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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.

lunes, 6 de enero de 2020

Apuntes sobre las Bandas de Músicos en el Perú


APUNTES SOBRE LAS BANDAS DE MÚSICOS EN EL PERÚ

Luis Salazar M.

Foto: UNMSM

      A pesar de estar presentes durante toda nuestra vida republicana e incluso antes, las bandas de músicos militares y su derivado las bandas de músicos civiles, no han sido objeto de un estudio adecuado. Dos obras aparecen como oasis en el desierto: LA BANDA DE MÚSICOS: Las bellas artes musicales en el sur de Ancash del antropólogo sanmarquino Román Robles, publicada el año 2000 y Sin bandas no hay fiesta de la etnomusicóloga Virginia Yep publicada el año 2015.

    En el presente trabajo trato de bosquejar un panorama de las bandas de música a partir de notas que he ido recogiendo desde hace algún tiempo y espero sirvan para despertar el interés en el estudio del tema.

       Comienzo citando a la historiadora argentina Florencia Guzmán. En su estudio sobre las bandas de libertos en el ejército libertador afirma que el general San Martín creó cuatro bandas de músicos siendo las más importantes las de los batallones N° 8 y N° 11, formadas por negros libertos. San Martín utilizó esas bandas no sólo durante las operaciones militares, sino que extendió su uso a otras funcionalidades. El general Espejo relata que cuando se produjo el desembarco en Pisco, al mediodía del 15 de setiembre de 1820, llegó al campamento militar un parlamentario del Virrey de Lima, el Alférez de Húsares de la Guardia don Cleto Escudero, quien fue recibido por orden de San Martín con un simulacro de bandas
"[D]ispuso que se arreglasen unas con música y cajas, otras con cajas y pífanos, otras con cajas y cornetas y otras de cornetas solas, en mayor número del que contaba realmente el Ejército. Así fue que, llegada la hora de la retreta empezó el estrepitoso toque de unas bandas tras otras, y advertimos que el parlamentario se fijaba y parecía llevar la cuenta de ellas: más en cuanto pasaron de veinte, Escudero empezó a desconfiar de la verdad, lo cual dio lugar a un ligero episodio que voy a permitirme referir tal cual ocurrió. Escudero era natural de Andalucía y hablaba con ese acento marcado peculiar a los de esa provincia de España, y dirigiéndose al edecán Caparroz le dijo: "Dígame usted: ¿Cuantas músicas tienen ustedes?" y el Capitán Caparro; sin detenerse le respondió "Veinte ¿y ustedes?" Escudero contestó con el golpe "Cincuenta, y con la de la Catedral, cincuenta y una"(Espejo 1978: 30-31. Citado en Guzmán 2005).  
    Guzmán aporta datos sobre cómo estaban conformadas esas bandas:
“La otra banda que gozaba de gran reconocimiento era la del Batallón N°8, compuesta de veintisiete músicos negros, los cuales, salvo tres, tocaban todos de oído perfectamente. Este conjunto ejecutaba flautín, flauta, requinto y clarinetes, trombones, tambores y bombo, y estaba bajo la dirección del maestro Matías Sarmiento, mulato, hijo de una mulata y de un negro africano, quien según las crónicas de la época, sabía leer y escribir las notas con facilidad y también componía música bastante bien”. (Guzmán 2005: 32)
    Las bandas de músicos tuvieron presencia en los preparativos de proclamación de la independencia. Fernando Gamio escribe al respecto:
“Las bandas de músicos anunciaban con sus aires marciales que se acercaba la iniciación del acontecimiento y todos salían a las calles a cumplir su derrotero. A la plaza principal fueron llegando los regimientos como el de los Alabarderos de Lima, el batallón N° 8, portando las banderas de Buenos Aires y de Chile, con su excelente banda de músicos que capitaneaba el músico mayor Matías Sarmiento, y los artilleros que conducían los cañones” (Gamio 1959: 136).
   Más adelante señala que, una vez proclamada la independencia, “surgieron las vivas, se escucharon los aires marciales de las bandas del ejército que parecían disputarse el espacio en poder y entusiasmo” (Id.:137).

El viajero inglés Gilberth Mathison que estuvo en Brasil Chile y Perú en 1821 y 1822 y escribió lo siguiente sobre los sucesos del 4 de mayo de 1822 en Lima:
"Cerca de una docena de mujeres notoriamente disolutas, vestidas con abundancia de adornos y cintas nacionales, Ordenes del Sol, etc., encabezaban la marcha al Palacio de Gobierno, precedidas por una banda de música, banderas y enormes antorchas de cera (...)" (Mathison [1825: 279], citado en Estenssoro 1989:65).
    Existe la partitura de un vals que tocaba la tropa cuando Bolívar entró a Quito  en junio de 1822


Tomado de  “El pasillo ecuatoriano”:

El ejército libertador tenía sus bandas de músicos y con toda seguridad en los altos picos de nuestras cordilleras resonaron el eco de las marchas militares pero también de las músicas festivas que eran parte del repertorio de las bandas: “El Cielito” y el “Cuándo” argentinas, los “bambucos” de Colombia y otras que no sabemos. De los pocos datos sobre ellas rescato estas líneas de las memorias del general colombiano M. A. López, testigo de la Batalla de Ayacucho:
“(…) la banda del VOLTIGEROS rompió el bambuco, aire nacional colombiano con que hacemos fiesta de la misma muerte; los soldados, ebrios de entusiasmo, se sintieron más que nunca invencibles; y entre frenéticos vivas a la libertad y al Libertador, que eran nuestro grito de guerra, avanzó rectamente esa cuádruple legión de enconados leones, reprimida hacía casi dos horas por la diestra mano de su amo” (“Mundial”, 20 de julio de 1923).

    Según Oscar Hernández Salgar, investigador musical colombiano, sobre el bambuco “La Guaneña”[1], “se han tejido toda clase de historias respecto de su supuesta presencia en la batalla de Ayacucho y su papel decisivo en la guerra de independencia” (Hernández 2020).

"La guaneña", fragmento

       El relato del viajero inglés Robert Proctor, quien llegó a Lima en 1823, puede ayudarnos a tener idea de cómo eran los bailes en esos años y la actuación de las bandas en ellos. Proctor, el 25 de mayo de ese año, asistió a uno dado por los argentinos residentes en Lima con motivo del aniversario de la independencia de su patria. A este baile asistieron los militares de todas las naciones que en ese momento estaban en esta ciudad. El relato es el siguiente:
“Las danzas españolas eran muy elegantes y los nativos generalmente tienen mucha gracia. Las parejas se colocan al estilo inglés antiguo pero el compás es de vals lento y las figuras son mucho más variadas y complicadas. La música en esta ocasión a cargo de la banda del regimiento del Río de la Plata, era como pocas veces he oído mejor y aunque consideramos difícil para ejecutantes en instrumentos de cobre tocar tanto tiempo, sin embargo, estos músicos no solamente lo hicieron con facilidad, sino que también tocaban marchas en los intervalos. (…) Después de la cena se reanudó el baile, que continuó hasta el día.” (Proctor, 1998, p. 97).
        Es interesante señalar que el repertorio musical no se limitaba a la música militar y a las canciones nacionales. Como se desprende, las bandas militares interpretaban también danzas de salón europeas y otro tipo de música. En Arequipa en octubre de 1824 acompañaron el desfile de dos condenados a muerte cuya ejecución se dio en la plaza principal ante unas “Tres mil personas”. El viajero inglés Samuel Haigh fue testigo de esto relata que las bandas tocaban a intervalos (Haigh 1967:25).

    Según lo publicado en el quincenario literario dirigido por Abelardo Gamarra  “El Perú Artístico” del 15 de octubre de 1893, en 1830 el músico José Ignacio Cadenas "dió un festival de bandas militares y orquesta escribiendo una marcha titulada Victoria que fue muy aplaudida". 

     No abundan datos sobre las bandas militares durante las primeras décadas de nuestra naciente república pero es de suponer que durante el primer militarismo, período de nuestra historia caracterizado por las luchas entre caudillos militares existieron ya al menos incipientes bandas militares en las improvisadas tropas producto del reclutamiento forzoso. Esas bandas se denominaron "bandas de cachimbos". Esto cambió durante el período del guano y del salitre donde al parecer se crearon varias bandas en los diferentes cuerpos del ejército y la gendarmería. En 1851 el músico sueco Carlos Eklund era director de la Banda de Músicos del Batallón Pichincha. En 1860 entre las leyes y resoluciones dictadas por la legislatura de 1860 se dio una sobre la reducción del ejército y la gendarmería. El entonces presidente Miguel  San Román firmó la ley que en su  artículo cuarto señalaba:
“Art. 4° Habrá a lo más en el Ejército cinco bandas de música, costeadas por el Erario. En las tropas de gendarmes, no se costeará banda alguna”.
               

(Colección de leyes y resoluciones. Leyes expedidas por el congreso de 1862)


Las retretas
               
      Desde la época colonial en el que las principales diversiones públicas eran los toros y el teatro, las bandas intervenían, sobre todo en las corridas en Acho. Otra función muy importante fueron las retretas. “Retreta” en principio era el  toque militar común a la infantería y a la caballería que en general indicaba que la tropa formada o que marchaba hacia delante, diera media vuelta y  ejecutara la retirada. "retreta" también se usa para describir una fiesta nocturna o vespertina en la cual una banda militar, o de cualquier otra institución, recorre las calles ofreciendo una función musical o concierto al aire libre, generalmente en plazas públicas, parques y paseos.

       William Stevenson, viajero inglés que estuvo entre 1804 y 1824, en una de sus descripciones de la plaza mayor de Lima dice: “A las ocho hay retreta y diferentes bandas de música militar salen por la puerta del palacio; ésta es una gran atracción y es pretexto para que muchos visitantes se queden en las galerías” (Stevenson 1971:174).

