Disco Columbia P1.
Colección: Darío Mejía |
Hasta ahora, ninguna de las personas que se han dedicado a estudiar la historia del Himno Nacional del Perú se ha preguntado por qué la grabación del Himno Nacional del Perú realizada por la Banda del Primer Regimiento de Artillería de Montaña del Ejército peruano (que salió a la venta en el disco P1 de la serie de “discos nacionales peruanos” del sello Columbia en 1912) tiene la introducción de 16 compases que Alzedo incluyó en la partitura publicada en 1864, cuando ya el 8 de mayo de 1901 se había aprobado la restauración hecha por Rebagliati que no tiene esa introducción. La versión del Himno Nacional grabada por la Banda del Primer Regimiento de Artillería de Montaña del Ejército peruano, es la única grabación del Himno basada en la partitura para piano publicada por Alzedo en 1864. En el presente artículo vamos a tratar de echar luces sobre este asunto.
1. La partitura de 1864: La introducción de 16 compases y la Historia crítica del Himno Nacional de Carlos Raygada
Los
dos tomos que componen la Historia Crítica del Himno Nacional de Carlos Raygada
se han constituido en la fuente más importante en la que se han basado todos
los estudios sobre nuestro Himno Nacional. No podía ser de otra manera, la obra
de Raygada es el resultado de una investigación que él inició en la década de
1930 y que se prolongó hasta su publicación en 1954. En “La Prensa” del 28 de
julio de 1939 se publicó uno de los capítulos del libro.
En
el tomo I de su obra, Raygada muestra, en orden cronológico de publicación,
todas las partituras que pudo reunir. La número 4, es la partitura que se
anunció en “El Comercio” del 28 de mayo de 1864. La partitura fue litografiada
en Hamburgo en la casa E. Ritter por encargo del Almacén de Música E. Niemeyer
e Inghirami, que tenía sus sedes en Lima (en la Calle de Mercaderes 49) y en
Chile, en las ciudades de Valparaíso y Santiago. Esa partitura es la que tiene
la introducción de 16 compases que no aparece en ediciones ni anteriores ni
posteriores. Raygada dice al respecto lo siguiente: “Este ejemplar tiene
también valor histórico por ser el único que se conoce —y al parecer el único
que se publicó— posiblemente autorizado por Alzedo. Es así mismo el único
precedido de una introducción” (Raygada, 1954 Tomo I: 106).
Imagen: BNP |
Al
parecer Alzedo hizo publicar esta partitura como respuesta a la versión del
Himno publicada por el músico sueco residente en Lima Karl J. Eklund, que se
anunció en “El Comercio” del 16 de junio de 1863. Alzedo consideró la versión
de Eklund una deformación de su obra. En junio de 1864, en “El Comercio” se
inició un cruce de cartas entre Alzedo y Eklund, en las que ambos se lanzan
acusaciones con respecto a su ideoneidad musical. En el segundo tomo de su
obra, Raygada reproduce la carta de Eklund, publicada en “El Comercio” del 20
de junio de 1864, de la que tomamos estos párrafos:
La introducción que U. ha agregado
al suyo es para mí completamente desconocida hasta ahora; (…) No dejará U. de
conocer que su nuevo Himno, en su mayor parte es muy sencillo y pobre de música,
y bastante variado a lo que cantan en general: es prueba evidente que este
último no está conforme al primero que escribió Ud. ahora cuarenta años, sino
que es modificado. (…) Está U. en su derecho de quitar, agregar, y hacer las
variaciones que mejor le convengan por ser su propia obra; pero ya desde que la
conoce el público de una manera, muy difícil es introducir en el Pueblo nuevas
modificaciones e ideas desconocidas que necesitaría mucho tiempo para
sistematizarlas, que es un inconveniente para U. mismo proponerse a sostener
semejante capricho. Si las alteraciones que le parece haber sufrido su Himno se
han hecho populares no siendo de tal naturaleza que desfigura y destruye el
tema o parte del argumento de la poesía debe U. dejarlas porque dicho Himno ya
no pertenece a U. ni a mí sino al Pueblo, y por lo mismo respetarlo conforme
está sistematizado y generalizado (En: Raygada 1954, Tomo II: 171).
