“DIJO BIEN el que dijo que la gracia y
originalidad de nuestros cantos populares ha muerto”:
1866-1870 muerte y resurrección del
criollismo.
La Conga,
una de las tradiciones de Ricardo Palma, hace referencia a un texto poco conocido
de Abelardo Gamarra “el tunante”: EL
PIANITO AMBULANTE[1]
quién en ese artículo describe los cambios que se dieron el en cancionero
popular peruano entre los años 1866 y 1870, cambios que significaron la
desaparición de “tonadas y aires de la tierra” debido a que se pusieron en boga
polcas, habaneras, y valses.
Debo llamar
la atención sobre la falta de estudios sobre la música popular durante los
primeros años de nuestra vida republicana.
Las décadas de 1820 y 1830, fueron de una gran inestabilidad política y
económica: La campaña libertadora fue seguida por un período de luchas entre
los caudillos militares. Hasta mediados de la década de 1840 era frecuente ver
“el espectáculo de republicanos del Perú, maniatados por las calles, maltratados y vejados por sus mismos paisanos armados, y sepultados en los cuarteles destinados a morir en los campos de batalla, sin saber porque causa, arrancándoles de los labios vivas, a nombres de hombres desconocidos por ellos”[2]
Con
la llegada al poder de Ramón Castilla y los ingresos obtenidos con la venta del
guano de las islas, se inició un período al que Basadre denominó “la prosperidad falaz”. Como señalé en un artículo
anterior, el estado usó parte de los ingresos por el guano para fomentar
el proyecto modernizador de las élites liberales. El estado se convirtió en promotor
del romanticismo en el Perú (Denegri 2004:34). La bonanza económica hizo que el
país se convirtiera en un atractivo para grandes solistas y compañías de ópera
quienes comenzaron a brindar conciertos y temporadas de gran éxito. Una parte
de los sectores populares asistía a estos espectáculos, la “cazuela” prácticamente
estaba reservada para ellos y las músicas encontraron eco y se popularizaron reemplazando
a algunas de las existentes. Esos cambios, ya notorios a fines de la década de
1860 (en una sola década, el presupuesto estatal se multiplicó de cinco
millones en 1850 a 21millones de pesos para el año fiscal de 1861), fueron los que describieron Palma
y Gamarra, por eso pongo a disposición de los lectores el texto completo de Gamarra
para su respectivo estudio y análisis.
[1]
Este texto fue publicado en En la ciudad de pelagatos, Lima PEISA, 1973,
que es una complicación de algunos “artículos de costumbres” que escribiera
Gamarra a lo largo de más de treinta años.
[2]
Carta del vicario de Huaylas José
María Robles Arnao, al prefecto del departamento de Ancachs “El Comercio” 3 de
marzo de 1845
EL PIANITO AMBULANTE
ABELARDO GAMARRA
"Ea pues vamos a ver
quién se lleva la bandera
si los dueños de la casa
o los que vienen de afuera”
Así cantaba nuestro pueblo ahora años,
cuando tenía aquella gracia y originalidad que imprimía su sello en todo. Hoy
puede cantar:
"Se quebró la jarra de oro
y ya no tiene remedio
…………………………………"
Allá por el año 1866 aún no había en Lima para
diversión de muchachos otra música que los tutilimundi,
y el 67 o 68 apareció el primer pianito ambulante y con él acabaron los buenos
rasgueos de guitarra y finalizó el cajón, pues hoy el golpe del padre Chueca no
se usa ya sino en tambarrias de ínfima clase.
Las señoritas de medio pelo y las del coco, tienen
sus alegrías a golpe de manizuela.
- 176-
El pianito ambulante denota cierta aristocracia
entre gente del pueblo.
“Una, dos, tres y cuatro,
cinco y un cero
así se llevan la plata
los extranjeros".
Con esa musiquilla, también se ha dado al
traste con la guara y el zapateo, porque sus marineras sin fuga o sus fugas sin
primeras, no se prestan para un vale cuatro,
Andan por consiguiente dados al vals los
macuitos y las de arroz quebrado, y es cosa de verlos voltejear al son de los
descompasados vals de los pianitos ambulantes, la mayor parte de los que no son
otra cosa que matracas con teclado,
Le digo a U. que se va acabando la gracia
en esta tierra; y como antiguamente Lima daba el tono a los demás puntos de la
República, va desapareciendo la multitud de tonadillas de otros tiempos o permanecen
en un estacionarismo decadente.
Piura no sale de su tradicional "San Miguel";
ni Chiclayo de su mozamala:
"De Lambayeque a
Chiclayo
corre el caballo Zapata;
quinientos soles en plata
sin excepción ... de caballo".