       En el N° 2 de la revista “La Bella Limeña” publicada el 14 de abril de 1872 se reseña unas retretas en Chorrillos: 
(…) No terminaremos esta revista sin decir algo a nuestras lectoras de la gran retreta que tuvo lugar en el malecón de Chorrillos, la noche del Jueves. La banda militar de «La Independencia» marchó a esa villa por el tren de las siete de la noche, y dio en el malecón una espléndida retreta que duró hasta las diez de la noche. Casi todas las señoritas que habitan hoy ese delicioso lugar ocuparon el malecón, que presentaba la vista de un hermosísimo vergel. La noche estaba serena y la claridad de la luna daba un aspecto poético a todo aquel recinto de los amores del verano. 
Esta noche se dará otra retreta semejante y lo mismo se hará todos los jueves y los domingos siguientes, pues se sabe de buen origen que la banda de música que hemos indicado ha sido contratada por varios señores, para dar esas retretas, mediante una retribución pecuniaria. Las noches de campo son, pues, ahora en Chorrillos, verdaderamente celestiales. 
ROSA y ELVIRA.
      En el periódico “El Nacional” de marzo de 1878 encontramos el programa de las retretas del día 26: “Bandas: Artillería ejecutó el 4º acto de Jones. Pichincha tocó Los Lombardos. Ayacucho el 1er. Acto de La Favorita. Entre los valses que tocaron las bandas destacó Pichincha”. En el mismo diario, el 2 de abril, se publicó lo siguiente: “Retreta: Artillería “Baile de Máscaras"; Pichincha; fantasía de “Romeo”, "Lombardos" y "Atahualpa", vals y polkita y tres chilenas sandungueras y entusiastas”.

      En abril de 1878, siendo Director de Bandas militares, Pedro Siena, dirigió un concierto en la Exposición con las Bandas de los Batallones "Artillería de Campaña", "Ayacucho Nº 3" y "Pichincha Nº 1" con Obertura de Las Vísperas Sicilianas, de Verdi, Sinfonía inédita sobre motivos napolitanos, de Alberto Sormani; Gran Marcha dedicada al Gral. Prado, compuesta por Siena, y "Obertura de Les Dragones de Villiars", de Maillard. (En Barbacci 1949:499)

        Durante la guerra con Chile las bandas de músicos estuvieron presentes en el frente de batalla. En "El Comercio" del 9 de enero de 1917 se reseña la vida del "decano de los músicos militares" Manuel Pedemonte, quien tomado prisionero por los chilenos se cercenó los dedos de la mano para no ser obligado a tocar en las bandas enemigas.

Manuel Pedemonte "El Comercio" 09.01.1917

          Las bandas de músicos de las tropas chilenas que ocuparon Lima, al parecer carecían de buenos músicos. Un Anuncio aparecido en el periódico chileno “La Actualidad” editado en Lima solicitaba la contratación de músicos para el cuerpo de tropa "Carabineros de Yungay" que ocupaba el cuartel de Barbones, se ofrecía una buena remuneración: "Se contratan músicos - serán bien pagados" ("La Nación" 05.03.1881). También podemos afirmar que la costumbre de las retretas se mantuvo aun durante el período de la ocupación chilena. En “La Actualidad” se publicaron varios aviso al respecto:
“Retretas. Extraordinariamente concurridas estuvieron las que las bandas de música de esta guarnición ejecutaron en las noches del jueves y sábado en la Plaza Principal. Es increíble lo que gana este paseo con la iluminación de los grandes y hermosos faroles que lo adornan i que por motivos que sabemos se economizan demasiado, cuando en tiempos no muy remotos era costumbre iluminarlos en las retretas que tenían lugar dos veces por semana. Por qué hemos de ser menos. Hacemos indicación para que se les pase un paño y se enciendan los jueves y domingos” (“La Actualidad” 18.05.1881). 
    El 26 de ese mes en el mismo diario encontramos:
Mañana, en conmemoración del aniversario de la batalla de Tacna se harán dos salvas mayores por el regimiento número 2 de artillería, al salir i ponerse el sol. El pabellón nacional se enarbolará mañana en todos los cuarteles i edificios públicos. Todas las bandas de esta guarnición tocarán, en el lugar de costumbre, una retreta general ordinaria, la que principiará a las siete p.m. Las referidas bandas se pondrán a las órdenes del capitán ayudante del E. M. don Eleodoro Guzmán. 
    Una idea de los programas de las retretas durante ese período nos da el “Diario Oficial” del 18 de enero de 1883:
Gran Parada Militar en Malambo 
Espléndida retreta.- 
Las bandas militares ejecutaron el himno nacional chileno, hermosos trozos de las óperas más clásicas, lindos valses, polkas, etc. Hasta las diez de la noche en que se retiraron a los cuarteles tocando magníficos pasodobles (“Diario Oficial” 18.01.1883) 
   Hasta ese entonces los instrumentos musicales para las bandas eran importados de Francia. Un anuncio aparecido en el “Diario Oficial” del 10 de setiembre de 1883 informaba de la llegada de “nuevo instrumental para bandas llegado de Alemania para romper la hegemonía francesa” (“Diario Oficial” 10.09.1883).

   La utilización de las  bandas de músicos se daba por los más variados pretextos. En “El Comercio” del 23 de abril de 1888 se lee:
“BANDAS DEL EJÉRCITO.- Es realmente algo de aldea, por ejemplo algo como lo que pasaba en Chincha en sus buenos tiempos ahora 20 o más años, lo que sucede en Lima con las bandas de música del ejército. 
Por quítame las allá esas pajas, música en la madrugada, en la tarde, a media noche, en la iglesia, en el teatro, en la casa del coronel tal, en el colegio cual, en las calles centrales o en los suburbios, a toda hora, en todo lugar, por toda causa por trivial que sea, se oye la música militar que ya toca un trozo de ópera, o una marinera, sea en el templo o en el domicilio de algún amigo del jefe, o del capitán, o del ayudante del cuerpo que posee músicos. Este abuso es menester restringir o extirpar. Sin duda, algo semejante pasaba en Bolivia, por lo que el Gobierno puso a tarifa el uso de esas bandas hace poco por un decreto supremo; señalando lo que debía pagarse, según la hora, en que se empleasen, el tiempo, el lugar, el lugar, etc., etc. Pero sea como fuera, hay necesidad de poner término aquí a tales procedimientos. 
Sin ir muy lejos, vemos anunciado que con motivo de una función teatral habrá retreta en la puerta del teatro. 
¿A que conduce esto? 
La gente que piensa ir a la función va con o sin retreta; mientras tanto la entrada se obstruye con los desocupados y las molestias para los asistentes son mayores” (“El Comercio” 23.04.1888).
Con motivo de las fiestas patrias de 1888  el Concejo Provincial de Lima organizó un Festival de bandas que tuvo lugar los días 27 y 29 de julio en la plaza de Armas de Lima y fue dirigido por el director de la banda del Regimiento de Artillería D. Eugenio Ramírez. El programa fue el siguiente:
1° Himno Nacional. 
2° Sinfonía de la ópera “Clara de Rosember”. 
3° Potpurrí de la ópera “Bocaccio”. 
4° Vals “Hojas de rosa”. 
5° Paso doble “Ciudad de Lima” composición del director, quien lo dedica al señor Francisco S. Valdivieso. (“El Comercio” 26.07.1888). 
   Eugenio Ramírez fue director de la Banda de la Escuela de Clases (Banda de la Escuela Militar de Chorrillos) estrenada en 1890. Otro de los directores de banda de esa época fue Nicanor Tapia, que dirigió la Banda de la Escuela Correccional. 

    En 1897, a pedido del presidente Piérola, llegó al Perú el músico filipino José Sabas Libornio Ibarra quien ocupó el cargo de Director General de las bandas del Ejército. Presentó un plan para crear una Escuela de Música para reclutas, ya que hasta entonces la mayoría de los músicos que integraba las bandas aprendía al oído por el método del “tarareo”.

   Libornio trabajó desde  el año 1897 hasta 1915 en que murió. Su inmensa producción se encuentra en 49 volúmenes encuadernados y llega a la cifra de 500 partituras para banda entre arreglos de piezas de autores conocidos y sus propias composiciones. Sólo un porcentaje minoritario son marchas militares, las mayoría son selecciones de óperas y piezas clásicas y valses. También es necesario señalar que en esa época las compañías de bomberos tenían sus bandas de músicos. Libornio dirigió la banda de la Cía. de Bomberos Cosmopolita y le dedicó “21 de Octubre” – pas de patineurs. 

Banda de música del Regimiento de Artillería de Montaña
José Sabas Libornio al extremo izquierdo – Archivo familia Libornio

        
El formato de las bandas utilizado por Libornio, es un formato grande, y algunas voces están asignadas a instrumentos que ya no se usan en la actualidad. Esto puede apreciarse en la siguiente imagen:

José Sabas Libornio vals “Invernal” – CEHMP

     Entre los instrumentos utilizados en esa época se encuentra el saxofón. Una comunicación personal de Javier Hernández me ha hecho caer en cuenta que en la partitura para banda del Himno Nacional del Perú hecha por su restaurador Claudio Rebagliati se utiliza el saxofón.


HIMNO NACIONAL - Edición Oficial -1901

            
      En el "Álbum fotográfico" de Enrique Brüning se aprecian algunos integrantes de una banda de músicos. La foto fue tomada durante la fiesta de la Virgen del Rosario en  Galindo, Laredo  el 1° de enero de 1895:


Foto: "Álbum fotográfico Brüning"

        A principios de siglo ya existían bandas de músicos en diferentes ciudades del país. En la ciudad del Cerro de Pasco, hasta la llegada de los inversionistas norteamericanos existieron varias colonias de extranjeros, destacándose las de los italianos, los eslavos, los alemanes y los españoles. Los eslavos estaban agrupados en Sociedad Austro-Húngara de beneficencia y tenían una orquesta y la "Banda Slava" bajo la dirección de Marcus Bach. Los españoles tenían Banda de la Beneficia Española y existían también la Banda de la Policía y la banda de la Compañía de Bomberos Cosmopolita. Esta banda denominada Filarmónica Cosmopolita fue dirigida en 1904 por Pedro Cordero y Velarde un personaje que años después daría que hablar en Lima al fungir de Presidente de la República.En 1908 en esa misma ciudad los norteamericanos residentes inauguraron "The esperanza club", la fiesta fue amenizada por una banda infantil. Sabemos todo esto por la informaciones recogidas por César Pérez Arauco en su libro Cerro de Pasco Historia del Pueblo Mártir del Perú 1901-1913 (Pérez 1997).   