Alzedo respondió con una carta publicada el 10 de julio de 1864, pero en ella no hizo ninguna referencia a la introducción que creó para la edición de ese año y que es la siguiente:
Imagen: BNP |
Posteriormente se editaron otras partituras pero sin esa introducción y en 1869 Rebagliati hizo la “restauración, armonización e instrumentación del Himno con plena aprobación del autor”. Todo esto nos podría llevar a pensar que la introducción fue olvidada, quizás sucedió así en nuestro país, sin embargo Raygada hizo referencia a una publicación de esa partitura aparecida en 1896, que él “no ha podido ubicar”. Se trata de la partitura que está en la Gran Guía Estadística Sudamericana publicada en Uruguay, cuya segunda edición es de 1896. La sección correspondiente al Perú comienza con la partitura de 1864, la de los 16 compases.
2. EL HIMNO NACIONAL Y LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE PARÍS DE 1900
Hemos
señalado la importancia de la investigación de Carlos Raygada sobre el Himno
Nacional. Sin embargo, Raygada no alcanzó a revisar todos los números de
"El Comercio". Por nuestra parte hemos encontrado en ese diario notas
que dan cuenta de una interesante polémica ocurrida con motivo de la presencia
del Perú en la Exposición Universal de París de 1900.
Darío Mejía publicó al respecto, en
su Facebook (el 3 de abril de 2022), ya que le hicieron llegar las notas
publicadas el 11 y el 21 de agosto de 1899 en "El Comercio", notas
que Raygada no tomo en cuenta. Pero en el "El Comercio" había más.
Veamos...
Este capítulo de la historia del himno
Nacional comenzó cuando en 1896 se crea el "Instituto
Técnico" y se le encarga preparar los productos que se iban a mostrar
en la Exposición Mundial de París de 1900. El Personal del “Instituto Técnico”
fue el siguiente:
Presidente: Antero Aspíllaga
Vice-presidente: Federico Blume
Director Secretario: Alejandro Garland
Director Tesorero: José. M. Cantuarias
Bibliotecario: Pedro C. Venturo
(De: Memoria de la Dirección de
Fomento al Sr. Ministro del Ramo Lima, 1899).
El Instituto Técnico publicó en junio
de 1899 las instrucciones para los interesados ("El Comercio" 6 de
julio). En una nota de ese diario, aparecida el 4 de agosto el señor Antonio
Garland, Director del Instituto Técnico hacía referencia a la circular del 26
de julio en que se fijan los plazos máximos de entrega de los productos.
Por otro lado Garland fue de la idea
de que nuestra música podría ser un atractivo en el pabellón peruano en la
Exposición Universal. Ante la imposibilidad de poder presentar música en vivo,
se le ocurrió que se podía grabar la música en cilindros y poner un fonógrafo
en el pabellón peruano donde los visitantes pudieran escuchar una colección de
"aires nacionales". Se designó al guitarrista y compositor
Máximo Puente Arnao para que se encargara de todo lo concerniente a ese fin.
Máximo Puente Arnao en esa fecha todavía no era muy conocido, sin embargo
algunos años después logró grandes triunfos como compositor de obras para
guitarra y mandolina.
El
día 11 de agosto de ese año se publicó la siguiente nota:
El Perú en la exposición de París de 1900
Hemos tenido la ocasión
de hablar con el señor Máximo Puente Arnao, notable guitarrista y profesor de
música de Lima, sobre el encargo que ha recibido de la comisión central del
Instituto Técnico, de componer y seleccionar aires nacionales y otras piezas hechas
en el país, para enviarlas en cilindros fonográficos al pabellón peruano que
figurará en la exposición universal de Paris de 1900 con el objeto de dar una
idea del arte musical en el Perú.
