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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.

domingo, 24 de octubre de 2010

EL DUALISMO DE OPOSICIÓN COMPLEMENTARIA EN LA COSMOLOGIA Y LA MUSICA ANDINA


EL DUALISMO DE OPOSICIÓN COMPLEMENTARIA EN LA COSMOLOGÍA Y LA MÚSICA ANDINA

Luis Alberto Salazar Mejía

Foto: Teobaldo Martínez


            El presente trabajo busca utilizar el marco cognitivo de una cultura como base para el análisis de su música, es decir  busca poner en evidencia las correlaciones entre los componentes del estilo musical  y los elementos que conforman la cultura, en este caso algunos aspectos de la cosmovisión andina, asumiendo que los sonidos específicos usados en la performance musical son al mismo tiempo productos y productores de estructuras cosmológicas. Lo que se propone es el estudio de algunos aspectos de la música andina a la luz del principio del dualismo. Es pues parte de un intento de responder a la pregunta ¿Cómo hace música el ser humano? O en su forma “Geertziana”: ¿Cómo construyen históricamente, mantienen socialmente y crean y experimentan individualmente la música los seres humanos? (Rice 1987. En Cruces 2001:161).

            El tema, o mejor los temas planteados en este trabajo, indudablemente están lejos de ser agotados –la naturaleza misma de éste lo impide- y más son las preguntas que las respuestas y esto quizás sea eso lo que le dé algún valor.

1.      El dualismo de oposición complementaria en la cosmología andina

            El dualismo (la división del todo en dos mitades que se complementan y se oponen) es una matriz del pensamiento de los habitantes de nuestro territorio que está presente desde muy tempranas épocas. El pórtico del Templo Mayor  de Chavín, por ejemplo, está construido con dos columnas cilíndricas de piedra negra, las cuales sostienen un dintel cuya mitad sur es de piedra blanca, en tanto que la norte es de piedra negra. Debajo hay tres escalones y una vereda que igualmente son de piedra blanca hacia el sur y negra hacia el norte. De la misma altura que la portada, hay dos hileras de losas de piedra —blancas hacia el sur y negras hacia el norte— que servían de zócalo a la gran fachada del templo. Las columnas están íntegramente grabadas con las imágenes de dos aves míticas antropomorfas, una hembra al norte y un macho al sur. En la cara visible de la cornisa del pórtico hay siete aves que van de sur a norte y otras tantas que van en dirección contraria.

Portada de las falcónidas- Chavín de Huantar
Foto: Edwin V. Guzmán


        Igualmente en los Moche abundan evidencias de dualismo tanto en orfebrería (El famoso collar de maníes de oro y plata),



        en la cerámica:

Foto: Teobaldo Martínez

       y en la iconografía:

Decoración de un vaso moche. (Tomado de Kutscher 1950:31)
     
        El dualismo no es exclusivo de los antiguos peruanos. Lévi Strauss (1968:102) señala que en América del Sur el esquema de organización dual representa un elemento común a varias sociedades, de las más primitivas a las más avanzadas (En Rostoworowsky 1983:21). Este esquema, se ha sugerido, podría haber sido importado de la antigua China.  
  
   En los años setenta se pusieron en evidencia dos principios organizativos del espacio andino: el yanantin y el masintin. Núñez del Prado (1979:5) explica así esta noción:
“Entiendo por Yanantin el principio de oposición complementaria a través del cual el hombre andino ve su universo y organiza su mundo en parejas de opuestos complementarios, todo lo que en él se encuentra. Estos opuestos complementarios son asociados a las nociones de ‘masculino’ y ‘femenino’, son interdependientes, jerarquizados y unidos entre sí por una cadena de intercambios recíprocos de diferente naturaleza y/o asimétricos.” (En Calero 2002:153).
         Se puede deducir que el universo andino se compone de pares de elementos complementarios y opuestos; estando dichos elementos ligados por una relación yanantin que es comparable a la que liga un objeto a su imagen en un espejo. El masintin es el otro principio -menos evidente- y tiene que ver con la solidaridad y equivalencia entre los componentes.

            Tristan Platt (1976, 1978, 1986) María Rostoworowski (1983) y Juan Van Kessel (1982) entre otros han tratado con bastante profundidad el tema del dualismo o binarismo como base del modelo organizativo andino.