    En el Sur del Perú a las bandas cívicas las llamaban bandas de "ccaperos". La 
imagen al pié muestra una banda de "ccaperos" en Arequipa en 1904
Fuente: Carpio Muñoz 2014.

    En 1907 la Banda del Batallón de Gendarmes fue premiada con medalla de oro por la Municipalidad de Lima con motivo de las Fiestas Patrias.

"Actualidades" Nº 227 3 de agosto de 1907


      Otra fotografía que se encuentra en el "Álbum fotográfico" de Brüning es la de una banda de músicos de la fábrica de Pomalca existente en 1908.


Foto: "Álbum fotográfico Brüning"


           En la revista “Variedades” del 7 de mayo de 1910 
aparece una fotografía de la Banda de la Escuela Correccional de Varones y, 

Banda de la Escuela Correccional
"Variedades" 7 de mayo de 1910

   En el mes de julio en esa misma revista apareció la foto de la recién estrenada Banda Municipal de Huancayo

"Variedades" 9 de julio de 1910

          Un anuncio publicado en el Comercio el 18 de octubre de ese año da cuenta de la existencia de una banda escolar en la ciudad de Huarás:
“El sábado se verificó la velada musical organizada por el prefecto con el concurso de la banda y orquesta del Seminario, obteniéndose un éxito completo. Los fondos se dedicarán a la ornamentación de la plaza principal” (“El Comercio” 18.10.1910).
           En "La  Prensa" del 29 de setiembre de 1910 se publicó esta nota:
- Retreta 
La Banda de músicos del regimiento gendarmes de infantería de Lima dará retreta en la plaza de armas el jueves 29, de 4 a 6 pm. según el siguiente programa: 
1ª “The old Kentucky home” (marcha) Flor. 
2ª “Faunes et bacantes” (obertura) Kelsen. 
3ª “Sangre romana” (vals) Sevenich. 
4ª “Columbus” (ópera) Herlman 
5ª “Souvenir de Alemania” (vals) Saher 
6ª “The American Bell” (Paso doble) Hall 
7ª “Toujours gaie” (Schottis) Nillot 
8ª “España en París” (Marcha) Gómez
   En 1911 se realizaron en Lima grabaciones a Bandas de Músicos que fueron impresas en discos “Columbia” en Nueva York y que formaron parte de la serie “P” de dicha empresa. Los discos  llegaron a Lima en febrero de 1912:

P 1
Banda del Primer Regimiento de Montaña
Himno Nacional
Himno

Banda Del Regimiento de Gendarmes de Infantería
Ataque de Uchumayo
Marcha
P 2
Banda de la Escuela Militar de Chorrillos
Cachaspares
Cachaspares
P 3
Banda de la Escuela Militar de Chorrillos
Yaraví N° 3
Yaraví
P19
Banda de la Escuela Militar de Chorrillos
Marcha de Banderas
Marcha

Banda del regimiento de Gendarmes de Infantería
Marcha fúnebre Morán
Marcha
P38
Banda del Regimiento de Gendarmes de Infantería
Tondero
Tondero
P54
Banda del Regimiento de Gendarmes de Infantería
Marinera
Marinera
P73
Banda del Regimiento de Gendarmes de Infantería
Yaraví N° 2
Yaraví
P74
Banda del Regimiento de Gendarmes de  Infantería  
Yaraví N° 3
Yaraví
Cuadro n°1 Grabaciones de bandas en 1911 
Elaboración: Luis Salazar


Marcha de Banderas - Banda de la Escuela Militar de Chorillos
Foto: Disco donado por Darío Mejía a la ENSF "José María Arguedas"

        En la revista "Variedades del 14 de setiembre de 1912 hemos encontrado la fotografía de la banda escolar formada por el Comité Patriótico de Trujillo:

Banda Escolar de Trujillo."Variedades" 14.09.1912.

     En departamento de Piura  ya existían bandas de músicos en esa época. Lo prueban  fotografías aparecida en "Variedades": En el nº 237 de esa revista aparece una fotografía  en la que se ve una banda de músicos en el distrito de la Huaca, provincia de Paita:

La Huaca. Procesión cívica "Variedades" 19.10.1912

        En otra fotografía aparecida en esa misma revista, el 11 de noviembre  de ese mismo año se ve la bien organizada y uniformada banda del cuerpo de bomberos de Paita:

Banda de músicos del Cuerpo de Bomberos de Paita. "Variedades" 23.11.1912.

     En esa misma revista, se encuentra una foto de San Luis en Cañete, Ica, en la que se aprecia una banda de músicos durante una manifestación de apoyo a nuevo presidente Guillermo Billingursth.("Variedades" Nº 250 del 14 de diciembre de 1912).

    Otra de las bandas de las que podemos dar noticia es la de la Banda de músicos “Hijos de Bolognesi” conformada por 29 músicos. Una foto de esta banda fue publicada por la  revista “Variedades” en  mayo de 1913. Al aparecer es la misma banda de la que da informes el antropólogo Román Robles en su libro sobre las bandas musicales de sur de Ancash.

BANDA DE MÚSICOS “LOS HIJOS DE CHIQUIÁN (“Variedades” mayo 1913)

Por informaciones recogidas por el Dr. Robles, se sabe que esta banda fue dirigida por el músico trujillano Maglorio Collantes Díaz, reconocido director de bandas, quien años después publicó algunas partituras con música bolognesina.

Ese mismo año existía una banda municipal infantil en la ciudad de Tarma. En la foto publicada en la revista limeña "Variedades" se pude apreciar dos integrantes con saxofones. Esto muestra que la incorporación de ese instrumento ha seguido caminos diferentes a los  que se ha venido afirmando. Al igual que la banda chiquiana los integrantes de esta banda están uniformados. 

 
"Variedades" 06.12.1913

                En 1913 los técnicos de la Victor Talking Machi Co. hicieron grabaciones en Lima. Grabaron a la Banda de la Escuela Correccional de Lima dirigida por Nicanor Tapia:

Escuela Correccional
Marcha
N. Tapia (composer)
Coronel Soyer
Paso doble
N. Tapia (composer)
Los Cachacos de Lima
Marcha
N. Tapia (composer)
General Varela
Marcha
N. Tapia (composer)
Viracocha
Triste y cachaspare
C. Pacheco (composer)
Huayna Capac
Cacharpare
Valdés / N. Tapia
Himno Nacional del Perú
Himno
José Bernardo Alzedo (composer)
Marinera Núm. 1
Marinera

Tondero No. 1
Tondero

Cuadro n°2 Grabaciones de bandas en 1911 
Elaboración: Luis Salazar en base a  la EDVR on line (DHAR)


      La Banda de la Escuela Correccional existió hasta al menos 1915 según demuestra esta nota de "Variedades".

"Variedades" 06.02.1915
       
     En “La Crónica” del 2 de octubre de 1915 hay una reseña fotográfica la fiesta de San Jerónimo en Amancaes. Una de las fotos muestra una banda de “Cachimbos”.

 "Los cahimbos que amenizaron la fiesta"
"Variedades" 06.02.1915

 En 1917 los técnicos de la “Victor” llegaron al Perú para continuar con sus grabaciones que se hicieron ese año en Arequipa y en Lima. En Arequipa grabaron a la Banda Federal de Arequipa. Las grabaciones fueron las siguientes:

Marcha de Moran
 Marcha

 Marcha fúnebre
 Marcha

Candamo
Marcha Fúnebre
Libornio
Ya empieza el pecho a sufrir
Yaraví
(Melgar)
Palomita ¿dónde vas?
Yaraví
Melgar
La Arequipeña
Marinera

La mariposa
Huayno

Huasacache
Tondero
(Valdéz)
La Paceña
Huayno

Ollantay
Huayno

El Carnaval en Arequipa
Pasacalle

Ataque de Uchumayo
Marcha

Último Adiós, El
indeterminado

La tambeña
Marinera

En la glorieta
Tondero

La periquita
Marinera

Cuadro n°4 Grabaciones de bandas en 1917 
Elaboración: Luis Salazar en base a  la EDVR on line (DHAR)

En Lima grabaron a la Banda del Batallón de Gendarmes N°1 que en ese entonces estaba dirigida por el Capitán Rosendo Rothschild, músico mexicano nacionalizado peruano. Las grabaciones fueron:

San Lorenzo
Marcha Argentina
Cayetano Alberto Silva
Olé Gaona
Marcha
(AyIlon)
A ti
Habanera
(Rothschild)
El Cóndor Pasa
Incaica
(Robles)
Himno Nacional del Perú
Himno
José Bernardo Alzedo
Lejos  de ti
One Step
Capt. Rothschild
La nieve
Yaraví
(Melgar)
Ollantay /Funerales de Atahualpa
Kasua incaica/ Triste albiña

Los Aires
Polca
(Pedemonte)
Sirena - La peruanita
Marinera

Funerales de Candamo
Marcha Fúnebre
(Rojas)
 Despedida -Lejano
Yaraví - Pasacalle

Funerales de Billinghurst
Marcha Fúnebre
Pedemonte
El Aristócrata
Fox Trot
(AyIlon)
Quenas
Vals
(Lavalle) [sic]
Hello Charley
One-step

Luisa Mercedes
Two-step

Danza del oso - Te has caído chaquetón


Cuadro n°5 Grabaciones de bandas en 1917 
Elaboración: Luis Salazar en base a  la EDVR on line (DHAR).

          En  1919 y en virtud a la reorganización policial de aquella época la Banda del Batallón de Gendarmes se convirtió en parte del Regimiento de la Guardia Republicana y desde entonces se hizo conocida como "Banda de la Guardia Republicana".

