OSCAR AVILÉS:
LA PRIMERA GUITARRA DEL PERÚ
Avilés para el criollismo
Segovia para el flamenco
En
los dedos de Oscar Avilés, —trentaiún años, bigotitos sarcásticos y ojos
palomillas— la guitarra adquiere características de instrumento de concierto.
Avilés para el criollismo es lo que Segovia para el flamenco. No en vano nadie
discute su título de “primera guitarra del Perú”, pese a que como solista, son
muy pocos los que se han emocionado al escucharle.
Chalaco
de nacimiento, vivió toda su infancia en la avenida Bolivia, conoció a Bocanegra,
Herrera, Andrade, Romero, Vargas y otros próceres y aprendió a tocar la
guitarra con las lecciones de su abuela que, al cabo de tres años de enseñanza le
dejó apto para entusiasmar a tan esclarecido auditorio. Así graduado con el
voto aprobatorio de los criollísimos amigos de su casa, Oscar Avilés decidió
enfrentar a públicos más numerosos.
UN DEBUT DESCONCERTANTE
Contra
todo lo que era de esperarse, el juvenil guitarrista al enfrentarse por primera
vez con los micrófonos no lo hizo con su instrumento favorito en la mano.
Cuando realizó su estreno —Radio Nacional, 1938— estuvo acuclillado sobre el cajón
acompañando a la Limeñita. Solo tres años más tarde, sus ágiles dedos correrían
sobre las cuerdas al encabezar el trío de Radio Mundial, dirigiendo a Núñez y Arteaga. A
partir de ese instante el nombre de Avilés, se fue abriendo paso en la
admiración de los intermedios— el adolescente Oscar empezó crear un estilo, punteando
en notas agudas Desconcertó al principio, imponiéndose al fin, poco apoco comenzó
a adquirir rango, al extremo de conquistar seguidores.
Cinco años más tarde, el
muchachito que tocara el cajón
para La Limeñita formaba parte del inolvidable conjunto "Los Trovadores
del Perú",
al cual nuestra música
debe aún muchas de sus mejores páginas. Al lado de Paz (piano), Jiménez [“Panchito”] (primera voz) y Campos (segunda voz), Avilés
habría de recorrer el país entero y parte de Bolivia, entregando una distinta y
estremecedora versión, de lo peruano, en la cual destacaba nítidamente el concurso de sus
cuerdas.
LOS MEJORES AÑOS
Fatalmente, la gira de Los
Trovadores del Perú se interrumpió. La madre de Avilés enfermó y reclamaba la
presencia de su hijo. Allí terminó el conjunto. Solo dos años más tarde, ante
la solicitud de César Miró —Director Artístico— Oscar volvería a los micrófonos
dirigiendo el conjunto de cuerdas de la emisora del Estado. De aquí, la inquietud
de Tito Ego Aguirre le haría conformar, con éste y con Alejandro Cortez, un
trío de alta valía. "Los Morochucos", los Caballeros de la Canción,
mantuvieron durante cuatro años un lugar aparte en la calificación artística criolla.
Estilizando bastante, pero dotando de gran contenido musical a sus versiones,
"Los Morochucos" fueron, hasta el año pasado, en que por enfermedad
de Cortez se disolvieron, los mejores representantes de una nueva etapa
criolla, con dignidad melódica que, muchas veces, les atrajo las críticas de la
ortodoxia conservadora y tradicional, aferrada al tundete centenario y
espantada por la capacidad creadora del conjunto en el que Avilés poseía acento
inconfundible,
UNA GUITARRA EN LA NOCHE
Aunque el trío quedó disuelto, la
guitarra de Avilés no podía quedar enmudecida. De su actividad particular
—clases de Folklore y enseñanza en su Academia propia—le extrajeron para
hacerle acompañar en cuatro grabaciones a las voces increíbles de Los Dávalos.
También hizo lo mismo en cuatro discos de Jesús Vásquez, la declinante reina de
la canción. Y próximamente, habrá de mantener un programa radial, a base de sus
ejecuciones como solista, con el título de “Una guitarra en la noche”.
Hasta ahora, son muy pocos
los que se han emocionado al escuchar sus solos. Cuando ellos se difundan por
la radio, no quedará nadie que pueda discutirle a la guitarra mágica del grueso
y socarrón Avilés, su título de "La Primera del Perú”.
Publicado en la Revista "Extra" del 17 de mayo de 1955
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