            Para Platt existen “symétries en miroir” (simetrías de espejo) relacionadas a la simetría corporal. El espejo reproduce la imagen como un duplicado y la palabra yanantin expresa la simetría corporal.  La unión entre un hombre y una mujer, de acuerdo a este concepto, da origen a una combinación de dos elementos masculinos y dos femeninos, o sea el número cuatro y ésta doble partición orgánica y totalizadora “constituye un paradigma básico de la cosmovisión andina que resalta en todos los rituales y costumbres, y en todas las fiestas y acontecimientos de la vida comunal” (Platt 1976:15).

            El dualismo está presente en la distribución del espacio y la organización socio-política. Los conceptos de hanan y urin son panandinos. Esto ha sido resaltado por Kessel en su estudio centrado en la región de Tarapacá  donde la comunidad se divide en dos sayas dividas a su vez en ayllus de pastores y agricultores. Esta cuatripartición ha sido llamada “PARADIGMA DE LA VISION AYMARA DEL ESPACIO Y LA ORGANIZACIÓN COMUNAL” y graficada de la siguiente manera:

Elaborado en base a Rostoworowski (1983:28)

 
          Rostoworoski (1983:28-29) por su parte da los siguientes ejemplos de cuatripartición:

Elaborado en base a Rostoworowski (1983:28)

       Rostoworowsky, coincide con Platt (1978) y concluye que estos conceptos están muy de acuerdo con el pensamiento indígena de mitades antagónicas y adversas que sin embargo se complementan y necesitan (Rostoworowoski 1983:29).

2. Dualismo y música andina

En lo que concierne a la música, este principio, como vamos a ver, puede ser localizado en distintos planos: el del sonido en sí y en el de la música y sus aspectos performativos (es decir todo lo que conlleva la “puesta en escena” musical). En las líneas que sigue vamos a desarrollar algunos aspectos sin poder ser exhaustivos, dada la naturaleza del presente trabajo.

a). El sonido
           



            A diferencia de otras músicas que en sus patrones estéticos buscan un sonido “limpio”, los pobladores andinos prefieren un sonido “denso”. Cuando se trata de aerófonos se evidencia el conocimiento de las leyes acústicas de los armónicos: los instrumentos los utilizan y están hechos para producirlos. En cuanto a otros instrumentos adaptados a la práctica musical y los córdófonos, deben utilizar abundantes “floreos” al ejecutar las melodías y para esto se han desarrollado técnicas singulares de ejecución de dichos instrumentos. El tocar una línea melódica “limpia” es llamado “tocar derecho” (sin “requiebros”) y es considerado una limitación o deficiencia del ejecutante.

Diferentes autores (Turino 1993, Stobart 1996, entre otros) han estudiado el sonido “complejo” de los instrumentos andinos. Turino ha denominado “unísono denso” al producido por las tropas de sikus, a los que Valencia (1983) llama “siku bipolar altiplánico”.  Este instrumento se ha convertido en paradigma de dualismo: Sus dos mitades complementarias se designan arka e ira[1].

            Henry Stobart (1996) ha analizado los términos tara y q’iwa que son usados para designar dos timbres de sonidos que forman categorías de reciprocidad y oposición (las características tímbricas del pinkillo).




Las flautas de pico de tres agujeros de extenso uso en el Perú y que actualmente reciben en Ancash el nombre de “roncadoras” se tocan siempre pareadas (es decir de a dos, cuatro, o múltiplos) y antiguamente una de ellas se llamaba “roncadora” y la otra “silbadora” en alusión a sus timbres en relación de oposición complementaria.


Roncadoras


Con respecto a los membranófonos peruanos (“caja”, “tinya”, “bombo”, etc.)  están construidos con pieles de dos animales diferentes (p. ej. en un lado cuero de chivo y en el otro de cabra) lo que muestra cómo el dualismo está presente en el concepto mismo de sonido musical. James Vreland Jr. En sus estudio de las danzas tradicionales de la sierra de Lambayeque señala que la tinya que ejecutan los mamitas (músicos que tocan pinkullo y cajita en la danza de Incahuasi) “es cubierta con piel de perro y zorro” (Vreeland Jr. 1993:196)

Aerófonos y membranófonos forman un binomio de larga  data en la práctica musical de los peruanos, al menos desde las culturas Mochica y Nazca (aunque la iconografía muestra en algunas escenas a ejecutantes sólo de aerófonos y también sólo de membranófonos). Podría pensarse que la ejecución en simultáneo de aerófonos y membranófonos por un mismo músico fue una práctica copiada de los españoles (el “pífano” o “txistu”, flauta de una sola mano y que se tañía al mismo tiempo que un tambor, ya existía en España al menos desde el siglo XII). Sin embargo ceramios con representaciones de músicos que ejecutan a la vez una especie de flauta de pan y “tambores de botija” se encuentran en poder de un coleccionista privado en Buenos Aires (fotos tomadas por Ferdinand Antón y publicadas en un texto existente en la biblioteca de musicología de la universidad de Ginebra del que no poseo los datos).

