ORGANOGRAFÍA PERUANA
LA ZAMPOÑA
En junio de 1928, en la revista "Mundial", se publicó este poco conocido artículo del músico e investigador puneño Mariano Béjar Pacheco, lo reproducimos para todos los interesados.
ORGANOGRAFÍA PERUANA
Trabajos dedicados al
Señor Andrés a. Aramburú
LA ZAMPOÑA
El estudio
de la zampoña es, sin duda, capítulo muy interesante para los aficionados a la
música serrana; pues constituye una revelación acerca de su manera de
organizarse y de la amplitud con que el indio del Collao explota el material
sonoro moderno.
Ante todo
hay que subrayar: que los que han tratado antes este mismo asunto, en el Perú y
en el extranjero, han carecido, unas veces, de la preparación técnico musical
necesaria y otras, de la debida información sobre el terreno. En su mayoría han
tomado como modelo una sola zampoña, ignorantes de que esta no es más que un
individuo de una colectividad, incapaz; por lo tanto, de representar, en total,
a todo su conjunto. Entiendo que en los museos del exterior no debe haber
colecciones completas de estos instrumentos. Y esto ha sido causa de que, en
vista de un ejemplar aislado, se hayan hecho las más arbitrarias deducciones.
Cuando la
banda está completa, una comparsa de sicuris
consta de 16 tocadores cada uno de los cuales toma un par de zampoñas de
diferentes dimensiones, pero cuyos sonidos guardan una correlación
perfectamente musical. Así: el par que aparece en el grabado 1 hay otras cuyas
notas son las de los pentagramas 5 y 6; y más grandes que las del grabado 3
otras cuyas notas son un semitono cromático más bajas. Y así descienden en
sonidos a la vez que aumentan en longitud y capacidad hasta alcanzar
vibraciones insospechables.
Las dos
cañas que van señaladas (x) corresponden a la nota la, sonido 58 del Índice General del Material Sonoro. En
ambos casos la longitud de la caña es de 0.1 m., siendo su diámetro de 0.007 m.
Este hecho demuestra que el indio procede con cálculo casi técnico y afina su
oído al diapasón universal.
Una banda
de sicuris no toca solamente música
autóctona: valses, marchas, tangos, el Himno Nacional, la Marsellesa, en fin
todo cuanto ellos escuchan, reproducen con presteza y exactitud, hasta con el
uso de acordes disonantes.
El estudio
subsiguiente de otros instrumentos indígenas irá revelándonos de lo que es
capaz el instinto humano, en las razas inteligentes y laboriosas, y nos dirá
también, una vez más, que la fuerza de la evolución es incontenible en todos
los sectores de la vida.
Lima, junio de 1928.
Mariano Béjar
Pacheco
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