La expresada junta ha
autorizado al señor Puente Arnao para adquirir un buen fonógrafo, el cual ya ha
sido encargado a Francia, a la fábrica Pathé Fréres de París por conducto de la
casa Harth y con intervención del señor Sanz delegado del gobierno en todo lo
relativo a la exhibición peruana. El
señor Puente Arnao está preparando un interesante y bien concertado
programa, en el que figurarán unas veinte producciones suyas, casi todas
de sabor nacional, entre las que merecen especial atención una mazurka y
una marinera para estudiantina muy caprichosa y de suma originalidad;
dos trozos de una zarzuelita inédita; una marinera y
una marcha características de salón para guitarra sola, de
múltiples y variados efectos; y un sentimental yaraví titulado
“La despedida”, que es una serenata de estilo peruano, para tenor, barítono y
bajo, con acompañamiento de quenas, bandurrias y guitarras.
Varios profesores de Lima han ofrecido
espontáneamente sus servicios al señor Puente Arnao, el que no obstante, piensa
invitar a tomar parte en el trabajo a otros caballeros, figurando en primera
línea los señores Rebagliati y Castañeda. El primero con el fin de que dirija
una orquesta, en la que tomarán parte nuestros aventajados diletantes, y la que
interpretará dos a tres piezas compuestas en el País; y el segundo con el
objeto de que exhiba alguna composición propia ya sea ejecutada por él o por
alguna de sus más inteligentes discípulos.
Además se pondrá de acuerdo con algunos
compositores de piezas de baile, autores de zarzuelas nacionales, cantantes y
directores de bandas, para que preparen, cada uno en su respectivo terreno, las
piezas y trozos de mayor mérito, los que en su oportunidad serán grabados en
los cilindros del fonógrafo.
Hay en el programa del señor Puente
Arnao un número que estamos interesados en que resulte con la mayor lucidez
posible. Se trata del Himno Nacional del Perú, el que será cantado
por un coro de ambos sexos con acompañamiento de bandas de música, y cuyas
estrofas correrán a cargo de una de las distinguidas señoritas aficionadas de
nuestra capital.
Es de desearse que el señor Puente
Arnao preste gran atención a este número, que elija buenos cantantes y sea
incansable en los ensayos.
Por lo demás, no dudamos que todos los
maestros que sean solicitados para la realización de esta importante obra,
cooperarán gustosos, por tratarse de un asunto patriótico, de interés general y
que redundará en beneficio del país.
Felicitamos al jefe de la oficina central señor
Garland, por su idea de enviar una colección de aires nacionales a
la exposición de Paris, lo cual constituirá un gran aliciente y traerá como
consecuencia el que nuestro pabellón sea más visitado, por la curiosidad que
siempre despiertan las músicas y cantos populares de cualquier región del globo
y con este motivo haya más ocasión de que se observen las demás exhibiciones de
productos agrícolas, mineros y otras industrias. Dada la competencia del señor
Puente Arnao, no dudamos del buen éxito de la empresa. ("El Comercio"
11 de agosto de 1899).
Acá es necesario hacer varios comentarios. En primer
lugar, la designación de Máximo Puente Arnao para esa misión no fue del agrado
de músicos como Valle Riestra y seguramente otros que se consideraban más aptos
que Puente Arnao para esa misión. Puente Arnao era guitarrista y compositor
pero de obras para mandolina y guitarra y mandolina y piano. Como se lee,
solicitó la participación de Rebagliati para dirigir piezas
orquestales. Tampoco fue de mucho agrado que se pretendiera mostrar la
música peruana en cilindros grabados. Por otro lado Puente Arnao priorizó
sus composiciones para formar la muestra representativa de cilindros que iban a
escucharse en el pabellón peruano en París. Lamentablemente ni su mazurka ni
su "marinerita muy caprichosa" para estudiantina han sobrevivido.
(Sobre el Himno Nacional comentaré más adelante).