            Probablemente de uso generalizado desde la colonia, “caja y pinkullo” o “roncadoras” o chiroques” son un binomio de aerófono y membranófono ejecutados por un mismo músico pero que como hemos señalado se tocan pareadas. Podemos graficar la dualidad y la cuatripartición de la siguiente manera:




Como se puede deducir de lo expuesto la concepción misma del sonido por parte de la población andina obedece a los principios del dualismo cosmológico.

b) La escala pentatónica y el dualismo.

            Es difícil afirmar categóricamente el uso de la pentafonía en las culturas preincaicas. Un estudio de los instrumentos arqueológicos nos permite afirmar que se usó desde épocas muy tempranas. Flautas de hueso de tres o cuatro agujeros equidistantes  como las encontradas en Paracas y las flautas Mochica dan fragmentos de la escala pentatónica[1]

El ejemplo que se muestra a continuación, es el motivo principal de la música de danza de los huanquillas que se ejecuta en “caja y pinkullo” en la fiesta del Señor de Mayo en Huaraz y que ha podido ser ejecutado por el autor de estas líneas en “imitaciones” de diferentes tipos de flautas prehispánicas realizadas a partir de fotos del libro de los esposos  D’Harcourt (1922:XXIII):


Los sonidos del pinkullo no son temperados, la notación es aproximativa. Quiero  destacar el hecho que la música está organizada en cinco pulsos, lo que como veremos más adelante está en correspondencia con el pensamiento andino.

            En ese mismo libro se muestran fotos de diferentes flautas verticales de la costa peruana prehispánica (Chancay, Huarmey, Ica) con un número de agujeros mayor que las de uso actual y que según los D’Harcourt dan escalas pentatónicas. Esto ha sido comprobado  de manera experimental en copias de esos instrumentos, metodología que reivindico para el estudio de los aerófonos prehispánicos

      Bolaños por su parte afirma que “los nazca conocían la escala pentáfona  pero la usaron fragmentaria y excepcionalmente en un ámbito de no más de una octava y media y enmarcada entre intervalos que no le son propios” (Bolaños 1988:106). Para él, en los Chincha y Chancay (1200 D.C. aprox.) “es notable el establecimiento de una escala pentáfona más precisa” (Bolaños et al. 1985:40) y serían los quechuas del Cusco que la habrían difundido por todo el Tahuantinsuyo.

      Podemos explicar la escala pentatónica andina –como la usa una parte de la población andina del Perú, Bolivia y Ecuador-  con el concepto de “simetría del espejo” de Platt (cf. supra). Para ilustrar nuestro propósito utilizaremos las notas de la escala pentáfona de la (la-do-re-mi-sol).

      Tomemos una tercera menor (la-do) y luego un tono (re) que va a ser el eje de simetría del espejo que nos da otro tono y otro tercera menor:


      Debemos señalar que en las flautas de 6 agujeros equidistantes el intervalo de tercera que se forma es algo más grande que la tercera menor temperada. Esto ha llevado a Manuel José Benavente (1941) a sugerir que la octava en la música pentatónica andina se dividía en 7 partes iguales[1].

      Otra manera de explicar la escala es a partir de la cuatripartición. Platt encuentra que los modelos duales y circulares de Leví-Strauss, son diferentes a los modelos andinos ya que en lo andino “prevalecen las líneas rectas y los cuadrados sobre los arcos y los círculos (En Rostoworowsky 1983:22). Veamos cómo graficamos esto:



            Lo que podemos observar es que los cuadrados al estar dispuestos de esta manera forman una cruz y a la vez forman un quinto cuadrado (El número cinco así formado adquiere una relevancia importante en el pensamiento andino). Los cinco sonidos de la escala pentatónica los podemos graficar así:


En el gráfico la nota re ocupa un lugar central y neutro (como explicaremos en seguida). Las otras notas las podemos agrupar en dos mitades complementarias:


 
Como se observa ambas mitades forman acordes: mayor en el primer caso y menor en el segundo. Esto podría ser la base de la bimodalidad que se observa en ciertos géneros de música andina (notoriamente el huayno), bimodalidad que ha sido atribuida por algunos (Cf. Carlos Vega) como aculturación debido a la presencia de la música de los conquistadores.

