Los radios y tocadiscos a pilas y su impacto en la difusión de la música en los Andes
Desde inicios de la década de
1960 se comercializaron en forma masiva los radios y tocadiscos a transistores
que funcionaban con pilas. Hasta ahora queda pendiente el estudio del impacto sobre
el consumo musical que ese avance tecnológico ha tenido, principalmente en los
pueblos en los que en ese entonces no había energía eléctrica. Coincidente con
este avance fue el desarrollo de la industria disquera en el Perú. En 1963 el
huayno “Río Mantaro” fue un éxito sin precedentes al vender más de 10,000 copias,
lo que no significó nada frente a “Elsa” la guaracha grabada por “Los Destellos”
que en 1970 llegó a ser llamado “el disco del millón” por la cantidad de
copias vendidas.
El periodista
Niko Cisneros publicó en el Dominical del diario “La Crónica” del 2 de febrero
de 1969 el premonitorio artículo que reproduzco a continuación y que trata de “la
llegada” de la electrónica a los Andes. El artículo comienza haciendo alusión a
la foto del fotógrafo suizo Werner Bischof quien la tomó en 1954 en el Cuzco y
que me permito incluir en el artículo.
LA ELECTRÓNICA SE APODERA DE LA PUNA
Niko Cisneros
FOTO: Werner Bischof |
Fue FAMOSA aquella foto
registrada hace treinta años: en una desierta y alta puna, en donde un indígena
de chullo, poncho y ojotas, hace un alto en su pastoreo para tocar la quena quejumbrosa y cubrir de lamentos musicales aquel
silencioso y amplio escalón de los Andes.
Convertida
en tarjeta postal, dio muchas veces la vuelta al mundo entero corno vehículo de
unas cuantas líneas suscritas en el “exótico" Perú. Fue efectivo motivador
de la soledad andina, la típica vestimenta del hombre de las alturas, y del
ancestral instrumento musical.
Pero
si ahora un turista que lleve en uno de sus bolsillos la referida tarjeta
postal, recorre los valles y puna, de las cordilleras en busca de un hombre
igual, será muy difícil que encuentre algún similar del pastor quenista. Más
bien constatará que los rasgos físicos no han variado en nuestros indígenas,
algo sí la vestimenta, pero por sobre todo será testigo de la ausencia de la
rústica quena, y de la presencia de la electrónica.
Porque
en el presente hay pastores, ya sean masculinos o femeninos, que portan radios
transistores a pilas. Y mientras las tímidas ovejas o llamas mordisquean el
ichu que resiste la frígida temperatura, está escuchando una movida cumbia, un
huayno, un bolero de Manzanero o una canción francesa en la voz de Brigitte
Bardot.
El
pastorcito o la pastorcita, ya no se entretiene cantando huaynos lastimeros en
la soledad del Ande. Tampoco jugará con su oveja preferida, la más joven del
rebaño. Ahora se recrea con la música que surge de la emisora más cercana, o de
las más potentes de Lima. Y estará al día con los-"hits" del momento.
Con los éxitos en boga de Palito Ortega, de los Festivales de la Canción, de
las marineras de Abelardo Núñez, o de las guarachas de Yolanda Montero.
Asimismo estará enterado de la existencia de las más promocionadas marcas de
detergentes, o de extractos de perfumes, o de cremas embellecedoras. Productos
todos que sólo "verá" su imaginación.
Ahora, para
abandonar el páramo frío en donde el viento hiere el rostro, no tendrá
necesidad de colegir que el atardecer se acerca al constatar que el Sol está
bajando rojizo a la altura del pico tal o el nevado tal. Esperará que en su
radiorreceptor se sscuchen las cinco y treinta de la tarde, para emprender el
regreso hacia el hogar acompañado de los animales a su cuidado.
Siempre,
como un rezago de los ritos religiosos-profanos del pasado, el acto de la
siembra; la cosecha, la trilla, etc., en algunos lugares aún se realiza con las
ceremonias tradicionales, celebrándolo con cantos, bailes, música y bebidas,
hasta que el cielo se pueble de luceros.
Y todo esto
hacía que llegaran hasta el campo, a las terrazas de las laderas, o hasta las
grandes pampas comunales, los típicos conjuntos musicales de arpa, violines y
quenas. Hoy estas agrupaciones musicales ya no son muy solicitadas, y en vez de
ellas entran en acción los tocadiscos a transistores con pilas.
Con uno de
ellos y un paquete de discos de larga duración, las fiestas agrícolas han
perdido parcialmente su colorido, pero en cambio han ganado en musicalidad. Y
las mozas fuertes y lozanas y los mozos "achispados" y recios danzan
al son de la música del Caribe o de la folklórica con intérpretes de la región,
radicados en Lima.
Como deducimos, la electrónica en su avance ha
dejado los valles y ciudades de la costa para llegar a los Andes y rebasarlos
también. Y el alegre pastor con radio a transistores ha suplido al deprimido
pastor de la quena que hace llorar el alma.
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