El
sábado 16 de setiembre, en "El Comercio", se publicó un anuncio
dando a conocer que Máximo Puente Arnao había entregado al Director
Secretario del Instituto Técnico, Antonio Garlad, una partitura
"instrumentada para banda" del Himno Nacional hecha por el
entonces Director General de las Bandas del Perú, el filipino José Sabas
Libornio Ibarra, quien ya tenía fama ganada en Lima entre otras cosas, por
haber compuesto la "Marcha Nacional Peruana" que después pasó a
denominarse "Marcha de Banderas":
Himno nacional.:—El señor Máximo Puente Arnao,
comisionado para todo lo concerniente a la representación del arte musical
peruano en la exposición de París, cumpliendo con un encargo del jefe de la
oficina central, don Alejandro Garland, ha proporcionado a este caballero un
ejemplar del himno nacional del Perú, instrumentado para banda; el cual será
enviado a París, a fin de que sea ejecutado, mientras dure la exposición por
una de las bandas del ejército francés en el pabellón peruano, según concesión
acordada por el gobierno de la gran república, europea al señor Sanz, delegado
peruano en la expresada exposición.
El señor Puente Arnao ha escogido, entre varias armonizaciones del himno en referencia, la del competente maestro Libornio.
"El Comercio" 16 de agosto de 1899 |
Como se lee en la primer párrafo
dice partitura "instrumentada para banda" por el señor Libornio. Acá no hay lugar a dudas, Libornio hizo una partitura para banda, lamentablemente no hemos podido ubicar esa partitura y tampoco verificar que
haya sido tocada por alguna de las bandas del ejército francés.
Con esa publicación estalló la
polémica. No estaba claro si se trataba de una "instrumentación" o una
"armonización" del Himno. El martes 19 de ese mes se
publicó en "El Comercio" una nota firmada por "un
aficionado" (probablemente Valle Riestra) que dice lo siguiente:
Himno Nacional
Señores
Cronistas de EL COMERCIO.
El propósito que tenemos al dirigirnos a ustedes, creemos que sea,
bastante, para que con el interés qué distingue el acreditado órgano, den
cabida a estas líneas; pues habiendo leído en la crónica del sábado, que el
señor Puente Arnao había entregado para que se toque en la exposición de París,
la armonización del Himno Nacional hecha por el señor
Libornio, prefiriendo la de éste maestro, queremos hacer constar
que: el Himno Nacional, no necesita de armonización, pues una de
las bellezas que lo distingue es su rica armonización, la que lo ha hecho que
sea uno de las mejores del mundo. Concebido sobre la tonalidad de fa
mayor, asombra que nuestro desgraciado Alcedo, haya podido modular con
maestría, a tonos tan lejanos del indicado, conservando la unidad en la
composición.
Armonizar, es poner en armonía; y nuestro Himno está puesto,
repetimos magistralmente en armonía. Y si por armonización, se ha querido
decir instrumentación, la preferencia no es cierta, pues a los que pueden
hacerlo en esta tierra, no se les ha pedido esa instrumentación.
Tratándose de que el Perú este presentado en la Exposición de Paris,
creemos que todo lo que se lleve allí, debe ser peruano; y notamos en el
proceder del señor Puente Arnao una deliberación que contraria a este fin,
eligiendo una instrumentación de una persona competente, verdad, pero que no es
nacional, con una circunstancia agravante, que no es cierta como hemos dicho la
preferencia, porque no se ha pedido instrumentación a los peruanos que pueden
hacerla.
De otro lado el Himno Nacional no es una novedad para el mundo europeo;
porque hasta en los métodos extranjeros se le encuentra. Pero si se le ha
podido hacerlo conocer, tal como lo escribió Alcedo, que no lo conocen allá y
aquí mismo entre nosotros también es generalmente desconocido. Nos expresamos
de este modo, porque el Himno de Alcedo, tiene una introducción que no la tocan
entre nosotros ni en los ejemplares europeos la hemos visto.
Desearíamos saber, pues, si la preferencia ha comprendido la
Introducción.
Don José Bernardo Alcedo, desconocido entre nosotros, y mal apreciado,
fue uno de los maestros más distinguidos no del Perú, solamente, donde a decir
verdad, no ha habido otro músico, sino en el mundo en general. Tiene
composiciones que bien merecían buscarse y remitirse a París, sin necesidad
de armonización; y estas composiciones sí podrían representar debidamente
al arte musical cultivado por un ingenio peruano. Conocemos, por ejemplo, una
misa en re menor valiosísima; y así otras obras del olvidado maestro.