      De inicios de la década de 1920 son las referencias sobre las “bandas de cachimbos” , (bandas formadas por "licenciados" del ejército o la policía) que Hildebrando Castro Pozo hace en su obra Nuestra Comunidad Indígena:
"(…) en algunas comunidades cuyo contacto con los pueblos ecuatorianos es íntimo, el cachaspare andino se conserva; notándose en el repertorio de algunos cachimbos ambulantes, que de la amalgama de aquel y el pasillo pastuzo se ha formado una especie de huayno-danza alegre y retozón como el que entonan los cachimbos huancas en la época del jala pato". (Castro Pozo, 1924: 222. Citado en Robles 2000: 79). 
         Los esposos Raoul y Marguerite D’Harcourt en 1925 publicaron en París su libro La Musique des Incas et ses Survivances. En esa obra, al hablar sobre las armonizaciones populares escriben:
"En ciertas ciudades de la costa, como Lima, Arequipa, Trujillo, los indios tocan la quena o el arpa, los mestizos la bandurria o el charango, y los militares con sus bandas, que en ciertas ciudades de la sierra se componen de flautas, clarinetes, cobres y bombos, todos ellos tienen en su repertorio aires indígenas locales, mestizos y criollos,..." (D'Harcourt, [1925] 1990:491. Citado también en Robles 2000).
    Las “bandas de cachimbos” han sido mencionadas en las obras de algunos literatos como José María Arguedas y José Diez Canseco, quien las menciona cuando relata la fiesta de la "Asención del Señor" en Lunahuaná al sur de Lima:
¡Ascensión del Señor! Ponchos nuevos y faldas chillonas. Iluminación lujosa y cadenetas de papel con los colores peruanos. Quitasueños y fuegos artificiales traídos de Cañete. Chicha y aguardiente. Bullanga de los indios y rubor de las mujeres que, para reírse, se llevan el pañuelo a la boca. 
Murga alegre en la aldea revuelta de alegría. Bandas de músicos, los clásicos cachimbos destemplados, que tocan sin cesar los huaynos y las cashuas. Bailan las parejas en medio de la plaza, en las esquinas de las calles. Los hombres revuelan y los ponchos se ahuecan como los trajes de las mujeres. Ellas no se quitan el sombrero de paja y algún mozallón se atreve a acariciar las trenzas de su chola que se disfuerza: 
—Achachau... 
(...) 
En la glorieta de la plaza la banda municipal, después de un largo silencio para preparar el efecto, detona con un pasodoble que acaba de llegar de Lima: 
¡Valencia!, tus mujeres son la gloria... 
Los indios miran con estupor a los músicos y escuchan el ritmo alegre de la musiquita. A la puerta del hotel Royal se asoman don Evaristo Claro y su mujer, doña Ernestina, don Federico García, la señora de don Julio Gamarra y Mariacha. Detrás del grupo, sostenido por don Salustiano, el compadre don Miguel Tunque se bambolea, repleto de mosto de cereza. Paco Eguren se acerca al grupo. 
Más de pronto estalla una trifulca rabiosa, porque los músicos indios no quieren soportar estas innovaciones líricas que casi son una agresión y, furiosamente, se han precipitado contra los otros, contra los que son pagados por el gobernador y estén situados en la glorieta, puesto de honor al que los indios no pueden llegar. 
Y un violín estalla sobre la cabeza del cholo uniformado que redobla el tambor. Otro esgrime su clarinete y el del contrabajo proyecta su instrumento sobre el enemigo más cercano. El señor cura, don Hermógenes, quiere intervenir, pero alguien lo detiene por la sotana. La multitud de indios toma parte contra los músicos oficiales y comienzan a silbar las piedras de las hondas. Las mujeres recogen a sus hijos, que lloran, y huyen con ellos bajo el brazo, como si fueran farditos, volteando los rostros sudorosos de baile y encandiladas de aguardiente hacia la plaza, en donde quedan los hombres absurdamente enfurecidos. 
Los señores de la villa se guarecen en sus casas y tras de la puerta del hotel Royal se ocultan hombres y mujeres. Eguren se vuelve a doña Ernestina Claro: 
—Pero, qué cosa más absurda, señora: 
—Ay, señor, así son, pues... 
(Diez Canseco 2004,V 1:327-328).
Banda típica - Apurímac

 LAS BANDAS DE MÚSICOS EN LOS COLISEOS

   A mediado de la déca de de 1950 Las bandas "Filarmónicas" ya estaban presentes en la programación de los coliseos. Anuncios aparecidos en lo diarios limeños lo demuestran.

"La Crónica" 5 de junio de 1955
      
     En la década siguiente las bandas continuaron llegando a Lima y presentándose en los coliseos.


"La Crónica" 14.01.1962

     Los empresario de los coliseos, como estrategia comercial, programaban los "mano a mano", "contrapunto" o "desafío musical" haciendo competir dos o más conjuntos, orquestas o bandas. Algunas bandas continuaron denominándose "filarmónicas" como puede verse en la siguiente imagen:

"La Crónica" 21.01.1962

          La década de 1960 significó la masificación de la industria del disco que se vio favorecida por los avances tecnológicos como los aparatos a transistores y a pilas. Nuevas músicas ingresaron a todo el territorio y las bandas de músicos asimilaron los nuevos géneros musicales. En un anuncio del Coliseo 2 de mayo aparecido en "la Crónica" del 11 de junio de 1967, se señala la participación de una banda llegada a Lima desde Otuzco, Trujillo, que interpreta "música tropical, criolla y serrana": 

Anuncio del Coliseo 2 de Mayo - "La Crónica" 11.06.1967

  En 1988 Wilfredo Hurtado Suarez entrevistó al  guitarrista Berardo Hernández “Manzanita”  sobre los orígenes del género musical conocido como “chicha”. “Manzanita” fue guitarrista del conjunto Los Pacharacos, conjunto cuyo “matiz”, según Quispe, fue adaptado por las bandas de músicos. “Manzanita afirmó: “En las retretas de provincias las bandas hacían su guarachita” (En: Hurtado1995:11). Esto lo corrobora Raúl Romero en su libro Andinos y tropicales (2008): “En los pueblos campesinos de la costa y de los Andes, las bandas de música comenzaron a interpretar cumbias como género bailable en las festividades locales” (p.77).

      En una publicación más reciente (2015) la etnomusicóloga Virginia Yep, que ha estudiado las bandas de músicos del bajo Piura, afirma que las bandas están fuertemente ligadas al calendario de fiestas tanto cívicas como religiosas:
El primer día, la banda toca una marcha militar delante de la casa de la persona que los contrató para la fiesta. El segundo día, toca a las 7 a. m. el alba y luego media hora de retreta en la Plaza de Armas. Después del desayuno sigue el albazo (tiro) y continúa tocando en la plaza. A las 13 horas es el almuerzo y allí la banda toca tonderos y marineras durante las pausas. En la tarde, los miembros de las cofradías, hermandades o sociedad de turno llevan la imagen a la iglesia, mientras la banda toca una marcha regular no-militar. En la noche se celebra la Víspera y la banda toca para los fuegos artificiales. Todo termina como a las 23 horas. El tercer día, día central de la fiesta, hay una misa. La banda acompaña a los principales hasta la iglesia tocando una marcha. Después empieza la procesión, que puede durar hasta 4 horas, y toca una marcha regular. Después de la procesión se dirige tocando otra marcha militar hacia el almuerzo. Por supuesto, la banda tiene que ir cada día a la casa de los principales de la fiesta para recogerlos e ir con ellos a la iglesia tocando una marcha regular (Yep 2015, nota 3:52)
                Mas adelante nos informa sobre el repertorio de esas bandas. En 1995, Yep entrevistó a Feliciano Chero, compositor de música para bandas quien le refirió que el repertorio “es el factor más importante para la definición de la banda” y que “al comienzo las bandas tocaban música clásica”:
Desde el final del siglo pasado [Siglo XIX], hasta los años 50, las bandas del Bajo Piura, tocaban oberturas de música clásica, polkas que ahora ya no se tocan. Cuando yo estaba en la banda de ejército tocábamos la obertura de Rigoletto y Tosca así como pasos dobles como Tres veces guapa y San Mateo para hacer bailar a la gente (Idem:70)
Para darnos una idea del repertorio de la banda Santa Cecilia, una de las más representativas del Bajo Piura, Yep elaboró un cuadro con los géneros que dominaba José Emilio Ramírez, el compositor más prolífico de Catacaos, “cuyas obras para banda aún son vigentes”:

Música popular
Yaravíes, huaynos, marineras, tonderos, valses, polkas, pasacalles, pasodobles, one-steps, tangos, foxtrots, pasillos, festejos y hasta rancheras, boleros y guarachas
Música militar
Marchas
Marchas fúnebres
Pasodobles fúnebres, meditación
Obras para órgano*
Vigilia, Réquiem, misas de Gloria, Liberadomini y Responsoriali
Música clásica
Fantasía incaica
* Compuestas durante su época de Maestro de Capilla de la Catedral de Catacaos.

   Con respecto al repertorio actual de las bandas, Yep señala:
El repertorio actual de la banda se diferencia del repertorio de la época de Ramírez en que, en vez de tocar música clásica, se tocan canciones que se han hecho conocidas por los medios, como La lambada, La Macarena, El culebreo, etc. (Idem:71). 
           En estos últimos tiempos los cambios más relevantes en las bandas son en el nivel de profesionalismo de sus integrantes. Muchos directores de bandas se han preocupado que sus hijos estudien música y éstos han dinamizado el repertorio y la calidad interpretativa de las bandas. Eso será materia de otro artículo.



[1] Ese bambuco, en la actualidad,  es parte del repertorio de los músicos de “cumbia sanjuanera”. 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BARBACCI, Rodolfo (1949) "Apuntes para un diccionario biográfico musical peruano" En: Fénix nº 4,414-510).

DIEZ CANSECO, José (2004) Narrativa Completa V.1. PUCP, Lima

ESTENSSORO, Juan Carlos (1989) Música y sociedad coloniales: Lima, 1680-1830 Lima, Colmillo Blanco

GAMIO PALACIO, Fernando (1959) “La proclamación de la independencia” En: Historia, Festival de Lima edición antológica. Lima, Concejo provincial de Lima.