Sobre el particular, no podemos salir del terreno hipotético hasta finales del siglo XIX y con más certeza hasta la década del 40 o 50 del siglo pasado (existencia de documentos sonoros). En todo caso la aceptación de la bimusicalidad la podemos explicar porque siendo ella un binomio de oposición complementaria fue asimilada a la estética andina por corresponder a sus cánones.

Holzmann (1968) afirma que:
“Uno de los conceptos típicos de la escala pentatónica peruana, para expresarlo en términos prestados del sistema armónico europeo, es su carácter bimodal. Sus melodías giran, casi siempre, alrededor de dos centros tonales: uno en la primera parte, correspondiente al clásico modo “mayor” y el otro, en la parte conclusiva y de forma descedente-cadencial, al modo “menor” (p.29)

Vamos en seguida a ilustrar con algunos ejemplos musicales lo que acabamos de afirmar.
1)

"Valicha". Partitura según Ángel Huratdo

Se trata de la segunda frase del huayno Valicha según  partitura impresa por su autor Miguel Ángel Hurtado.  El acompañamiento realizado por los músicos tradicionales es con el acorde de Sol mayor y solamente en el último mi aparece el acorde de mi menor. En el cuarto compás de esta segunda frase aparece la nota la, que no puede ser considerada como nota de paso. Sin embargo la manera tradicional de acompañamiento es quedándose en el acorde de Sol mayor. Sólo los músicos ajenos a la tradición emplean otro acorde (p.ej. en la grabación de este huayno realizada por Rafael Amaranto en la tonalidad de la menor se emplea para armonizar la nota en cuestión el acorde de SIb mayor).

2)
El segundo ejemplo es el célebre carnaval de Tambobamba, Apurímac. Toda la pieza está construida con semifrases de cinco pulsos. El acompañamiento, como en el ejemplo anterior, es con el acorde de Sol mayor. El único momento que se emplea el acorde de mi menor es en el último mi de las semifrases (graficadas como compases 2 y 4)  que son conclusivas.

"Carnaval de Tambobamba"
Una versión de este carnaval puede escucharse a partir del minuto 0'14'' en este enlace:

Un tercer ejemplo es el huayno ayacuchano "Chiki Tuku" organizado en 5 pulsos, tanto la melodía como los adornos intermedios ("codos").



c) Dualismo y performance

             Algunos investigadores de la música aymara (p. ej. Baumann 1996, Sánchez 1996, Layme 1996) han tratado este asunto y establecido con claridad meridiana la asociación  entre algunos instrumentos y las épocas climáticas.

El año aymara está divido en dos estaciones: la época seca (de mayo a octubre) y la estación de lluvias (de noviembre a abril). De esta manera durante las fiestas que se realizan durante la época de lluvias (Todos lo santos, La virgen de la Candelaria y Carnavales) sólo se tocan instrumentos como tarkas y pinkillos que son instrumentos que tienen embocadura de pico y un sonido “complejo”.




   Las flautas de pan se usan durante el período seco, cuando han pasado las cosechas y las fiestas patronales son intensas, “desde Carnaval a Todos los Santos” (Sánchez 1996:83). Para el caso de Huancané  el uso de las flautas de pan comienza recién durante la Fiesta de la Cruz (3 de mayo). 

   Su uso está fuertemente reglamentado y sancionado fuera de período  (cf. Stobart 1987). Toda trasgresión a esa regla causa desórdenes climáticos. Isabel Aretz, por ejemplo, afirma que en el Noreste argentino el erke 
“se ejecuta en toda fiesta después del domingo de Pascua de Resurrección y hasta el día de Todos los Santos o poco menos. Según el lugar, no se ejecuta en primavera ni en verano, pues es creencia que su bramido atrae las heladas” (Aretz 2001:175).
            Otros aspectos de la performance como los desplazamientos de los músicos (p. ej. los desplazamientos de las “tropas” de aerófonos altiplánicos en dos hileras y luego la “llegada” en círculo formado por dos mitades), las conformaciones de los conjuntos (donde todos los instrumentos están “pareados: dos quenas, dos mandolinas, dos mandolinas, etc), los arreglos musicales (p. ej. la alternancia de instrumentos en las bandas, entre el tutti y las “cañas”, o las trompetas y los “bajos”), las coreografías de las danzas (Ver Kessel 1982), lo mismo que los principios organizativos de las fiestas andinas, las batallas rituales, etc., pueden ser explicados por el principio del dualismo y han sido tratados por  diversos autores, algunos ya mencionados. Por razones de tiempo y espacio no podemos desarrollar estos aspectos de la performance como hubiera sido nuestro anhelo y sólo los señalamos.

