LA LLEGADA DEL FONÓGRAFO AL PERÚ
Luis Salazar Mejía
(Imagen tomada de "El Comercio")
Un
artículo escrito por Luis Alvarado y publicado en la web Infoartes del Ministerio de Cultura[1], es el inspirador del
presente que busca dar precisiones sobre la llegada al Perú del
fonógrafo y su impacto.
Inventado por Thomas Alva Edison en
1877, el fonógrafo, aparato capaz de grabar sonidos y reproducirlos, funcionaba
por medio de un pequeño aparato (“transductor acústico-mecánico”) que vibraba
al llegar las ondas sonoras, las que a su vez movían una especie de aguja o
estilete que repujaba unas ranuras sobre un cilindro de cera sólida. Para
escuchar la grabación simplemente se retrocedía y el sistema reproducía las
ranuras que quedaron en el cilindro. Su finalidad inicial era facilitar los
dictados en las oficinas[2].
(Fonógrafo Edison - Imagen Internet)
Lo difícil era hacer copias de los cilindros grabados y por lo tanto los músicos y cantantes
tenían que interpretar varias veces la misma canción para que quedaran diversos
ejemplares grabados. El fonógrafo se puso de moda en el mundo entero y llegó al
Perú en 1892. Veamos…
En el artículo de Alvarado al que hago alusión, se cita el poema “El fonógrafo” del
poeta peruano Carlos Germán Amézaga. En la página 60 del libro Poesías completas, publicado en 1948, se
lee:
(Impreso en el primer fonógrafo llegadoa Lima el 23 de marzo de 1892).
(Imagen cortesía de Luis Alvarado) |
¡Un poema impreso en un
fonógrafo! No parece verosímil. Así que comencé a buscar documentación sobre
el tema, y la encontré. En el número 255 de la revista “El Perú ilustrado”, del
26 de marzo de 1892, en la sección “Crónica se publicó lo siguiente:
Hemos tenido ocasión de oír un fonógrafo, aparato verdaderamente maravilloso, y del cual cualquier descripción es pálida ante la realidad.Un discurso pronunciado en el parlamento , una marcha militar tocada en la calle, una orquesta completa tocando una aria que canta un tenor, la ejecución brillante de una sinfonía a toda orquesta, todo, en fin, lo que merece oírse, está guardado en el fonógrafo, con la misma propiedad con que queda en una fotografía un retrato.La audición de cada una de estas cosas es tan perfecta, tan distinta, tan sensible que cerrando los ojos se trasporta uno al lugar en que se efectuó y parece verse que se agita, que se mueve, que tiene vida múltiple el fono que va reproduciendo el sonido exacto, matemático de la aria, del discurso, de la marcha militar.Una reproducción más perfecta, parece imposible, aunque al paso que camina el siglo de Edison, en materia de descubrimientos sujetos a la electricidad gobernada por el hombre a voluntad, queda todavía la idea de alcanzar más, aunque lo que se tiene delante se estima como el non plus del adelantamiento.La impresión que nos ha causado el fonógrafo que hemos tenido el placer de oír, ha sido grata, maravillosa, sorprendente.Es preciso oírlo, para formarse una idea de lo que es el fonógrafo, para darse cuenta de que en un aparato pequeño, adherido a tres o cuatro pilas eléctricas y a un fono, todo ello colocado sobre una mesa, y obrando por sí, casi pueda proporcionar a través de enormes distancias y de no pequeño espacio de tiempo, el placer de oír a Adelina Patti, a Nicolini, a cualquiera celebridad del mundo, sin moverse uno de su propio domicilio.El fonógrafo del que hablamos se exhibe en los altos del Hotel Americano[3]. El valor de la entrada para gozar de tan maravilloso invento, es de un sol. Los niños sólo pagan cincuenta centavos.
Millard, Andre (2005) America on Record: A History of Recorded Sound |
Víctor Manuel Velásquez, en su libro Lima a fines del siglo XIX, publicado en el 2008, nos da a conocer algunas notas sobre el particular aparecidas en el diario "El Comercio":
El vasto salón situado en los altos del Hotel Americano, situado en la calle de Espaderos 14, dió cabida, con tal motivo, a mas de 80 personas, entre las que se encontraban, en su mayor parte, hombres de ciencia e inteligentes aficionados de la música y el canto los cuales pudieron oír clara y distintamente las voces de los afamados cantantes y escogidos trozos musicales de los más conocidos maestros. La primera sesión terminó poco antes de las diez habiendo comenzado a las 8 y cuarto". ("El Comercio" 22 de marzo de 1892).
