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Licenciado en Educación - Historia por la UNMSM y diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el Conservatorio Nacional de Música. Estudios de Musicología en el Conservatorio y en la Universidad de Ginebra. Publicaciones: - El Misterio del Cóndor - Método de Guitarra Andina Peruana - Diversos artículos en revistas y periódicos. Conferencia Magistral sobre El Cóndor Pasa… en el VI Congreso Internacional de Peruanistas en el Extranjero. Georgetown University (ATP) Y diversas conferencias en el país. Actualmente está enfocado en investigar la historia de la música popular en la ciudad de Lima.
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domingo, 29 de julio de 2018

ABELARDO GAMARRA “EL TUNANTE”: EL HIMNO NACIONAL Y LAS FIESTAS PATRIAS


ABELARDO GAMARRA “EL TUNANTE”: EL HIMNO NACIONAL Y LAS FIESTAS PATRIAS


La canción nacional es un mito:
Los cholitos no saben más canción que aquella que dice:

                “Por un cerro verde
Bajan las ovejas
Unas trasquiladas
Otras sin orejas”


Abelardo Gamarra “El tunante” en “Rasgos de pluma”, recopilatorio de sus artículos de costumbres, publicado por primera vez en 1899, se percató que nuestro himno nacional no era cantado en las escuelas del interior del país. Y ciertamente no sólo en las escuelas sino también en los poblados habitados por quechua hablantes, cuyos oídos –antes de la llegada de los receptores de radio a pilas– estaban acostumbrados a la música sin semitonos (escalas andinas de tres, cuatro y cinco sonidos). Personalmente he sido testigo –en 1979, en una reunión de comunidades campesinas en Carhuaz, Ancash– de la dificultad de entonar el Himno Nacional. En esa ocasión, salvo algunos comuneros que habían sido “reclutas” (habían hecho el servicio militar obligatorio), nadie pudo entonar el Himno Nacional.

A continuación reproduzco para el deleite de todos “El 28 de julio en Pelagatos” artículo de “El Tunante” inserto en el libro En la ciudad de Pelagatos, N° 46 de la Biblioteca Peruana PEISA, publicado en 1973.

EL 28 DE JULIO EN PELAGATOS

                El sol de julio de 1892 encuentra dividida a la familia pelagatuna: ha sido calificado en el Congreso don Fulano y su dual, don Zutano, está fregado: he aquí el resumen de nuestra libertad. La fregadura de don Zutano refluye en sus hijos, en las mujeres de sus hijos y en todos los animales, puros e impuros que pensaron embarcarse con él en el presupuesto nacional y echarse a nadar en el mar de las conveniencias particulares. 

                Tienen perdida la Alcaldía y con ella todos los puestos municipales; item más, don Zutano está endrogado hasta las orejas, pues para sostener su candidatura, especie de mayordomía de fiesta, ha tenido que empeñar las alhajitas de la señora y que vender la cosecha del año. 

    No le queda más esperanza a don Zutano que aguardar el primer cambio político que favorablemente se presente, para meterse a partidario del primer coronel o sarjento que quiera echar abajo a los que están arriba con cuyo motivo establece correspondencia con aquellos que juzga capaces de subir al candelero.

                No es posible, dice, que subsista "este orden de cosas", porque el único "orden de cosas" que a su juicio debla subsistir, es aquel en que hasta su mujer tuviera sueldo. Ya no podrá terminar la compostura de su casa a costilla de los pobres Indígenas, ni verá llegar, por empeños, las gallinitas, las ollitas de leche, la leña, los cuyes, las chauchas, ni los choclos: el nuevo orden de cosas pasa a nuevas barrigas: la omnipotencia municipal. ! Y eso de trabajar después do estar acostumbrado a vivir a costillas de todo el mundo y a aquello de tener todos los ramos del Concejo como otras tantas entraditas para la familia, es un "orden de cosas" muy fregado.

Perdidas las elecciones y con ello la influencia inmediata, no queda otro recurso que ensillar el caballo y largarse a la chacra. Esto hace don Zutano y esto hacen los más comprometidos de sus amigos. Sólo quedan en Pelagatos don Fulano y los nuevos gansos del Capitolio; toda la parentela de don Zutano, llena de deudas y de pobreza: hambrienta, por supuesto de lo que buenamente caiga.