A manera de conclusiones

            Estudios etnomusicológicos en diferentes lugares del mundo han hecho notar la correspondencia entre estructura del sonido musical y estructura social. Jhon Blacking al estudiar la música  de los niños Venda ha muestra cómo las estructuras musicales surgen de los patrones de los cuales forman parte y que las formas de la música se hallan relacionadas con las formas culturales de las cuales se derivan llegando a la conclusión de que hay muchos factores no musicales que regulan la estructura de la música.

            En este trabajo se ha tratado de analizar algunos de los aspectos de la música andina desde el principio del dualismo que es una matriz del pensamiento a través del cual el hombre andino ve su universo y organiza su mundo y todo lo que en él se encuentra. en parejas de opuestos complementarios. La dualidad abarca lo político, lo religioso, la organización social y también la creación artística. Por ello consideramos que para comprender el pensamiento y la práctica musical en el mundo andino es necesario prestar atención a este y otros principios de su cosmovisión (como el de la reciprocidad que no ha sido tocada en este trabajo) ya que ellos traducen la estructura interna de su lógica y nos permiten un adecuado acercamiento e interpretación de lo que es la música andina.




BIBLIOGRAFIA
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[1] A partir de esta idea he llegado establecer que la tercera andina tendría un valor de 342.87 cents en lugar de  los 300 cents de la escala temperada.





[1] Esto lo he experimentado con los alumnos del curso de Historia de la Música Peruana y Latinoamericana de la ESNF “JMA” los años 2001 y 2002, construyendo “quenas” de diferentes tamaños con tubos de PVC de ½ pulgada, en los que se perforaron arbitrariamente tres o cuatro huecos. Los alumnos podían ejecutar fragmentos pentatónicos que eran como “citaciones” de ciertos tipos de música andina actual.





[1] aunque Sánchez señala que Girualt (1973:50) encontró que los términos quechuas  utilizados eran pussak y kkatik, y que actualmente hay una aymarización de los términos ya que la denominación más usada –aún en las zonas quechuas – es arka e ira.







domingo, 19 de septiembre de 2010

RAMBO EN LIMA: Las grabaciones de la “Victor” en setiembre de 1913

RAMBO EN LIMA: Las grabaciones de la “Victor” en setiembre de 1913

Luis Salazar M .

     Hace algunos años, mientras esperaba un “pedido” de libros en el local antiguo de la Biblioteca Nacional, en un estante donde había muchos folletos apiñados descuidadamente, descubrí los catálogos de la Victor Talking Machine Company. Los había desde 1911 a 1928. Hojeándolos me percaté que a partir del catálogo de 1914 aparecía una sección denominada “discos dobles grabados para la República del Perú”. Como mi situación económica no me permitía fotocopiarlo todo, saqué fotocopias de esa sección. Fue una buena reacción ya que hace poco quise volver a consultar esos catálogos pero estaban inubicables (espero que no por siempre). La información contenida era sorprendente: grabaciones de canciones y artistas de los que nunca había escuchado hablar y que ya aparecían en el catálogo de 1914. ¿Cómo pudo ser esto, si para esa época sólo se sabía de las grabaciones de Montes y Manrique? Año tras año iba acumulando las piezas de lo que parecía un gran rompecabezas, hasta que este año y con los últimos datos publicados por la "Encyclopedic Discography of Victor Recordings" (EDVR, on-line), casi he terminado de armarlo.