GUZMÁN, Florencia (2005) “Bandas de música de libertos en el ejército de San Martín. Una exploración sobre la participación de los esclavizados y sus descendientes durante las Guerras de Independencia”. En: Anuario de la Escuela de Historia Virtual — Año 6 — N° 7 — 2015: pp. 18-36. ISSN: 1853-7049 http://revistas.unc.edu.ar/index.php/anuariohistoria.

PROCTOR, Robert (1998) Narraciones del viaje por la cordillera de los Andes Buenos Aires, El Elefante Blanco..

PÉREZ ARACUCO, César (1997) Historia del Pueblo Mártir del Perú 1901-1913 Cerro de Pasco, Municipalidad Provincial de Cerro de Pasco.

ROBLES, Román (2000) LA BANDA DE MÚSICOS Las bellas artes musicales en el sur de Ancash Lima, UNMSM.

ROMERO, Raúl (2008) Andinos y tropicales. La cumbia peruana en la ciudad global Lima, PUCP.

YEP, Virginia (2015) Sin banda no hay fiesta. Música en el bajo Piura Lima, Universidad de Lima.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Los radios y tocadiscos a pilas y su impacto en la difusión de la música en los Andes

Los radios y tocadiscos a pilas y su impacto en la difusión de la música en los Andes

Desde inicios de la década de 1960 se comercializaron en forma masiva los radios y tocadiscos a transistores que funcionaban con pilas. Hasta ahora queda pendiente el estudio del impacto sobre el consumo musical que ese avance tecnológico ha tenido, principalmente en los pueblos en los que en ese entonces no había energía eléctrica. Coincidente con este avance fue el desarrollo de la industria disquera en el Perú. En 1963 el huayno “Río Mantaro” fue un éxito sin precedentes al vender más de 10,000 copias, lo que no significó nada frente a “Elsa” la guaracha grabada por “Los Destellos” que en 1970  llegó a ser llamado “el disco del millón” por la cantidad de copias vendidas.
El periodista Niko Cisneros publicó en el Dominical del diario “La Crónica” del 2 de febrero de 1969 el premonitorio artículo que reproduzco a continuación y que trata de “la llegada” de la electrónica a los Andes. El artículo comienza haciendo alusión a la foto del fotógrafo suizo Werner Bischof quien la tomó en 1954 en el Cuzco y que me permito incluir en el artículo.

LA ELECTRÓNICA SE APODERA DE LA PUNA

Niko Cisneros

FOTO: Werner Bischof



                Fue FAMOSA aquella foto registrada hace treinta años: en una desierta y alta puna, en donde un indígena de chullo, poncho y ojotas, hace un alto en su pastoreo para tocar la quena   quejumbrosa y cubrir de lamentos musicales aquel silencioso y amplio escalón de los Andes.
                Convertida en tarjeta postal, dio muchas veces la vuelta al mundo entero corno vehículo de unas cuantas líneas suscritas en el “exótico" Perú. Fue efectivo motivador de la soledad andina, la típica vestimenta del hombre de las alturas, y del ancestral instrumento musical.
                Pero si ahora un turista que lleve en uno de sus bolsillos la referida tarjeta postal, recorre los valles y puna, de las cordilleras en busca de un hombre igual, será muy difícil que encuentre algún similar del pastor quenista. Más bien constatará que los rasgos físicos no han variado en nuestros indígenas, algo sí la vestimenta, pero por sobre todo será testigo de la ausencia de la rústica quena, y de la presencia de la electrónica.
                Porque en el presente hay pastores, ya sean masculinos o femeninos, que portan radios transistores a pilas. Y mientras las tímidas ovejas o llamas mordisquean el ichu que resiste la frígida temperatura, está escuchando una movida cumbia, un huayno, un bolero de Manzanero o una canción francesa en la voz de Brigitte Bardot.
El pastorcito o la pastorcita, ya no se entretiene cantando huaynos lastimeros en la soledad del Ande. Tampoco jugará con su oveja preferida, la más joven del rebaño. Ahora se recrea con la música que surge de la emisora más cercana, o de las más potentes de Lima. Y estará al día con los-"hits" del momento. Con los éxitos en boga de Palito Ortega, de los Festivales de la Canción, de las marineras de Abelardo Núñez, o de las guarachas de Yolanda Montero. Asimismo estará enterado de la existencia de las más promocionadas marcas de detergentes, o de extractos de perfumes, o de cremas embellecedoras. Productos todos que sólo "verá" su imaginación.
Ahora, para abandonar el páramo frío en donde el viento hiere el rostro, no tendrá necesidad de colegir que el atardecer se acerca al constatar que el Sol está bajando rojizo a la altura del pico tal o el nevado tal. Esperará que en su radiorreceptor se sscuchen las cinco y treinta de la tarde, para emprender el regreso hacia el hogar acompañado de los animales a su cuidado.
Siempre, como un rezago de los ritos religiosos-profanos del pasado, el acto de la siembra; la cosecha, la trilla, etc., en algunos lugares aún se realiza con las ceremonias tradicionales, celebrándolo con cantos, bailes, música y bebidas, hasta que el cielo se pueble de luceros.
Y todo esto hacía que llegaran hasta el campo, a las terrazas de las laderas, o hasta las grandes pampas comunales, los típicos conjuntos musicales de arpa, violines y quenas. Hoy estas agrupaciones musicales ya no son muy solicitadas, y en vez de ellas entran en acción los tocadiscos a transistores con pilas.
Con uno de ellos y un paquete de discos de larga duración, las fiestas agrícolas han perdido parcialmente su colorido, pero en cambio han ganado en musicalidad. Y las mozas fuertes y lozanas y los mozos "achispados" y recios danzan al son de la música del Caribe o de la folklórica con intérpretes de la región, radicados en Lima.
 Como deducimos, la electrónica en su avance ha dejado los valles y ciudades de la costa para llegar a los Andes y rebasarlos también. Y el alegre pastor con radio a transistores ha suplido al deprimido pastor de la quena que hace llorar el alma.

domingo, 3 de noviembre de 2019

MANUEL ACOSTA O “Un cantante en mangas de camisa”


                En el diario “EL Comercio” del 21 de junio de 1963 hemos encontrado esta simpática nota que ilustra algunos aspectos de la vida de Manuel Acosta Ojeda. Los reproducimos íntegramente

MANUEL ACOSTA O
“Un cantante en mangas de camisa”





                Conocimos a Manuel Acosa Ojeda cuando nos lo presentó Chabuca Granda. Ya hablarnos oído hablar mucho de él…  Pablo de Madalengontia lo citó como uno de los mejores compositores modernos, y Chabuca le llama: "un cantante en mangas de camisa..."
                Es un muchacho sencillo, modesto, con esa sencillez y modestia que sólo poseen los que realmente valen.
                Nos reunimos pan conversar, y la charla se hizo amena, matizada por mil cosas interesantes que Manuel Acosta Ojeda define con singular acierto.
                Recordamos por eso lo dicho por Chabuca: en Manuel habla el filósofo y canta el poeta capaz de darle a todo eso, música moderna..."
                Y es así. Conocemos su "Si tú me quisieras", "Cariño», "En un atardecer", pero "Madre" (nos dice) es la que se lleva mi cariño, porque llegó más profundamente a mi pueblo y creo que eso se debió a que fue la menos "elaborada" y por tanto la más sincera..."
Sabemos que ha sido premiado: ¿verdad? ¿CUALES HAN SIDO ESOS PREMIOS? "Recientemente, "El Chalán de Plata" y anteriormente, "La Guitarra de Plata".
                ¿SINTIO EMOCION AL RECIBIR ESOS TROFEOS?
                “Sinceramente, no. No sentí emoción al recibir estos premios, porque entiendo que deben ser otorgados a los que se inician... quizás me hubiera emocionado y mocho haberlo recibido, cuando en verdad me era sumamente necesario, un estímulo”
                Hablando de trofeos: ¿QUE OPINA DEL PROGRAMA DEL FESTIVAL. CRISTAL DE LA CANCION CRIOLLA?
                "Que es en éxito comercial".
                ¿LE PARECE QUE EN ESTE CERTAMEN DEBEN PRESENTAR CANCIONES LOS COMPOSITORES CONOCIDOS, O DEBE SERVIR DE OPORTUNIDAD PARA QUE SURJAN FIGURAS NUEVAS?
                "Siempre estos certámenes DEBIERAN ser oportunidad a gente que quiere surgir y por supuesto que esta gente se siente empequeñecida, junto a los compositores consagrados…”
                ¿QUE IDEAS TIENE DE FUTURO?
                "Quizás sacrificar un poco la inspiración melódica, mas no la literaria, que es la que llevará mi mensaje al pueblo".
                ¿CREE QUE TODOS LOS SECTORES APRECIAN EN SU DEBIDO LUGAR LA MÚSICA CRIOLLA?
                "Creo que el sector intelectual, por ejemplo, tiene un falso concepto de nuestra música popular, pues lo ha formado de lo que escucha por los medios de difusión más populares, y esa difusión se debe sencillamente a que la popularidad viene de la repetición o continuidad con que se escuchan".
                ¿A QUE SE DEBE ESO?
                "A que existe una negligencia o falta de dirección, que encauce o determine la misión cultural del disco, fue por ahora sólo encara comercialmente".
                "El mismo pueblo, o sea los propios peruanos, ignoran la riqueza de nuestro folklore".
                ¿PIENSA QUE LA MÚSICA CRIOLLA PUEDE TENER UN LUGAR DIFERENTE, EN ARREGLOS SINFÓNIC0S, ETC.?
                "Por supuesto. Siempre que no se desvirtúe la esencia, o el sabor, todo arreglo, ya sea sinfónico, o clásico ha de ser un modo diferente de llevar la músico al público”
                Sus letras: ¿REFLEJAN SU ESTADO DE ANIMO?
                “A veces y a propósito quisiera que le diga a mis colegas compositores que dominen sus sentimientos personales, y no vuelquen demasiadas penas en sus letras... Los versos deben ser un mensaje de esperanza...”
¿LO HACE USTED ASI?
"Le diré: en los momentos de peores amarguras, di a unos versos lo mejor de mi esperanza”
SI NO LES HA DADO MÚSICA, ¿ME LOS DIRÍA?
"No les he dado música, y se los diré:

"Yo creo que algún día, la espina se hará rosa..."
y se hará luz la duda, y el hambre se hará pan...