Ignorábamos que se deseaba preferir una armonización; pero si ha
habido tal propósito, nada más natural que haber abierto un concurso entre
peruanos, el cual hubiera demostrado a la vez, que en el Perú hay quien
armonice, o mejor dicho, conozca el arte de manejar el conjunto de instrumentos
de banda, distribuyendo en ellos las diferentes partes de una composición, ya
expresando las ideas, ya el acompañamiento; y para buscar la imparcialidad, se
han podido dar al señor Libornio todos los trabajos, quién los hubiera hecho
ejecutar y ser dicho maestro el que hubiera hecho en justicia la preferencia,
consiguiéndose además estimular a los peruanos para el cultivo del
arte; realizando el objeto de nuestra concurrencia a esa exposición, porque
entendemos que no nos importa presentar allí nuestras obras manejadas por
extranjeros, si no en el estado nacional por todos los hechos, productos de
nuestro organismo y evolución social.
Agradeciendo, pues, esta inserción queda a sus órdenes
Un aficionado
En la carta, el "aficionado"
(Valle Riestra) se preocupa por saber si es una nueva armonización o una
instrumentación, también por saber si en la partitura se incluye la
introducción del Himno Nacional que Alzedo compuso en 1864 y cuya partitura,
como hemos señalado la publicó el Almacén de Música E. Niemeyer e Inghirami.
Esa
publicación no tuvo respuesta inmediata por parte de Puente Arnao.
El jueves
21 de ese mes, un anuncio en "El Comercio" informaba lo
siguiente":
Exposición de 1900.— El señor Máximo Puente Arnao, encargado por el
Instituto Técnico de coleccionar piezas y aires nacionales, para enviarlos al
pabellón peruano de la Exposición de Paris en los cilindros de un fonógrafo;
está arreglando las piezas siguientes:
Vals "Del Rímac al Plata", de
los hermanos Criado y Tejada (Maria Luisa y Víctor L.)
Vals "Dreyfus Libre", de la
señora Artemisa Higueras y, de la Barrera.
Yaraví "la Despedida” del señor M. Puente
Arnao, el cual será tocado por 6 guitarras y 4 bandurrias. El canto correrá a
cargo de 2 tenores, 2 barítonos y un bajo.
(Una partitura, manuscrita, del vals “Del Rímac al Plata” instrumentada para banda de músicos hecha por Libornio forma parte de la colección de 49 tomos de ese compositor que se conservan en el en Centro de Estudios Histórico Militares).
El 11 de octubre que
se publicó en "El Comercio" esta larga carta firmada por Puente
Arnao:
Música
peruana en la exposición de París
No hay ninguna
persona imparcial que desconozca el notable celo e inteligencia con que el
Instituto Técnico procura que el Perú sea debidamente representado en el
universal certamen que próximamente se realizará en la gran metrópoli francesa.
Pero si sus trabajos considerados en general, y por lo que respecta al
comercio, la agricultura, la minería y las industrias, han merecido justamente
unánime aplauso, en lo que se relacionan en particular con el arte musical y la
comisión que se me ha conferido para que coleccione en un fonógrafo distintos
aires musicales, han sido en estos últimos días, dichos trabajos, objeto de una
nota discordante, y de ciertos comentarios que, si bien debemos suponer tienen
por origen un sentimiento noble, descansan en concepciones utópicas y en graves
errores que importa desvanecer.
Admitamos desde
luego como un principio incontrovertible y que se presenta con toda claridad a
la inteligencia, que sería muy conveniente para que nuestro arte musical se
exhibiese dignamente, en aquel gran torneo de las artes y de las ciencias, que
el Perú mandase al viejo continente un número competente de profesores y de
músicos distinguidos que diesen a conocer de una manera genuina cual era el
punto a que, bajo este respecto, habíamos llegado en el camino de la civilización
y de la cultura. Así también se evitaría al papel humillante que al procederse
de otro modo desempeñaría nuestra patria, a juicio del señor Valle Riestra,
cuando, según sus palabras, la Hungría envíe a la exposición sus grupos músicos
bohemios, que al prestigio de una ejecución llena de idealismo y de fuego, unen
el de una música de maravillosa expresión y colorido; cuando la Rusia mande a
los cantores de su imperial capilla, o a la fanfarra de su regimiento de
Preobranjsky; cuando Italia, España y Alemania concurran con sus artistas más
famosos…
Permítasenos, antes
de continuar, confesar con franqueza que como peruanos y participando de la
impresión general, nos hemos sentido profundamente lastimados con el paralelo
inoportuno que se establece entre nuestra pobreza artística y la riqueza
musical de las viejas naciones de Europa. Esto no nos parece serio ni delicado
y tiene el aspecto de un sangriento sarcasmo.
