. Ima no quiso aceptar este detalle. "!Ima no se inclina ante nadie!" fue su femenina respuesta. La ceremonia casi fracasa. Al fin, la presentación se realizó, más fueron los Duques quienes se inclinaron ante Ima".
APENAS ES
MILLONARIO
—¿Es cierto que Ud. ha comercializado nuestra música? le pregunté a
Vivanco, en otro momento, mientras Ima me miraba de reojo, fugaz,
irresistiblemente
—No. Cuando la comercialice voy a ganar mucho dinero.
—¿Todavía no lo ha ganado?
—No. Apenas soy millonario. Momentos después, ya en la casa de Inca
Ripac, su secretaria, una rubia sosa, le alcanzó un gigantesco talonario de
cheques.
— ¿Here? — preguntó Vivanco —y firmó un cheque amarillo, no sé por
qué cantidad.
Vivanco me manifestó haber recorrido el Perú en busca de temas
musicales auténticos. Afirmó que, lo que hoy parece nuevo para la técnica
moderna de composición ya la conocían nuestros indios, muchísimos siglos atrás.
Las antaras, por ejemplo — dijo — con los medios tonos que es la base de la
composición moderna — abundan en el Perú. Allí tenemos el "antecc"
que es un instrumento increíble por su variedad tonal".
Hasta aquí llegamos en nuestra conversación. Unas veces al paso y otras al galope, bebiendo whisky, mirando la hora y hasta jugando "solitario" mental.
EL PROBLEMA
DEL INDIO Y EL CAPITALISMO.
La
pareja Vivanco-Súmac está norteamericanizada al sumun. Hablan en norteamericano,
se visten como los norteamericanos, comen como norteamericanos, han triunfado
con publicidad norteamericana, Papushka es norteamericano, son millonarios
norteamericanos. Sin embargo, "sentimos en carne propia — dijo Vivanco —
el problema del indio". Y agregó, no sé si dándose cuenta de lo que decía:
—Yo he enseñado a muchos a ser indigenistas. Y estoy seguro de que en los últimos veinte años, nadie ha sufrido ni sentido el problema del indio más que yo”
"ADIOS,
VIEJO Y PERDONA"
Hasta
hoy no me ha tocado entrevistar a ningún personaje que haya alcanzado las
cuatro octavas de la Fama, como lo ha hecho Ima Súmac, pero a juzgar por lo que
con ella me ha sucedido, el conversar con un personaje famoso es hasta cierto
punto imposible. La cita nunca llega, la entrevista no se concreta. Hay que
usar ardides. Soportar esperas. Y otras cosas más. A pesar de todo, esta
entrevista tuvo su fin. No vale la pena relatar cuándo ni cómo.
—Adiós,
viejo, y perdona — me despidió Vivanco en la puerta de su casa — el tiempo nos
falta. Ya tú ves. Para otra vez será.
—Si, para otra vez será — le contesté yo románticamente. Y agregué, para mis adentros: —Te esperamos, Vivanco. Y a ti también Ima Sumac.
Manuel Jesús Orbegoso