     Desde los primeros años del siglo XX, comenzaron a llegar a Lima los gramófonos, también los discos “Victor” y los cilindros “Edison”, pero ninguno de los discos y cilindros que se ofrecían en los catálogos era de música peruana (salvo dos discos con el Himno Nacional). Siendo la política de las disqueras la creación de repertorios nacionales, el primer paso en ese sentido lo dio la “Columbia Records”, para esto enviaron a Lima a un representante de apellido Hoffai (Eduardo Montes en “Cascabel” Nº 69, 01.02.1936) quien grabó a las Bandas del Primer Regimiento de Artillería, del Regimiento de Gendarmes de Infantería y de la Escuela Militar de Chorrillos y escogió, entre los dúos limeños del momento, a Eduardo Montes y César Augusto Manrique, quienes comenzaron a “impresionar” los tubos de los discos en Lima, “en el popular bazar de Boza, de Flores y Benero” (“Variedades” 17 de febrero de 1912) y luego el 28 de agosto de 1911 se embarcaron en el vapor Urubamba con destino a Nueva York “por cuenta de la casa Holtig y Cía (Basadre 1983, tomo XI, p.259) para –según palabras de Montes– “impresionar doscientas piezas en Estados Unidos, entre tonderos, valses, yaravíes, etc.” (“Cascabel” Nº 69, p. 19). Es probable que haya sido así, pero sólo fueron 91 discos los que salieron a la venta. Los discos llegaron a Lima en cinco series de dieciocho discos, entre febrero y fines de agosto de 1912 (Cinco series de dieciocho disco dan un total de noventa, al parecer un disco –el disco P83 con grabaciones de un triste y un yaraví ecuatorianos– no llegó a Lima). Las primeras series las promocionó la casa “Holtig y Cía” y las dos últimas el “Bazar Pathé”. El éxito de Montes y Manrique fue grande, entre mayo y julio de ese año ofrecieron funciones en el Teatro Olimpo, a teatro lleno.

  Las otras disqueras no se quedaron con los brazos cruzados. El bazar “Pathé” trató de realizar grabaciones con otros artistas. En “La Crónica” se publicó lo siguiente:


El éxito de los artistas peruanos Montes y Manrique, con los discos fonográficos    obtenidos por la Casa Columbia de Estados Unidos, ha movido a los empresarios de la empresa Pathé para contratar a otros cantadores y guitarristas peruanos, que próximamente emprenderán viaje a Paris a echar el resto con su repertorio de tonderos, valses, polkas, mazurkas, tristes y marineras. (…) Los cantantes escogidos son tres mozos de pelo en pecho, capaces de cantar en la punta de una aguja y que destrozan los corazones con sus ayes y sus arrestos. Quienes les han oído declaran que dejarán muy bien puesto el nombre de la patria, y que pronto en Paris, los chicuelos silbarán desde “Ojos negros y hechiceros” hasta el “veintinueve de mayo”. (“La Crónica” 04.07.1912).

     “La Crónica” sólo nos da los apellidos de los cantantes escogidos: Ayllón, Suárez y Ronchi. Es de suponer que el Suarez mencionado es Guillermo Suarez Mandujano. De los otros por el momento no sabemos más, tampoco sabemos los motivos por los que no llegaron a grabar.

    La “Victor” no podía ignorar el mercado peruano y nos envió a Rambo. Nuestro personaje (que nada tiene que ver con el de las películas cinematográficas) era un empleado de la Victor Talking Machine Company: Frank S. Rambo, nacido en Philadelphia el 30 de Junio de 1884 y que en enero de 1913 reemplazó a Henry Hagen como miembro del Staff de grabaciones de la Victor Company. Rambo realizó su primer viaje de grabación a La Habana y como no tenía experiencia en grabaciones fue ayudado por H. O. Sooy. Estuvieron en la isla los meses de marzo y abril de 1913. El 13 de julio de 1913 en compañía de Charles S. Althouse, otro empleado de la compañía, se embarcaron a Lima vía el canal de Panamá para grabar un repertorio peruano. Este fue el primer viaje de grabación realizado por la “Victor” a la costa oeste de América del Sur. (Harry O. Sooy, Memoir of my Career at Victor Talking Machine Company)

     Una vez en Lima, Rambo y Althouse iniciaron sus grabaciones el viernes 5 de setiembre. Algunos detalles todavía no están esclarecidos como por ejemplo, donde instalaron su equipo de grabación y cómo contactaron a los intérpretes. El único dato es una dirección que aparece en una ficha de la EDVR donde está escrito: Carmen Alto 1249 (hoy el jirón Junín de Barrios Altos), que sería la casa en donde vivió Miguel Almenerio, uno de los intérpretes convocados. Las dos primeras grabaciones las realizó el solista de guitarra Alejandro Gómez Morón, quien grabó un huayno y un yaraví. Las siguientes grabaciones de ese día las hicieron las hermanas Gastelú, quienes grabaron cinco valses con el acompañamiento del guitarrista Oscar Andrade.