Esperamos oír muy pronto estos hermosos versos en labios de todos, ¿VERDAD
"Quizás... pero por ahora se han quedado allí"

domingo, 6 de octubre de 2019

LUIS PARDO SINCONEGA

Luis Abelardo Pardo Sinconega: Un músico peruano olvidado

Luis Abelardo Pardo Sinconega
"Cascabel" 25.04.1936

           Luis Abelardo Pardo Sinconega, fue un músico peruano, nacido en Chiquián. Fue un guitarrista de notable actuación en las décadas de 1930 y 940. Fue hijo del “gran bandido” Luis Pardo Novoa. Integró el “Conjunto Típico Peruano” que formó y dirigió Esta Alba, cantante tan poco conocida como nuestro personaje.

                El seminario “Casacabel” lo entrevistó en el mes de marzo de 1936. Es esa entrevista Luis Pardo hijo, esbozó una historia de su padre. Este relato no ha sido incluido en la amplia literatura que existe sobre luis Pardo padre. Lo reproducimos íntegramente para nuestros lectores. 


HE AQUÍ RELATADA POR SU HIJO LA HISTORIA DE LUIS PARDO, EL BANDIDO ROMÁNTICO CONVERTIDO POR LA LEYENDA EN HÉROE POPULAR

SI durante la agitada vida de Luis Pardo nunca se tuvo una visión definida de su verdadera personalidad, ya que la gente, las autoridades y los órganos de prensa de la época, no hicieron otra cosa que deformar caprichosa y atrozmente la figura del célebre bandolero, es de imaginarse como fecundizaron las leyendas en la fantasía popular, después de su muerte y con el correr de los años.

Así Luis Pardo, por la voluntad general, quedó convertido en un personaje de folletín, actor de un enjambre de historias a cual más contradictorias. Mientras para unos fue un hombre carente de sentimientos nobles, vulgar salteador de caminos y asesino despiadado y cobarde; para otros, Pardo, al margen de la ley por la injusticia de los hombres, fue siempre, pese a lo que en contrario se decía, un bandido bondadoso y caritativo —si cabe la paradoja— disculpado de sus atentados contra la propiedad porque eran en beneficio de los pobres; y de las muertes que se le achacaban, porque habría sido en defensa propia o por castigar alguna maldad.

Pero lo cierto es que en todos los casos, sea designado como un ser depravado y nacido sólo para hacer el mal, o como una víctima de las circunstancias, impelido a proceder al otro lado de las leyes, es que nadie hasta hoy ha podido establecer probadamente lo que fue Luis Pardo.

Bien pueden llegar muchos a la conclusión de que perseguido por las autoridades y acusado de infinidad de crímenes, Pardo encajaba perfectamente dentro de lo que significa bandolero. Sin embargo, nada o muy poco de su historial delictuoso, fue comprobado, como se deduce del mismo confusionismo de ayer y hoy, en lo que respecta a los hechos y personalidad de Luis Pardo.

                Si fuera posible juzgar a los hombres a través de las leyendas y de esas historias que no tienen mayor fundamento ni otro origen que la caliente imaginación de la gente, forzoso sería hacer un balance de opiniones. Y en este caso, Pardo hubiera resultado favorecido, pues más eran los que lo alababan como hombre generoso y de buen corazón, que los que lo criticaban como enemigo de la sociedad.

                Juzgando también por las leyendas, puede considerarse una razón de peso, para rehabilitar en algo a un desgraciado que vivió, fuera de la ley, con alma de desalmado, su tolerancia con sus perseguidores. Situándose en un plano justo, no podría habérsele exigido a ese Luis Pardo, acosado por todas partes, como fiera que se estuviera mano sobre mano, sin defender su vida, constantemente amenazada. Sin embargo, parece que Pardo no fue implacable con sus perseguidores y adversarios. Por el contrario, se cuenta en muchas ocasiones, cuando la suerte no le volteó la espalda en sus combates y escaramuzas, les hizo merced de la vida, con toda la elegancia y generosidad del que se sabe hombre valiente y leal.

                Difícil, pues, por no decir  imposible, situarlo fuera de la leyenda. Siempre será un personaje discutido y de tradición. Luis Pardo, con toda su importancia política y regional, con todo su valor de insurgente, no debe alcanzar un puesto en la historia de su país. Para la justicia de su pueblo sólo debió ocupar un rincón en la oscura historia de la delincuencia.

                Pero esta vez, la historia está escrita en la memoria popular que no sabe de historia. –El pueblo se ha empeñado en condensar todos los aspectos de la azarosa existencia de Luis Pardo, en una de las figuras de mayor relieve criollo. Y es que también este bandolero tuvo su lado romántico: fue fervientemente admirado por las mujeres y amigo de las aventuras amorosas. Era capaz de meterse en la boca del lobo, si sabía que en ella las guitarras y las palmas dejaban oír unas marineras. Muchas veces, cuando dedicado a la diversión olvidaba su triste situación de perseguido eterno, se veía obligado a salir disparado, a uña de caballo, mientras que unos tiros de fusil le daban atronadora despedida de intenciones trágicas.

LOS PARIENTES

                Mil recuerdos pintorescos y anécdotas viven en la memoria de los que conocieron a Luis Pardo. Pero pocos, ninguno, puede precisar toda la trayectoria de su vida. Puede ser que concentrados en el personaje únicamente, o ensimismados en la fama de sus delitos, no han dado importancia a la vida privada del bandolero. Los bandoleros como los hombres públicos, no tienen vida privada. Quizás, por lo demás no haya sido falta de consecuencia sino de conocimiento, pues Luis Pardo fue bastante celoso en asuntos familiares.

                Producido el final quedaron parientes y descendientes directos. Madre, hermanos,  hijos –no tenían la culpa – que sufrieron con igual intensidad las vicisitudes que afrontó Luis Pardo, y que al desaparecer la causa dolorosa, siguieron sufriendo.

LUIS PARDO SINCONEGA

                Un hombre fuerte y bueno, que ha heredado el criollismo de su padre es Luis Pardo Sinconega, mayor de tres hermanos. Lo encontramos en su modesta casita de la calle del Pedregal, donde se dedica en los ratos que descansa del trabajo a la música. Es un buen ejecutante con la guitarra. De vez en cuando, llevado de su cariño por el arte, presta su concurso  para acompañar a aficionados que actúan en la radio.

                En uno de los sitios más visibles de su sala, una orgullosa ampliación de Luis Pardo, revela que el hijo Luis Abelardo, guarda ferviente culto por la memoria del desaparecido.

                -Estoy muy agradecido de la oportunidad que me brindan – nos dice, después de un recibimiento cordial –Crean ustedes que siento verdadera satisfacción de poder expresarlo. Desde hace tiempo, uno de mis más caros deseos, era exponer en alguna forma el sentimiento que nosotros, sus hijos, sentimos por la forma como se trata la memoria de nuestro padre.

                Luis Abelardo Pardo, en efecto parece impresionado. Mira el retrato legendario, como si quisiera comunicarle que va a cumplir con su deber y devolverle el dolor. Después se dispone a atendernos:
–Soy el mayor de tres hermanos. Aurea Beatriz Pardo, muerta, y Aníbal e Isabel Pardo. Tengo 43 años. Y hace algunos que trabajo como chofer en la fábrica Backus y Johnston. Esto habla muy bien de Backus y Johnston.

–Miren ustedes –prosigue– he tenido que estar con mi padre en el lugar de todas sus desventuras: Chiquián. Tendría más o menos 8 años, cuando un buen día, ausente mi padre, mi madre me dijo: “Es necesario que te envíe a la hacienda Pancal. Allí estarás al cuidado de tu abuelita y a tu padre le será más fácil velar por ti”. A la semana, ya estaba instalado en la hacienda. Mi padre, hacía meses que había salido de viaje por los alrededores. Cuando ya me aburría de no verlo, mi abuelita me comunicó una noche que al día siguiente llegaría, acompañado de mi mamá. Esta noticia me causó gran alegría. Ver juntos a mis padres después de tanto tiempo, era la mejor felicidad que podría experimentar. Desgraciadamente, sufrí una terrible sorpresa. Mi padre llego, no acompañado de mi madre. Había raptado a una muchacha, hija de uno de los hacendados vecinos. Según supe después, poco antes de que robara a la muchacha, se había encontrado con el padre en un camino, quien no era gustoso de los amores. Tuvieron un altercado:

–Si pretendes seguir viendo a mi hija, morirás como un perro, como murió tu padre– fueron las terribles palabras del progenitor de la muchacha. El insulto causó peor efecto que un latigazo en pleno rostro. Mi padre encaró su carabina y lleno de rabia contestó: “Quien va a morir como un perro eres tú…”. Pero al momento de apretar el gatillo, se arrepintió. No quiso ser asesino del autor de los días de su amada. Pero en castigo a la afrenta, efectuó el rapto.
–La mujer fue muy cariñosa conmigo. Durante un tiempo, mi padre dio reposo a su agitada vida. Quiso estar lo más feliz posible. Pero por un lado, los frecuentes ataques que era objeto su propiedad de parte de sus numerosos enemigos, entre los que se encontraba el padre de su mujer, y por otro, el estado de ésta, próxima a dar a luz, lo inquietaron hasta el extremo. Fue necesario hacer viaje, para que se atendiera a la  señora en Chiquián, pero en el camino falleció. Esto le produjo enorme desesperación y pesar. Fue entonces que dio rienda suelta a su espíritu andariego y su sed de aventuras.

UNA VEZ EN LIMA

                –Día a día se hacía mayor el encono que muchos tenían contra él. Mi abuela temiendo que de un momento a otro asaltaran la hacienda y dieran muerte a todos, ordenó, felizmente, que me trajeran a Lima, aprovechando del viaje de una de mis tías. 

                Pero yo también llevaba en la sangre algo de su espíritu. Sólo, aguanté unos meses, en casa de los parientes de Lima. Una noche me fugué. Fui a dar a la calle Espalda de Santa Clara, donde una señora, Anselma Montoya, me dio asilo, con todo cariño.