Un poco más acá, se han estacionado en la otra
tonadilla:
177
"Si quieres comer
iguana
yo te la saldré a buscar
a las orillas del río
se salen a … rebuscar”.
Algo más acasito, andan firmes en su
"Cualquiera cuando a
cualquiera
siguiera cuando delira;
pero Ud. ña Casimira,
ni siquiera... ni
siquiera".
En Trujillo han hecho plantón en "La Manonga
Bustamante".
Lo que es en Loreto probablemente andarán
cantando todavía:
“Don Bracamonte
tiene una lora y
la mantiene
con mazamorra".
No me parece que en Amazonas anden mejor parados,
allí supongo que cantarán todavía:
"Al Ecuador me voy
madre
y échame… tu bendición
¡ay! si, ¡ay!
no que me voy al
Ecuador".
En Pelagatos cantan aún:
"Cuando los gentiles
hombres
formaron torres de vidrio
cuando mi madre nació
mi abuela no había
nacido".
- 178 -
"El hombre que anda de
noche
sabe lo bueno y lo malo:
sabe dónde canta el perro
sabe dónde canta el
gallo".
Cerca de Huaraz cantan:
"Por el mundo ando
rodando
no hay mujer que me
aborrezca,
hasta las chicas me dicen
te he de querer… cuando
crezca”.
En Huánuco no salen todavía de:
“Amor de forastero
no dura nada:
ensilla su caballo
se va mañana”.
En el interior talonean con:
"Arbolito de manzana
verdichay
cuya rama plante yo
chunquitay
otro te estará gozando
verdichay
y el que te plantó ya
no".
Cerca de San Pedro, cantan:
"Malaya el amor, malaya
y el amor malaya seya,
si el amor ha de ser causa
que yo perdido me
vaya".
- 179-
En todo lo que se llama costa abajo, de
donde han salido tan picarescas mozamalas y tonderos de rechupetes, hoy no
salen del viejo:
"¡Ayyy! para que quiero
la vida
iayyy! si contigo no la
gozo,
¡ayyy! si contigo la gozara
¡ayyy! yo me llamaría
dichoso".
“Arrímate cobarde
junto a esa niña,
hazle una guiñadita
con la rodilla",
"Eres enamorado
pero cobarde,
corazón de mosquito
métete a fraile".
"Me baño de mañanita
en el mar y en la corriente,
para ver si se me quita
este amor tan… permanente”.
“Corazón de avellana
pecho de almendra,
limón azucarado
quien te comiera”.
"Toma este puñalito
y ábreme el pecho,
y verás tu retrato
si está bien hecho”.
No salen de esas tonadillas viejísimas y
de los versos llenos de malicia que compusieron los que tuvieron sal en otro
tiempo.
- 180-
Nada digo del sur, porque si hemos de
comenzar por el desventurado Tarapacá, me supongo que allí todas serán leseras y ñoos empalagosos
Más acá corren parejas con el norte y me temo que
en Puno anden cantando todavía:
“Anda vete, anda vete
barbero loco,
que mi madre no quiere
ni yo tampoco”
El centro canta con Lima:
“Palmero sube a la palma
y dile a la palmerita,
que se asome a su ventana
que mi amor … la solicita”
Son los versos que hace años viven porque
ningunos otros han venido a sustituirlos pues los que se han compuesto después
no han sido sino unas verdaderas simplezas o descomunales deshonestidades.
- 181-
Con el pianito ambulante desapareció la popular
guitarra, el charango de rompe y rasga y el arpa deliciosa.
Agréguese a esto que nos importaron las
zarzuelas y las operetas bufas, que el pueblo invadió la cazuela y con este
melón se llenó el cerrón: nuestras morenitas de linda voz, nuestros cantores
populares se encariñaron con la Mascota y el Bocacho y el Cocacho y Mignon y la
FiI de madama no sé cuántos, y dándoselas de primadonas las unas y los otros de
tenores, aprendieron los libretos y en cada callejón tenemos artistas que
cantan el credo.
Ítem más, se les antojó poner en son de marinera
todos los dúos, solos y serenatas de las obras que hemos indicado y ha
resultado más de un adefesio soberano.
Culpa toda del pianito ambulante: de ese
instrumento chillón, bullanguero, desacompasado, sin armonía en que cada tecla
parece saltar sobre la cuerda, con un sonsonete infernal, algo así como un
teclado metido dentro de una petaca.
En el Callao, esa tierra del pueblo alegre
y de chispa, tierra de las más lindas mozamalas y de los tonderos y marineras
capaces de resucitar los pianitos ambulantes, y es peste la que allí hay de
ellos: todo se vuelve manizuelas.
A esa decadencia corresponden las observaciones
que otro aficionado a estudiar costumbres ha hecho en una de nuestras
repúblicas hermanas, diciendo con sobrada justicia ni más ni menos que lo que
nosotros dijéramos.