     El sábado 6, las grabaciones se iniciaron con la “Estudiantina Chalaca”, cuarteto instrumental dirigido por Justo Arredondo, quien tocaba la bandurria, e integrado por Miguel Almenerio (bandurria), Pablo Valenzuela (guitarra) y Vélez (guitarra, sólo figura su apellido). Ese día grabaron tres valses. Después se continuó con la grabación del dúo Almenerio-Vélez, integrado por Manuel Almenerio y el guitarrista Vélez (quien hacía la segunda voz), Oscar Andrade fue el encargado de tocar la guitarra. Grabaron 7 valses, dos polkas y una “canción”.

    Rambo y Althouse, no creían en la mala suerte, así que continuaron grabando el domingo 7. Ese día, las grabaciones estuvieron a cargo de la Estudiantina Chalaca, quienes grabaron un vals, dos polkas, dos marineras un tondero y una marcha.

     El lunes 8 fueron convocados otros artistas. El dúo Ramírez - Monteblanco (por el momento no conocemos los nombres de éstos cantantes) quienes con Justo Arredondo a la guitarra grabaron 6 valses. Luego le siguió el turno a Rogelio Soto y José S. Cobián quienes grabaron cuatro “episodios de la Guerra del Pacífico”.

      El martes 9, fue el turno de la Banda de la Escuela Correccional de Lima, integrada por jóvenes internos bajo la dirección de N. Tapia, quien además era compositor. Grabaron tres marchas, un paso doble, un triste y cachaspare, un cachaspare, un himno, una marinera y un tondero.

     El miércoles 10 se grabaron 14 canciones. El dúo Suárez-Espinell formado por Guillermo Suárez (primera voz), Eduardo Espinell (segunda voz) y Justo Arredondo (guitarra) grabaron seis valses, una danza, una polka y una mazurka. Las demás grabaciones del día estuvieron a cargo del dúo Herencia–Capoxi (Luis Capoxi y Pedro Herencia, con el acompañamiento en la guitarra de Justo Arredondo), quienes realizaron cuatro grabaciones del género “canción”.

       El jueves 11, volvieron a grabar los dúos Ramírez-Monteblanco y Almenerio-Vélez. Los primeros grabaron tres polkas, una “canción” y cinco valses. Almenerio-Velez grabaron ese día diez marineras y tuvieron como guitarrista a Justo Arredondo y como cajonero a J. Olaza. Este día probablemente fue la primera vez que se grabó un cajón.

      El viernes 12, se volvió a grabar a una estudiantina, esta vez fue la Estudiantina Lima, dirigida por el “Maestro” Aníbal (no figura su apellido), quien además tocaba la bandurria. Los integrantes eran Justo Arredondo (bandurria), Vélez (guitarra) y Valenzuela (guitarra). Como puede verse ean prácticamente los mismos músicos de la “Estudiantina Chalaca”. Grabaron una marcha, dos tonderos y dos marineras. Las grabaciones de ese día finalizaron con las del dúo Cobián-Díaz, quienes habían grabado los diálogos de los “episodios de la Guerra del Pacífico” y esta vez cantaron dos tonderos y dos valses con el acompañamiento de Oscar Andrade en la guitarra y J. Olaza en el cajón.

    El sábado 13 continuaron las grabaciones. El dúo Suarez-Espinell, esta vez con el acompañamiento de Manuel Reynaga en la guitarra grabaron dos polkas, dos mazurkas y cuatro valses. Después de estas grabaciones continuó el dúo de cantantes ecuatorianos formado por Alfonso Dougard y Rodolfo Martínez quienes grabaron nueve pasillos ecuatorianos. Apenas terminados de grabar estos pasillos le tocó el turno a Alejandro Ayarza y L. Romero quienes grabaron tres diálogos cómicos.

    El domingo 14, hubo descanso, pero el lunes 15 se continuaron las grabaciones. Los primeros en grabar fueron los cantantes ecuatorianos, quienes grabaron ocho aires de su país. Lo que siguió fue la grabación de diez resbalosas por el dúo Almenerio-Vélez, acompañado siempre por Arredondo en la guitarra y Olaza en el cajón.