                Disfrutaba de mucha libertad y me hallaba contento cuando de pronto, me cayó la visita de mi tío Scipión. “¡Qué hace cimarrón…”, fue lo primero que me dijo. Yo, alelado, esperaba un reproche. Pero no llegó. “¿Por qué te has salido de donde tu tía? Me preguntó sin mostrar enojo. Tranquilo, sabiendo que no amenazaba tormenta, inventé: “Es que me pegaban mucho…” No dijo más. En cambio noté que conversaba animadamente y en secreto, con la señora Montoya. Varios minutos después, ésta me dijo: “Ponte tu sombrero que vas a acompañar a tu tío a su casa”. Obedecí y nos encaminamos a la calle del General. Durante el camino no conversamos en lo absoluto.

                –Cuando mi tío abrió su puerta, no pude notar nada, porque la habitación estaba mal alumbrada. Pero cuando mi vista se pudo acostumbrar a esa semi-oscuridad, vi en el sillón a un hombre completamente embozado, y como si esto fuera poco, con una gran bufanda alrededor del cuello. “Acércate chiquillo…, no temas, que no te voy a comer”. Mi tío se rió mirándome de una manera que entonces no pude comprender. El hombre me hizo algunas gracias sin importarle mi actitud huraña. Y sacando un sol de una carterita, me mandó a que le trajera dos cervezas. En el trayecto de ida y vuelta pensé que el señor extraño, tenía algo de familiar para mí. Pero no di mucha importancia al asunto: “Será un amigote de mi tío...”.

                –Al entregarle el vuelto, parece que se admiró el señor, pues exclamó: “¿Tan zonzo eres que devuelves los vueltos?... Guárdatelos para caramelos…”

                –Así que acabaron de tomar. Mi tío y el amigo, se despidieron de mí, ordenándome que me acostara. Observé que el desconocido me miraba mucho antes de decidirse a salir. Tampoco di importancia al asunto. Muchos años después recordé el detalle y me quedé tan intrigado que inicié una serie de averiguaciones. Cuando ya comenzaba a desesperar, hace uno ocho meses recién, he venido a saber la identidad del hombre que encontré en la casa de mi tío: era mi padre. No me habían querido enterar porque en esa ocasión, mi padre había venido escondido a Lima, de regreso de un viaje a Chile. Y como andaba estrechamente perseguido, temió que por mis pocos años pudiera, inconscientemente, poner a las autoridades en su rastro.

                –Toda mi vida sentiré no haberle abrazado en ese instante. Fue la última oportunidad que tuve de hacerlo. Pero el destino me negó esta gracia.

                Luis Abelardo, baja la vista para ocultar dos lágrimas, que ha pugnado por contener, en las postrimerías del relato.

EL RETRATO DEL BANDOLERO

                –Otra vez, me escapé, decidido a recorrer el mundo. Niño todavía, trabajé en algunas haciendas: Santa Ana, Callahuanca, Chacra Grande. En esta última, después de una ruda labor, por casualidad encontré, tirado debajo de una máquina, un periódico pasado… Lo primero que vi fue el retrato de mi padre. Estaba con la guitarra en una mano y el sombreo en la otra. Y decía el periódico que las autoridades de todos los pueblos habían recibido orden de matarlo, “para acabar así con el peor de los bandoleros”. Me eché a llorar amargamente hasta que fui sorprendido por algunos peones… ¿Qué tienes...? ¿Qué te pasa…? Sollozando mostré el periódico: “Es mi padre y lo quieren matar…” Todos respetaron mi dolor, tratando de consolarme.

                –Después no tuve el menor dato hasta que me enteré de su trágica muerte.

                –Mucho pasé en mis mocedades. Penas y amarguras sin fin, pero nunca me dejé doblegar. Ni me sentí avergonzado de ser hijo de Luis Pardo. Más bien, en cuanta ocasión podía, me daba a conocer como su hijo.
                –En 1918 fui contratado como jefe de tractores en la hacienda Quípico, cerca de Sayán. Allí capté la estimación de mis jefes y de cuanta persona me conocía. Tuve una sorpresa muy agradable por esos lugares. Cuantos hablaban de mi padre los hacían con mucho respeto y cariño, lo que me enorgullecía.

                –Habiendo ido a Sayán de paseo, hice amistad con un señor Ramírez. Y cuando se enteró de quién era yo, me hizo objeto de un sinnúmero de demostraciones de aprecio. El señor Ramírez corrió la voz por la localidad. Y cuando menos lo pensaba me encontré con una gran fiesta organizada en honor del hijo de Luis Pardo y a la que asistieron infinidad de amigos de mi padre. Nunca me olvidaré de aquel momento tan emocionante ni dejaré de recordar a todos los asistentes.

–Si por un lado tuve goce sin igual, por otro sufrí un incidente terrible. Estando en un pueblo cercano a Sayán, me fue presentado un hombre cuyo nombre no retengo en la memoria. Por lo que me dijo me imaginaba cómo se imaginaba a mi padre: ¿Este va a ser hijo de Luis Pardo…? ¡Ja… Ja… Ja…!! Rió sarcástico. Por un instante estuve a pique de echarme encima al malvado y castigarle como se merecía, pero para su suerte, me contuve: “Si usted me viera con una chaveta en la mano, entonces sí me creería hijo de Luis Pardo…” El hombre cesó de reír. Y prudentemente se fue.

LA PELÍCULA Y LOS PERIÓDICOS

                –Cuando hace unos años se exhibió una película sobre Luis Pardo, no pudo menos que sorprenderme la forma tan ruin y burda como se le trataba. Hablé con el dueño de la cinta, para impedirle que siguiera pasándola en los cines. No me hizo caso. Entonces, de acuerdo con mis hermanos, inicié acción judicial contra Cornejo Villanueva, actor y realizador de la farsa. Por desgracia, la falta de medios económicos nos impidió  conseguir que nuestros derechos prevalecieran.

                –Ahora voy a manifestarles algo que me tiene constantemente contrariado ¿No sería posible que dejaran tranquila la memoria del difunto?

                Que haya sido lo que quiera, pero ya pagó. Dejen reposar sus huesos, aunque sea sólo por respeto a los que han quedado vivos. No pasa una semana sin que la crónica roja de un periódico, compare a mi padre con los peores delincuentes. Si se trata de un salteador no tienen otra cosa que decir: “Émulo de Luis Pardo”. Si de un asesino, lo mismo. Las fechorías de los Arnao, Franco, etc., siempre son aprovechadas por los periodistas policiales para traer a colación el nombre de mi padre.

LA HISTORIA CONTADA POR EL HIJO

                Hemos querido recoger del hijo, la historia de Luis Pardo:

                –No puedo darle datos probatorios y exactos sobre su vida. Pero intentaré recordar todo lo que he sabido por intermedio de mi familia y de algunos amigos que hasta lo último, no perdieron conexión con él.

                –La mayoría de la gente está en la idea que se convirtió en bandolero para vengar la muerte de mi abuelo. Hasta se dice en historietas y canciones. Pero no es así, aunque este hecho influyó mucho en su carácter, es fácil desmentir la creencia, pues mi abuelo, al ser herido, tuvo tiempo de matar al asesino. Además mi padre, cuando esto ocurrió sólo contaba once años y estaba estudiando. Las cosas sucedieron de la siguiente manera:

                –Mi abuelo acababa de ser nombrado subprefecto de Chiquián. Habiendo ido a Llaclla, pueblo cercano a la capital de la provincia, los notables del lugar le ofrecieron un banquete en plena Plaza de Armas. Sus enemigos políticos también se sentaron en la mesa. En el momento del brindis, un grupo grito: ¡Viva Pedro Pardo…! En ese momento, el cura, enemigo acérrimo de mi abuelo, sacó un revólver y disparó, hiriéndole en el pecho. Mi abuelo se tambaleó, pero a su vez, pudo sacar su arma y le pegó un balazo al cura en plena frente, matándolo instantáneamente. Cuatro días estuvo preso mi abuelo en la cárcel de Llaclla. Y cuando le dieron libertad, murió en el camino a Chiquián, a consecuencia de la herida.

                –Mi abuela, con valor a toda prueba se hizo cargo de la hacienda, mandando a mi padre a Huaraz, para que siguiera estudiando, quedándose acompañada de mis tíos Juan, Scipión, Enriqueta y Rosalía.
               
–Me cuentan muchos que mi padre era muy estudioso, figurando siempre entre los más distinguidos de la clase. Durante su época de colegial nunca demostró instintos malos ni mucho menos predisposición para criminal. Al contrario, siempre supo ser justo, medido con sus compañeros y enemigo de la menor injusticia. Tal es así que debido a una de éstas se vio obligado a dejar los libros, abandonando el porvenir brillante que, dadas sus condiciones le auguraban.

                –De regreso a la hacienda de sus mayores, se dedicó a los trabajos de campo, con singular ahínco. Liberó de toda preocupación a su madre y se hizo cargo de todo cuanto concerniera a las propiedades de la familia. Es aquí donde comienza a germinar el odio hacia los demás. Como mi padre desde el primer momento trató de poner orden en los enredos limítrofes con las haciendas, parece que encontró resistencias en los otros hacendados. Y fue el momento en que aparecieron las intrigas y los pleitos  tan comunes en la sierra. Hasta se intentó muchas veces mermar las tierras patrimonio de mi padre, mediante influencias políticas. Pero ni aún así se pudo dominar su carácter altivo. Cuanta acechanza se le tendió, cuanto medio creyeron eficaz los enemigos de nuestra familia, se estrellaron contra su hombría a toda prueba.

REVOLUCIONARIO

                –Las cosas así, rencores y enemistades por todas partes, mi padre, que ya gustaba de intervenir en la política y tenía contactos con los descontentos de la subida de Romaña al poder, recibió cartas de amigos de Lima, instándolo a que reuniera gente y se levantara en armas. No pensó mucho. Y días después, con su propio dinero consiguió una partida de 25 hombres, saliendo a recorrer todos los pueblos cercanos, a fin de hacer propaganda política y buscar adherentes a su misión. Con esto se llevó la fama que más tarde habría de serle fatal. Mi padre, al llegar a cualquier localidad, imponía cupos a los comerciantes ya sea en dinero o en artículos. Enseguida reunía al pueblo para distribuirle todo, sin que su gente tomara siquiera un alfiler. Y así de pueblo en pueblo, siempre recibido con gran algazara por sus vecinos, que ya sabían cómo procedía Luis Pardo. Como es natural, sus adversarios políticos y sus enemigos por intereses, se encargaron de hacerle atmosfera de facineroso.