Nápoles tiene sus dulces y cadenciosas man-182-dolinatas.
Andalucía sus picarescas o sentimentales malagueñas, peteneras y boleros; los
pueblos vasco-navarros sus verzolaris; Galicia sus primitivas muñerías; los
pueblos del centro de la Italia sus idilios patrióticos y sus amantes cantos de
despedida, al partir para la guerra. Nosotros hemos llegado a tal corrupción
filarmónica popular, que hemos quedado reducidos a las
tremendas e inaguantables cumbiangas,
cantadas con voz nasal, en un mongongueo
tan fastidioso y monótono como un día de lluvia, esbozados sobre una melopea
capaz de crispar los nervios más bien templados.
Hacemos la caricatura de la música bastardeando
nuestros propios sentimientos y nuestras propias costumbres. Se han perdido
para siempre aquellos antiguos aires nacionales, todos esos cantos que hacían
una especie de repertorio nacional, han pasado a la categoría de las cosas
archivadas en los museos, cubiertas del polvo fino que el tiempo va acumulando
sobre ellas, como se van acumulando las capas de tierra que constituyen las formaciones
geológicas.
Aunque la poesía y la música de otra época
no eran delicadas ni sentimentales, demostraban por lo menos cierta cultura,
cierta galantería del hombre hacia la mujer, quedaba aunque superficialmente,
la nota de la pureza de costumbres de nuestro país.
Allá por los años de 1868 o 70 comenzó
para nosotros la importación inmensa de aires cubanos, las habaneras se repetían
con una profusión tremenda, con sus palabras indíge-183-nas, sus
cadenciosas melopeas, sus ritmos originales y picarescos, ardientes explosiones
de amor rimados sin ton ni son, caprichosas confecciones de corazones quemados
por unos ojos siempre negros y siempre arrebatadores.
Desaparecieron entonces por completo los
aires criollos para dar paso a esos aires importados cortados
por la misma tijera.
En medio de aquella inundación de cantos
españoles, se oía, sin embargo, de vez en cuando, surgir algún aire criollo.
Pero se había declarado el descenso de
nuestro gusto nacional y poético popular. Ya no se cantaba delicadamente a la
mujer, ni a su belleza ni a su amor.
El canto del tocador de guitarra en las
trastiendas e improvisador de versos cojos, mancos y tuertos, con consonantes
traídos de los cabellos, luchando en cruda porfía por meterse en los límites de
las cesuras, empezó a prevalecer de una manera tan caprichosa que no quedó
siquiera el recuerdo de los antiguos cantares populares.
No se vaya a suponer que tengo la rara
idea de implantar aquí una cátedra de moral popular, ni que quiero meterme a
Redentor, porque no se me ocurre que me crucifiquen, pero quiero sí, hacer
notar que en vez de mas educando, perdemos diariamente el ciento por ciento de
aquella cultura moral que nos dieron nuestros buenos padres.
Si hubiéramos de medir la educación
popular por los cantos y la música del pueblo, estaríamos más abajo que los
demás países.
- 184 -
Son cosas de la civilización!... dice el
escritor a que me refiero; pero yo agregaría que también son cosas aquí de la
pobreza, porque cuando el estómago anda mal no está para gracias ni para nada,
de allí que, después de la "Ferrolana" del tiempo de Echenique, de la
"Conga" del de Balta, hayamos quedado estacionarios.
El último de los
presidentes que ha tenido su cantarcillo pasable fue Montero:
"La ropa de S. E.
no se lava con jabón se lava
se lava con concha de ámbar
que penetra… al corazón".
Hoy, estamos
en plena prosa: nuestras desgracias nos han dejado como nuevos.
"Pudiera ser que algún
día
con las mudanzas del tiempo" .
...........................
No queda más recurso que
El pianito ambulante
y golpe a la manizuela
que una cosa es con guitarra
y otra cosa es con vihuela.
"Los amores de Juana
me tienen loco
yo me muero por ella
y ella… tampoco".
-185-
No sigo porque me precipito, y Uds. saben que al
que toca y al que canta, se le seca ... la garganta.
Con que:
Tanto que escribo rasgos
y nada tomo
como si mis pulmones
fueran de plomo.
Tomaré, pues, descanso y sigan Uds. cantando
lo que gusten; aunque no me despediré de mi lectora sin recordar el verso que
se canta en mi tierra, y va con ella:
Tienes una boquita
tan
colorada
que se parece al dentro
de
una granada.
Tienes unos ojitos
tan
embusteros
que aunque nada me dicen
me
están diciendo.
Tienes ¿pero qué tienes?
No tienes nada
porque lo que tú tienes
lo tengo en mi alma.
Y andar.
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