Triste, tristísimo 28 para don Zutano; risueño y alegrísimo para don Fulano.

El triunfo en el Congreso significa 6 años, por la parte que menos, de predominio en la provincia; seis años de poder conseguir subprefectos y acomodaticios; jueces complacientes; maestros y empleados, todos de casa.

Abandonan la población los partidarios del representante chiflado y comienzan a llegar los ausentes de la familia triunfadora.

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que faltemos al voto solemne
De mamar hasta más y mejor.

Largo tiempo el estómago escuálido
Largo tiempo en silencio gimió:
Mas apenas el grito sagrado
De "¡A mamar!" desde Lima se oyó;
Cuando tuti le cuanti gandules
¡”A la teta!” dijeron desde hoy.

Entonando este verdadero y legítimo himno nacional, llega, desde sus haciendas y chacritas, la falange de los nuevos patriotas, el 27 de julio por la tarde.

A las siete de la noche nadie se acuerda en Pelagatos del 28, y digo nadie, refiriéndome a la gran mayoría del pueblo, que descansa tranquilo como en otro cualquier día del año.

Sólo en casa de don Fulano ha habido merienda y mantel largo y en ella están el cura, el juez, el subprefecto y las mujeres e hijas de estos personajes.
Los principales capituleros del partido, le están también tomando la cerveza al futuro señor.

 Van y vienen criados por los corredores de la casa alumbrándose con velas de sebo; en la cocina a la claridad de grandes fogatas pelan gallinas, matan  cuyes, ponen e hervir jamones y despabilan sendas ollas de papas, multitud de chinos y cholos, mientras en la sala sigue la borrachera.

Algunos infelices arrieros, propios o peones, acurrucados cerca de la puerta del comedor reciben en su millca pedazos de pan sobrados de le mesa y uno que otro hueso mal roído.

El patrón se presenta ente ellos un poco charamusco, y les dice con énfasis “vaya pues indios, ya ganamos los hemos fregado e los Zutanos yo soy el Alcalde".
—Así será, señor, contestan los pobres poniéndose de pié, arrojando el sombrero al suelo y limpiándose la boca con la manga.

"Desde mañana todos tienen que venir aquí, agrega el amo, vamos a techar la iglesia, reparar goteras de la cárcel, a mudar los palos del puente y para eso hay que traer madera, echillín, tejas, rastras de magueyes, cargas de cortadera, y el que no traiga Irá a la cárcel. Todo se debe de depositar en casa”.

— Así será, señor, vuelven a repetir los pobres indios.

Llega la música del pueblo e interrumpe este patriótico diálogo.

 El copeo está en lo mejor. El cura rompe el baile con la mujer del dueño de casa.

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que dejar de bailar el primero
Taita cura que es de asta y rejón

La casulla del cura
Se deshilacha
Por los ojitos negros
De una muchacha


Al cura sigue el Sub-prefecto con la curaca.

Cómo me gusta tu guachambé.

En seguida el Juez de 1ª. Instancia con la hija mayor del futuro Alcalde, una berraquita remonona, más coqueta que la Dama de las Camelias. Al Juez de la. Instancia le quita la pareja el hacendado número uno, que es el piquín de la susodicha.

Los criados llaman a esta sujeta, la Niña.

En la segunda fuga, la madre de la niña o sea la dueña de casa, le quita la pareja, lo que todos celebran con palmadas. Aquí el hacendado se desconchinfla y florea lo más que puede. Por último, el Alcalde deja a un lado la pareja de su mujer, y termina la primera tanda de la jarana. ¡A cantar la canción, señores!— exclama el borracho.

— Eso es, eso es. ¡Hip, hip! ¡hurria! contestan todos.

     ¡A dar vuelta a la plaza!

—Eso es, eso es, ¡a la plaza!