Como se lee en el artículo mostrado,
desde su llegada a Lima, el fonógrafo fue una atracción y se pagaba por “gozar”
de sus maravillas.
En el mes de abril de 1892 el fonógrafo, propiedad de Bacigalupi y Taylor, se exhibió en el Hotel de la Estación de la Villa de Chorrillos y luego en el Hotel Americano. Velásquez nos da a conocer que:
En estas presentaciones el fonógrafo repitió, tanto de día como de noche, partes de zarzuelas, fragmentos de discursos, cancioncitas sueltas y hasta el canto de algunas aves, que el aparato había tomado del actor Mr. Willio con tanta perfección. (Velásquez 2008:92).
La nota aparecida en "El Comercio" del día 8 de abril de 1892, al referirse al fonógrafo, señala:
"El salón del 'Hotel Americano' donde diariamente se exhibe ese aparato, estuvo anoche bien concurrido. Al finalizar la primera tanda, Mr. Willio representó un 'Dúo de gatos en los techos de Lima', el cual fue repetido con toda claridad por el fonógrafo" (Ibid.:92)
Como puede leerse, en las funciones de exhibición, se grababa en los cilindros y lo grabado era reproducido "con toda claridad" por el fonógrafo para asombro y beneplácito del publico oyente.
Este mismo aparato que tanta admiración había causado, se exhibió en la tarde del domingo 17 de abril en el Palacio de la Exposición" por el sistema de tandas.
En julio de 1893 el fonógrafo se exhibía en el Salón Estraburgo, cobrándose por tanda de cinco piezas cincuenta centavos.
Dicho aparato tenía las voces de los conocidos artistas Paz, Serrano, la Cifuentes y del literato tacneño cuyo seudónimo era Juan Pagador. Las presentaciones continuaron en el Salón Estrasburgo. El diario "El Comercio" del 3 de octubre hacía alusión al discurso por fonógrafo que manejaba el señor Gazzo, y que había llamado la atención el discurso del ardoroso joven que desde Tacna colaboraba con "El Comercio". (Velásquez 2008:93).
Por un anuncio aparecido el 24 de agosto de 1893 en “El Comercio”, el fonógrafo, sabemos que el salón Estraburgo cobraba por
“tandas” que costaban 40 centavos y para hacer más rentable el negocio se
llevaba el aparato a las casas. En el anuncio se lee “se cobra precios
convencionales para llevar el aparato a casas particulares”.
En 1894 el fonógrafo era atracción
en lugares públicos. En “El Comercio” de 1° de febrero de 1894 se encuentra el siguiente aviso:
En la edición de ese mismo diario,
correspondiente al día 3 de ese mes se anuncia la venta de Fonógrafos Edison por la firma F. L. Crosby:
"El Comercio" 3 de marzo 1894 |
Durante los meses del verano de 1895 el fonógrafo fue parte de las atracciones del pabellón gótico del Parque de la Exposición en Lima, según avisos publicados en “El
Comercio". La exhibición era gratuita.
"El Comercio" 9 de marzo de 1895 |
En el Almanaque del Comercio de 1901, se encuentra un anuncio que nos hace ver que Juan Godoy era agente comisionista de los fonógrafos Edison, tenía un buen surtido de fonógrafos y vendía tambien los accesorios y "cilindros impresionados por notables artistas de los principales laboratorios del mundo".
Almanaque del Comercio - 1901 |
En la primera década del siglo XX los cilindros no eran únicamente grabados con música. Su uso se hizo extensivo a grabar también clases de idiomas por correspondencia. Una prueba de esto es el aviso aparecido en el Nº 2 de la revista "Perú-to-day" correspondiente a abril de 1909.
El fonógrafo en un mercado limeño
Foto: Cortesía de Gérard Borras
Los cilindros se podían borrar y se podía volver a "impresionar" en ellos. Lamentablemente no se ha podido rescatar, hasta el momento, ni un sólo cilindro grabado en el Perú (salvo los grabado por Brünning en Chiclayo). Pero la vida nos da sorpresas, y esperamos que eso suceda...
[1] Alvarado Luis (2014)
Diversidad y electricidad: la música peruana en el siglo XX. Disponible en:
[3]
“En 1843 La Bola de oro tenía uno de los mejores comedores, junto a la fonda de
Coppola –que databa de 1821, en la calle La Merced, luego convertido en el
Hotel Americano, trasladado a la calle de Espaderos– famosa por sus churrascos”
(Armas Asín, 2019. Ed. Electrónica).
Felicitaciones y agradecimientos por la interesante de la información.
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