Pasando ahora al
examen que me he propuesto, observo que, en el caso que fuera factible formar
una orquesta digna del fin a que se le destina aquí en Lima donde no abundan
los buenos elementos, sin negar los progresos que ha hecho nuestro arto
musical, ¿pueden ellos estimarse de tanta importancia que nos permitan enviar a
Europa la orquesta en referencia?, Es claro a todas luces que no, como también
es de una perfecta evidencia que al erario nacional no le sería posible
efectuar el crecido desembolso de muchos miles de soles que demandaría a no
dudarlo, la instalación de qué hablamos. Pero aun cuando estas dificultades
realmente insuperables se llegasen por fortuna a zanjar ¿habría motivo
justificado para que nuestro arte musical todavía en estado incipiente, no
obstante sus adelantos, y que aún no ha salido de la infancia, tuviese una representación
tan aparatosa y de tan elevado costo? Ahora, si debe formarse en el mismo París
y con músicos extranjeros la orquesta de que habla el señor Valle Riestra, los
inconvenientes que de ello provendría son tangibles, y los resultados fáciles
de prever. ¿Cómo sería dable que profesores alemanes, franceses o rusos
interpretaran convenientemente uno de nuestros más simpáticos y característicos
aires nacionales que titulamos marinera, dándole la animación, la viveza y el
fuego que le corresponde, revistiéndolo de ese conjunto de galas, rítmicos
tamboreos, caprichosas figuras y variados matices, ejecutándolo en fin como
saben hacerlo los hijos del país? ¿Sería posible por otra parte que los
yaravíes peruanos, eterno lamento del indio de nuestras punas, y que revela sus
seculares desgracias, fuesen cantados por artistas extranjeros, de diverso
acento y de distinta pronunciación, con la misma ternura, expresión y
melancolía con que lo entonan las bellas y sentimentales hijas del Misti, o de
cualquiera otra sección del suelo peruano?
Todos pensarán
conmigo en que el fonógrafo más imperfecto dará una idea más acabada y
verdadera de nuestras piezas y cantos populares, que la diva más eminente y la
orquesta más afamada de cualquiera otra nacionalidad.
Se ve pues, que en
el primer caso se trata de un pensamiento ciertamente hermoso, pero que por
desgracia dada las condiciones en que nos encontramos, y examinándolo, no en la
delicada región del ideal y de los anhelos patrióticos, sino en el terreno de
los hechos, que es donde deben plantearse las cuestiones de la vida real,
resulta ser completamente impracticable Con respecto a la otra faz de la
cuestión, creo haber probado que no interpretando debidamente una orquesta
europea nuestro género de música y careciendo esta de verdadero colorido y
sabor nacional, no se consigue el objeto de dar idea de los aíres del país; eso
sin tener en cuenta quo sería también muy graboso para el estado el
sostenimiento de ese grupo de artistas mientras durase la exposición, y en una
circunstancia en que á consecuencia de los múltiples espectáculos, como
representaciones teatrales, conciertos, etc. que deben realizarse más que en
épocas normales en todo Paris, escasearán los músicos y los que puedan
conseguirse exigirán crecidas recompensas. Todo esto explica suficientemente, a
mi entender, la conducta de la comisión central del instituto técnico, y
manifiesta la sensatez y acertado criterio con que ha procedido, limitando su
acción a lo único hacedero y practicable, concibiendo la feliz idea de reunir
en un buen fonógrafo diversos aires nacionales, que atrayendo con su novedad y
belleza mayor concurrencia al Pabellón Peruano, llamasen la atención del
público hacia la exhibición de los ricos productos de nuestro suelo, que es el
fin cardinal que se, tiene en mira. Y aquí siento verme de nuevo precisado a
impugnar al ilustrado crítico que ha salido a la palestra. El señor Valle
Riestra, por una, deplorable aberración, de que no se ven libres las más claras
inteligencias, y cediendo a la influencia de ideas preconcebidas y
sistemáticas, cree que el fonógrafo es un instrumento enteramente inaparente
para el objeto expresado, pues lo considera inarmónico y reñido con las leyes
del arte, y acreedor, cuando más; a que se le mire como un juguete científico.