Y los criados sacan faroles, y con la pequeña banda a la cabeza, armados de botellas, salen los hombres en pelotón, entonando en el más infernal desconcierto el himno nacional. En cada esquina se toca marinera y se lanzan dos o tres ¡vivas! en este orden: 1° al Candidato, 2° al Sub-prefecto, y 3° al Presidente de la República. Nadie se acuerda de la patria ni de sus fundadores.

—¡Viva mi patrón don Fulano!— dicen algunos borrachitos del pueblo.

— ¡Viva! —contesta el pelotón y sigue la marcha.

—Muera el indio Zutanol— gritan al pasar por la casa del candidato caido, sacando revólveres y disparando algunos tiros.

—Mueraaaa!

—Copa, copa, señores, exclama el más de voto de la botella y la copa circula entre los del baile, que son los únicos que chupan, pues los demás escupen, a no ser que extiendan la mano y digan:

—Patroncito no me da Ud a lamber el vaso?

—Vaya, indio, contesta entonces algún generoso señor, metiendo el pescuezo de la botella  por la boca del limosnero, que, a grandes sorbos, traga lo más que puede, volviendo a decir por gratitud:

— iViva mi patrón don Fulano! (añau, agrega lamiéndose, como para abrir la apetencia de los demás infelices que tragan entretanto, saliva).

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que dejar que se chupen el dedo
los que visten de lana o manfor.

Terminado el paseo, regresan a la casa y se renueva el baile.

Llega la aurora del 28 de Julio y ya no hay cabeza que esté en su sitio: mujeres y hombres, todos en punto de caramelo, resuelven entonar el himno nacional.

—Que cante doña Pancha la primera estrofa

Doña Pancha no se hace de rogar, y llama a su alrededor a sus comadres. Las comadres rodean a doña Pancha y con voz de matraca rompen con la siguiente estrofa:

Largo tiempo el peruano ominoso
La oprimida cadena alargó,
Condenado gimió largo tiempo
La ominosa cadena arrastró;

Más apenas sus costas oyeron
¡Libertad! largo tiempo gimió
La humillada indolencia sacude
La cerviz Libertad levantó

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
(Que dejar de tomar aguardiente
en botija, en botella o perol).

—¡Qué bien canta mi comadrita dice el cura, abrazando a doña Pancha.

A ver, a ver un cachasparri, agrega el señor Vicario, levantándose la sotana; y aquí entra lo mejor, pues si doña Pancha no sabe la canción nacional, lo que es en cachasparri no hay quien la gane en la Provincia. Doña Pancha arroja a un lado el pañolón y comienza la rueda.

Por el cerro verde
Bajan las ovejas.
Unas trasquiladas
Y otras sin orejas.

Flor de papa
Flor dr papa
Flor de papa.
Tanta china
Corba mapa.

Flor de choclo
Flor de choclo
Flor de choclo
Tanto cholo
Motorocho

La cinta morada
La tejen los moros
Y tú la destejes
Con tus malos modos.

Uás, uás,
Arrímalo  para atrás.
Sás, Sás
Qué bonito está el compás.

Al Cura sigue el Juez, al Juez el Alcalde y al Alcalde todo el mundo, porque la danza es lo que más entusiasma a la reunión.

Ni más vuelven a acordarse del 28 de Julio, ni de la canción nacional.

Sigue la jarana, llega la hora de los ponches, del caldo de cabeza, y de los huevos duros y de la casa del Alcalde pasan los convidados a la casa del Cura, con música y bagajes. Allí se almuerza y se soba el mote hasta el segundo día, mientras por las calles arrea el pobre su burrito y la mujer del pueblo hila el copo de lana.

El 28, como todas las fiestas, como todos los goces, como todas las mamadas, están sólo para esa clase presupuestívera que pasa los días de nuestra independencia, como decía una señora de mi tierra, pensando en sacarle algo a su mamá la Patria y a su taita el Gobierno.

Somos libres, seámoslo siempre
Antes niegue sus luces el Sol,
Que faltemos al voto solemne
De mamar hasta más y mejor.

Largo tiempo el estómago escuálido
Largo tiempo en silencio gimió:
Mas apenas el grito sagrado
De "¡A mamar!" desde Lima se oyó;
Cuando tuti le cuanti gandules
¡”A la teta!” dijeron desde hoy.