    El martes 16 apenas se grabaron tres valses en las voces del dúo Farfán-Miranda, formado por Miguel Miranda y por Farfán (no se conoce su nombre) en las voces, y el acompañamiento en la guitarra de Justo Arredondo.

    El miércoles 17, las grabaciones las inició la Banda del Regimiento de Gendarmes de Lima quienes grabaron un yaraví, un triste y huayno, una marinera y dos tonderos. Las nueve grabaciones siguientes fueron los aires ecuatorianos grabados por el dúo Dougard-Martínez.

    El jueves 18, los cantantes ecuatorianos continuaron grabando. Fueron seis aires ecuatorianos. El día finalizó con la grabación de cinco marineras que cantaron Suárez-Espinell con el acompañamiento de Manuel Reynaga en la guitarra (No hubo cajón). Estas marineras nunca de prensaron en discos, desconocemos los motivos.

    El viernes 19 no se grabó. 

    El sábado 20, Rambo y Althouse, iniciaron las grabaciones de música arequipeña. Ese día el dúo Escobedo-Núñez, formado por los quenistas Mariano Escobedo y Domingo Núñez, con el acompañamiento en la guitarra de Emilio Sirvas grabó cinco yaravíes.

    El domingo 21 -ya no quedaba tiempo que perder- Escobedo-Núñez grabaron cuatro yaravíes más.

    El lunes 22, el dúo Escobedo-Núñez continuó grabando. Ese día grabaron dos huaynos, un yaraví y dos serenatas. Ese mismo día inició sus grabaciones de yaravíes de Mariano Melgar el dúo Velarde-Medina, dúo integrado por Rafael Velarde (primera voz), Ángel Medina (segunda voz) con en el acompañamiento de Emilio Sirvas en la guitarra. Fueron cinco los yaravíes grabados.

    El martes 23, el dúo Velarde-Medina continuó grabando. Fueron siete yaravíes de Melgar, dos valses, cuatro “canción”, un huayno, un triste, un pasacalle (carnaval) y un yaraví los grabados ese día.

     El martes 24, finalizaron las grabaciones hechas por Velarde-Medina. Ese día grabaron un yaraví, una canción y un triste de Mariano Melgar, un vals, una “canción” y un huayno.

     El miércoles 25 fue el último día de grabaciones con dos diálogos cómicos y recitación dialogada grabados por A. Ayarza y L. Romero.

  Terminadas las grabaciones, Rambo y Althouse iniciaron su viaje de regreso embarcándose en el Callao rumbo a Panamá, pero se detuvieron en Colombia donde realizaron más grabaciones. Llegaron a los Estados Unidos en 11 de diciembre de 1913.

      Fueron 180 las grabaciones de música peruana las realizadas el mes de setiembre. La mayoría de ellas fueron prensadas en discos de doble cara de etiqueta negra y diez pulgadas de diámetro. 84 de ellas aparecieron en los 42 discos que figuran en el catálogo de 1914; 66 de ellas en 33 discos aparecidos en el catálogo 195/1916, y 4 en 2 discos en el catálogo de 1916/17. Las restantes no se prensaron en discos.

     Los géneros musicales más grabados fueron: vals (50), seguido por el yaraví (28), la marinera (22), “canción” (12), polka (10), resbalosa (10), tondero (8), huayno (5), mazurka (5) y triste (5).

      En cuanto a los intérpretes que más grabaciones realizaron está el dúo Almenerio-Velez que realizó 32 grabaciones (10 marineras, 10 resbalosas, 9 valses, 2 polkas y 1 “canción”), el dúo Velarde-Medina que realizó 30 grabaciones (14 yaravíes, 6 “canción”, 3 tristes, 3 valses, 2 huaynos, 1 mazurka y 1 “pasacalle”), el dúo Suárez-Espinell que realizó 24 grabaciones (11 valses, 5 marineras, 4 mazurkas, 3 polkas y 1 danza), el dúo Ramírez-Monteblanco que realizó 15 grabaciones (11 valses, 3 polkas y 1 “canción”), el dúo Escobedo-Núñez que realizó 14 grabaciones (10 yaravíes,, 3 huaynos y 1 serenata), la Estudiantina Chalaca que realizó 10 grabaciones (4 valses, 2 marineras, 2 polkas, 1 marcha y 1 tondero) y la Banda de la Escuela Correccional de Lima que realizó 9 grabaciones (3 marchas, 1 cachaspare, 1 himno, 1 marinera, 1 paso doble, 1 tondero y 1 triste y cachaspare).