Nada más distante de la verdad.
El fonógrafo
constituye uno de los más grandes y fecundos inventos de este siglo; dando a
conocer la voz, ya sea hablada, cantada, con todas las inflexiones, con el
movimiento que la distingue, con su vida propia, hace desaparecer la distancia
del tiempo y del espacio, y por una especie de maravilla, sin nombre, que
marcará una nueva época en los anales del arte y del progreso humano, nos
permite escuchar, cual si estuvieran presentes, al orador que habla o al
artista que canta en el otro hemisferio, y aún a los que hace años han
abandonado la escena del mundo, asegurando así a la voz humana la gloriosa
aureola de una vida interminable. Los efectos [debe decir defectos] que se le
atribuyen en cuanto a las notas agudas y graves, se advertirán ciertamente en
esa gran profusión de aparatos que inundan nuestros mercados y que constituyen
la especulación de muchos comerciantes, pero no se encuentran en los buenos
fonógrafos construidos con todo esmero y conforme a los últimos adelantos;
hallándose a este respecto en la misma condición que cualquier instrumento
musical que no siendo debidamente fabricado, no llena por completo su objeto.
Y todo esto se
explica sin esfuerzo, pues la armonía, la medida, la melodía y el ritmo que,
según las leyes de la estética y las autorizadas enseñanzas de los
preceptistas, son los factores de la belleza artística, pueden aplicarse y
tener cabida fácilmente en el fonógrafo, teniendo este sobre los demás
instrumentos [el buen fonógrafo repito] la inapreciable ventaja de que
reproduce los sonidos y la voz con admirable perfección, y con una exactitud
que podíamos llamar matemática, a la manera de lo que sucede con el retrato
hecho en copia fotográfica, o con la imagen que se proyecta en el fondo de un
espejo.
Una irrefragable
experiencia por último viene a confirmar estas reflexiones, poniéndoles el
sello, de la evidencia; pues solo a favor del fonógrafo hemos podido oír, sin
trasportarnos a la sala de sesiones del congreso español, loa elocuentes
discursos de Emilio Castelar, y escucharlos can la misma voz, con las mismas
inflexiones, con la propia entonación y énfasis con que las pronunciara el
egregio orador, así como también embriagarnos con las arrebatadoras armonías de
la incomparable cantatriz Adelina Patti.
Omitiendo rectificar por falta de tiempo
muchas otras apreciaciones inexactas, debo declarar al concluir, que no tengo
interés alguno en llevar adelante la labor con que me honró el instituto, y la
cual, dicho sea de paso, tengo muy avanzada a costa de inmensos esfuerzos, como
pueden atestiguarlo más de cien personas que iban a coadyuvar con sus
servicios, y que han aprobado en todas sus partes el variado, original,
interesante y selecto programa que se estaba siguiendo, y en el que figuran
firmas de nuestros más aventajados compositores. Desisto, pues, de buen grado
de llevar a cabo esta empresa, pero dejando constancia del móvil patriótico que
a ello me anima y de que es solo por no servir de óbice a los adelantados
trabajos que nos ha revelado ahora tiene emprendidos el señor Valle-Riestra,
cuya competencia es notoria, pero no porque yo estime como un juguete
científico el fonógrafo. Juguete científico llamó también el ilustre Thiers a
los caminos de hierro, y, sin embargo, se extienden como una inmensa red por
todo el globo, Impulsando sin cesar el adelanto universal. Juguete científico
se apellidó también el espectro con sus vistosos matices; y, merced a su
análisis, conocemos más lo que pasa a muchos millones de leguas de nosotros en
las profundidades do la bóveda celeste. Un grande hombre calificó igualmente de
juguete científico la aplicación del vapor a la navegación; y, no obstante, un
sin número de naves cruza por todos los mares con la velocidad del meteoro,
llevando a las últimas extremidades del orbe, el comercio, la industria, la
vida y la civilización.