                Abortado el movimiento, mi padre fue preso en Supe y llevado a Lima en calidad de detenido político. Pocos meses estuvo en la cárcel, pues no faltó quien hiciera gestiones ante el gobierno y consiguiera su libertad bajo fianza.

ARROJADO AL BANDOLERISMO

                –Al llegar nuevamente a Pancal, mi padre volvió a las luchas de hacendados. Se encontró con adversarios más avezados, que exhibían como arma el fracaso político que acababa de experimentar. En situación ventajosa, no se desanimó. Pero ya las emboscadas se hacían más difíciles de salvar.

Hasta que por fin ocurrió lo que habría de determinar que mi padre fuera puesto fuera al margen de la sociedad. Aprovechándose de uno de sus viajes, los enemigos de mi padre obraron con tal maña que lo hicieron aparecer como culpable de una muerte de la que era completamente inocente. Preso mi padre fue encerrado en la cárcel de Chiquián.

                Pasaron meses, que supo soportar pacientemente, sin emitir una queja. Desgraciadamente, las gestiones que se verificaban en Harás para conseguir su libertad no parecían tener el menor éxito. Ya mi padre llegaba al límite de la paciencia. En eso supo que un mayor de ejército, amigo suyo, acababa de llegar le mandó un papel, en los siguientes términos: "Sé que acabas de llegar a esta tierra de bandidos y miserables. Espero que vengas visitarme a mi casa, la cárcel, para recordar algo de nuestra infancia"

—Frente a su amigo, contó todas sus penurias. Terminando por decirle que estaba decidido a escapar. "Ni lo pienses,- Luis. Si lo haces, todos se aprovecharán para decir que tu fuga significa culpabilidad" fue el consejo del que él pareció adiar. Pero dicen que el amigo le había !levado licor, para pasar el rato de manera agradable. Cuando la visita se hubo marchado, —ya no se pudo aguantar más y escapó, a caballo, mientras todo el pueblo gritaba: "i Se ha ido Luis Pardo...! Se ha ido Luís Pardo...!

—Parece que todo se confabuló en su contra: la orden de libertad hacía días que la tenía el gobernador en el bolsillo, pero no quiso darle cumplimiento, porque era su enemigo declarado. Fugado Luis Pardo, era fácil decir que era el verdadero culpable Y por lo tanto forzoso era perseguirlo.

FINAL
—Comenzó entonces su vida triste y agitada. Declarado bandolero, sin embargo no tenía miedo de para en su hacienda Pancal pues estaba seguro de que nadie se atrevería a ir a tomarlo allí. Pese a que la mayor parte el tiempo lo pasaba en su propiedad cuanto asalto, robo o asesinato ocurría en diversos sitios, le era inmediatamente cargado a su cuenta. Por toda la república el nombre de Luis Pardo era conocido como el de un bandolero desalmado. Tanto se hizo, que el gobierno ofreció premio al que lo entregara vivo o muerto. Y esto despertó la ambición de mucha gente. Entre ella, a uno cuyo nombre se me escapa, conocido por el apodo de Toromasote, hombre que no conocía la piedad y que presumía de valiente. Al mando de numerosos gendarmes, Toromasote se constituyó en Chiquián., donde aseguró que se comería vivo a Luís Pardo. Inició la persecución, y la hizo con tanta saña, que hubo frecuentes encuentros y combates con él. Sin embargo, nunca logró cogerlo sin salida. Por el contrario, mi padre, en un rasgo de magnanimidad, le perdonó la vida, en una escaramuza en que lo había desmontado dando muerte al caballo. Y le dejó su mula, para que regresara montado a Chiquián. Después, Toromasote exhibía su kepi aguiereado por una hala de mi padre, declarando que había puesto en fuga al famosos Luis Pardo.

ACCION NOBLE DE LUIS PARDO
—Ya Toromasote no quería saber mucho de mi padre y no salía sino rara vez de Chiquián. Se quejaba de falta de fuerzas para combatir a quien nunca más, desde su época de revolucionario, volvio a tener compañeros de aventuras, pese a haberse dicho que era jefe de una banda organizada.
—Desde Lima se mandó a Chiquián una sección de gendarmes al mando del teniente Waltone quien tras mucho deambular, consiguió encontrarlo una tarde. Waltone estaba acompañado por unos cuantos de sus hombres, mientras mi padre se hallaba sólo. No obstante, el combate se realizó. Muy bien pudo voltear las espaldas, pero nunca le pareció digno, así fueran numerosos sus enemigos. Después de un serio tiroteo, Waltone y sus hombres se encontraron faltos de municiones. Mi padre, que se había dado cuenta del detalle, se acercó a Waltone, que estaba herido en un brazo y le dijo “No te mato porque eres un valiente. Tu cumples tu deber al perseguirme”. Y sacándose del cuerpo un riquísimo poncho aladió: “Guarda esto, como recuerdo de Luis Pardo”.

EL PRINCIPIO DEL FIN

Tan pronto Luis Pardo era visto por Chuquián como por Huarás,. Cajatamboo, Cerro de Pasco, Huánuco y mucho, otros lugares. Pero perseguido siempre con verdadero encarnizamiento. Ya esta existencia se le hacía dura. Todo el tiempo, lleno de inquietudes, sin poder dormir tranquilo unos minutos. Era para desesperarse. Ante esa situación, la familia se reunió en Pancal: para celebrar concejo y ver la forma de solucionar el problema. Y entonces, se acordó unánimemente, que mi padre viajara a Lima, para hablar con el Presidente Pardo y ponerse a disposición de las autoridades.
—Como mi tía Rosalía tenía que venir a Lima, se resolvió que, partiera junto con su hermano Luis y un peón de la hacienda. Y una tarde, la última que vería Luis Pardo, salió el conjunto, poseído del optimismo más grande y de grandes esperanzas.

LA MUERTE

—Serían más o menos las doce de ese día, cuando mi padre, su hermana y el peón, llegaron a un brazo de río. Se detuvieron los viajeros, para darse un descanso. Mi padre se quitó las botas, para lavarse los pies. Y cuando daba fin a la operación, se oyeron varios balazos y algunos proyectiles se estrellaron  cerca de donde estaba. Rápidamente, se puso las botas. Y despidiéndose de su hermana, le ordenó que regresara a la hacienda, que estaba cerca. Mi tía, a pesar de que Luis Pardo se negaba a ir acompañado, insistió que llevara al peón. Y por no perder tiempo, mi padre accedió.

—Antes de tomar una dirección, había fijado cual podría convenirle. A pesar de que esto era utópico, pues estaba rodeado por todas partes, se metió al río, para vadearlo y tratar de conseguir un asilo. En tanto, pudo conocer quiénes eran sus perseguidores: vecinos de Cajacay y Huarás, comandados por Juan Manuel Sotelo, otro de sus encarnizados enemigos.

—No había más salvación por el momento, que meterse en una cueva. Y así lo hizo con la clavícula rota de un balazo y otra herida en la mano, seguido del peón que asustado, lloraba a mares. Instantes más tarde, todos los que habían copado a mi padre estaban frente a la entrada de la cueva, preparando cartuchos de dinamita para desviar el rio y ahogar a los refugiados o en su defecto aplastarlos.

—Toda resistencia era inútil. Comprendiéndolo así y para poder mirar de frente a la muerte, optó por salir de la cueva: Casi arrastrando sacó al aterrorizado peón que le acompañaba. A la vista de los estupefactos sitiadores, que no lo veían salir en actitud de vender cara su mida, mi padre apuntó al peón con su revólver. Al momento de disparar, le dijo: "Antes que mueras a manos de estos miserables, te mato yo...”

    —El pobre hombre, doblemente muerto por el miedo y el balazo, rodó fulminado. Enfrentándose a Sotelo añadió: "Mt rindo...” Sotelo, recuperada su sangre fría, comprendió que se le presentaba el momento oportuno de deshacerse de su odiado enemigo. Con una sonrisa siniestra, empuñando e! revolver, contestó lentamente: "No, bandidos como tú deben morir” y a boca de jarro, lo acribilló a balazos, hasta que su arma quedó sin munición. Mi padre no sufrió. Su muerte se produjo instantánea.  
—No bien acabó la tragedia, Sotelo hizo que sus hombres amarraran los dos cadáveres a la cola de otros tantos caballos. Y arrastró en triunfo hasta la misma plaza mayor de Chiquián los despojos del formidable bandolero, terror de tantos hombres guapos, como si se tratara de un gran trofeo de combate...

VALENTÍA

---El drama no había terminado. Todo Chiquián se volcó en la plaza para ver el cadáver de Luís Pardo y entre los primeros que acudieron estuvo el valiente Toromasote. Frente a los restos del hombre que le había perdonado la vida, Toromasote se permitió la hazaña que no pudo en vida de Luis Pardo: meterte dos balazos en la cabeza y volarle los sesos que fueron a estamparse en las paredes de la cárcel. Para decir después, a boca llena que él había matado al temible bandolero.

Luis Abelardo Pardo Sinconega ha llegada al final de su narración. Se muestra fatigado y abatido:

--Varios días se exhibió a la intemperie su cadáver. Y mientras los gallinazos revoloteaban atraídos por el olor descompuesto,  las autoridades se encargaban de- detener a toda la familia y a cuanta persona decía: "¡Pobre Luis Pardo…!” 

—Por fin, cuando ya todo el mundo se cansó del macabro espectáculo se permitió que la familia —víctima de torturas y vejámenes inenarrables— diera sepultura a sus tristes despojos.

Unos minutos de recogimiento de Luis Abelardo Pardo, indican, que ya es hora de dejarlo tranquilo y no pedirle más recuerdos tristes.
R. N. S.