Máximo Puente Arnao
Puente Arnao desistió de la tarea a pesar de que "la tenía muy avanzada a costa de inmensos esfuerzos". ¿Qué significaba eso? Como hemos visto, logró que se envíe a París la partitura para banda hecha por Libornio Pero, ¿Había logrado que se grabe en cilindros parte del repertorio propuesto? No hemos podido hallar documentos de la época que puedan apoyar la veracidad de una respuesta positiva o negativa.
3. La grabación del Himno Nacional por la Banda del Primer Regimiento de Artillería de Montaña
Sin embargo, la vida no deja de darnos
sorpresas. A fines de 1911, comenzó a publicitarse en "El
Comercio" la llegada de los discos "Columbia" con
"repertorio nacional". Como es de conocimiento público la serie “P”
estaba constituida inicialmente por 91 discos de doble cara (posteriormente se
agregó un disco, el 92, dedicado a la memoria de Jorge Chávez). La mayoría de grabaciones fueron hechas por
el dúo Montes y Manrique. Diez grabaciones fueron hechas por bandas de músicos).
El primer disco de la serie "P" tenía en un lado el Himno Nacional
del Perú grabado por la Banda del Primer Regimiento de Artillería de Montaña y
en el otro lado la marcha "Ataque de Uchumayo" grabado por la banda
del Regimiento de Gendarmes de Infantería (que en total grabó 6
canciones).
“El Comercio” 09.11.1911 |
En esa serie de discos grabó también la banda de la Escuela Militar de Chorillos (3 canciones). Pero la Banda del Regimiento de Artillería de Montaña sólo grabó el Himno Nacional y lo grabó de acuerdo a la partitura que Alzedo realizó y mandó imprimir en 1864 con la introducción de 16 compases que, como se ha señalado, no existe en ninguna de las versiones anteriores ni posteriores. ¿Cómo pudo ser esto posible si ya 1901 ya se había oficializado la restauración hecha por Rebagliati? La única respuesta a esa interrogante es que el disco Columbia de 1911 se imprimió teniendo como matriz un cilindro grabado antes de 1901. ¿Pudo ser un cilindro grabado en 1899 por la banda del Regimiento de Artillería de Montaña, para ser enviado a la Exposición Universal de Paris de 1900? Pienso que sí pudo serlo. Recordemos que el primer fonógrafo llegó al Perú en 1892 y al poco tiempo en Lima y en provincias se realizaban grabaciones y exhibiciones de fonógrafos.
Banda de música del Regimiento de Artillería de Montaña. José Sabas Libornio al extremo izquierdo. Foto: familia Libornio |
De la versión
sobre la que se basa la instrumentación para banda, se tiene las partitura para
canto y piano. Si tomamos en cuenta no que
hemos expuesto, no es aventurado pensar que fue Libornio el que escribió la
partitura para banda, la que lamentablemente no hemos podido ubicar. En la
colección Libornio que se encuentra el en Centro de Estudios Histórico
Militares (cuyo local es el que sirvió de pabellón peruano en la exposición de
París de 1900 y que fue desmontado y traído al Perú y está ubicado en el Paseo
Colón) existe el manuscrito de la partitura del Himno Nacional para banda, pero está basada en
la versión oficial de 1901. También se encuentra la partitura para banda de
“Ataque de Uchumayo”. Libornio, hay que recordarlo continuó como Director
General de las bandas del ejército hasta poco antes de su fallecimiento
ocurrido el 9 de diciembre de 1915.
ANEXO: 3 versiones del disco Columbia P1 con el Himno Nacional del Perú grabado por la Banda del Primer Regimeinto de Artillería de Montaña.
Colección Darío Mejia |
Colección: Gino Curioso |
Himno Nacional y Ataque de Uchumayo |