LA AURORA DE LA PALIZADA
Precisamente,
en los dolorosos tiempos de la guerra es donde debe buscarse el verdadero
origen de la palizada que degenerara tanto después. Tal vez la costumbre
legitima de caminar en pandilla, de mortificar al transeúnte, de buscar pleito
a cualquiera, tuvo su origen en una bella iniciativa de una serie de mozos
mataperros de Lima, de familias decentes, quienes, durante la ocupación, se
ocuparon de fastidiar al vencedor, de golpearle y ridiculizarle donde podían,
organizando tretas y trampas para que cayera y procurando llevar a los
oficiales a terrenos donde tuvieran que luchar cuerpo a cuerpo. Muchos nombres
se recuerdan en Lima de mozos que durante la ocupación, olvidando sus antiguas
mataperradas, se decidieron a amargar toda fiesta en que el vencedor se
entregara al regocijo, ideando diabluras y mataperradas sin cuento. Los
chilenos, según cuenta la leyenda, andaban desesperados con estos mozos que no
les dejaban tranquilos.
LA VERDADERA PALIZADA
La palizada,
tal como apareció en Lima con todo su cortejo de calamidades, fue posterior a
la guerra y tal vez, como decimos, tuvo su origen en aquella reunión de mozos
que se ocupaba en amargar los goces del vencedor. Se conservó la costumbre,
pero ya sin el simpático fin que tuviera y Lima padeció, durante varios años,
las insolencias de un grupo de mozos, bien plantados, algunos de ellos
pertenecientes a distinguidas familias, que hacían gala de su fuerza, de su
destreza para trompear a cualquiera y que armaban en cafés y restaurants y
teatros, mayúsculos escándalos. Entonces nació la era inacabable de los cabes, cabezazos, contrasuelazos, y cargamontones,
sistema empleado en casos de apuro, lanzándose todos contra el infortunado que
había logrado golpear a uno de los de la palizada.
Los faites, porque entonces nació el tipo genuino del faite, se
hicieron temer sobremanera, y abusaron muchísimo tiempo de su situación,
alcanzando celebridad. Muchos de ellos, bien dotados por la naturaleza, tipos
bellos y finos verdaderamente, tenían dones de atracción personal
incuestionable y lastimosamente perdieron sus condiciones, dándose al vicio y
viviendo una vida notoriamente desagradable é inferior.
EL FAITE
El faite genuino tuvo hasta indumentaria característica. Usaba sombrero
suelto, saco cruzado, pantalón a la Waterloo, y era amo en el teatro, señor de
toda señoría en Acho y dueño de todos los corazones que se ponían en alquiler
en la ciudad. Abusivo y fachendoso, complacíase en golpear a cuanto desgraciado
se ponía a sus alcances, tenia terminajos propios, se reía de la policía, era
temido en comisarías y lugares de detención, y amado de las casquivanas dejó
que su vida trascurriera en un bullicioso y gastador aturdimiento. Pintoresco
dentro de sus daños, y gracioso dentro de sus defectos, el faite constituyó en
Lima una personalidad saltante que despertaba la curiosidad y llamaba
sonoramente la atención. Conservador, eso sí, de los gustos criollos, era
enemigo personal de los caballeritos, detestaba el tongo y el chaqué, se
burlaba de los sietemecinos elegantes, puso cátedra de trompeo, y reinó como un
pachá en los barrios del bronce, resucitando algunas viejas leyendas,
jaraneando en huertas a las que llevó algo de la antigua sangre ligera y del
viejo donaire criollo.
Quimboso, y lleno de
dicharachos, asustaba por los grandes mostachos, el empaque para amenazar, el
movimiento agresivo que tenía en sus actitudes todas, y la voz campanuda,
sombría y terriblemente mosqueteril, por su exageración y su tono. Entre los
faites de aquellos tiempos, hubo muchos que, como en los viejos tiempos del
“mozo malo”, pertenecían a distinguidas familias, de las que fueren niños
mimados.
Infinidad de anécdotas se cuentan de estas palizadas originales, que
circulaban por las calles centrales, rompían vidrios, golpeaban a la policía,
se metían a los teatros y en general a todos los espectáculos sin necesidad de
billete, y eran el terror de empresarios, padres de niñas pobres y mujeres
desgraciadas.
EL FAITE INTELECTUAL
No faltó siempre, desde los remotos tiempos del mozo malo, hasta los
relativamente inmediatos del faite, el tipo intelectual que improvisaba coplas,
era el poeta de la partida, hacia versos, escribía la letra de los cantares de
la palizada y gozaba de ascendiente entre los de “su cuerda”.
LA MULTIPLICACIÓN DE LAS PALIZADAS.
Tan detestable y pintoresca costumbre creó, por espíritu de imitación,
una serie de palizadas en diversos barrios, y así hubo la palizada de Abajo del
Puente, la palizada de los Naranjos, la palizada de la Chacarilla, la palizada
de las Nazarenas, y hasta los muchachos de los barrios organizaron sus
palizaditas. En la palizada siempre había alguno que era respetado por todos.
Era el más faite, el gallo para echárselo
a cualquiera llegado a la alta
categoría superior, por su garbo, su suerte con las mujeres, y sobre todo
porque en un día le había pegado una tanda formidable al Cabezota o al Tripa larga,
famosos en tal o cual barrio. Se acostumbraba también que una palizada fuera de
un barrio a otro, se organizaban desafíos, y el día menos pensado en la noche
se sentía en el barrio un estrépito formidable de golpes, juramentos, e
imprecaciones.
Las personas
salían de sus casas, los muchachos gritaban, se armaba una batahola infernal, y
cuando alguien preguntaba por qué se armaba
tal lio, la respuesta era infalible: “Son los de la palizada de
Nazarenas, que se han venido esta noche”. Y así sucesivamente.
Entre las anécdotas curiosas que hemos oído relatar sobre la palizada,
se cuentan algunas graciosísimas, como aquella en que, según la leyenda, los
faites, que caminaban con un aire especial por las calles del centro, a lo
mejor sacaban sus cuchillos, que según frase de ellos mismos “eran pura vista”,
y los afilaban con aire facineroso en el sardinel de la vereda.
EL FAITE DE COLOR HONESTO
El éxito de la palizada llevó a mucha gente de medio pelo a organizar
también palizadas, color chocolate, que campeaban también en ciertos barrios,
hacían barbaridad y media, golpeaban a los pulperos, les daban palizas
formidables a los chinos, y continuando enorgullecidos la leyenda de los faites
de alto copete, se daban grandes aires conquistadores y señoriales. Raro era el
barrio donde no había dos o tres callejones sin su respectiva palizada, la que
tenía preocupados a los pobres cachacos que creían cumplir su deber con el alarmante
fiuli del pito que casi nunca daba
resultado.
LAS PALIZADAS ESCOLARES
Cosa curiosa, pero lógica dentro
de la sicología infantil y adolescente, era el afán de imitación de los
faites que tenían los muchachos de los colegios, que luego en sus barrios
organizaban sus palizadas con todas las características de las grandes,
hablaban imitando el tono sipilitriple,
sabían lo que era un huacarinazo,
conocían de memoria la historia de los
más grandes faites de la leyenda limeña criolla, se preciaban de
parecerse at tal o cual célebre faiteman,
se daban el pisto de hablar de ellos como si fueran íntimos amigos, se
enorgullecían con que se les creyese tan faites como los más faites de la
ciudad, y andaban a la salida del colegio llenos de guaraguas, decires y
quimbosas actitudes.
UNA ANECDOTA TERRIBLE
Entre las diabluras verdaderamente espantosas de los faites, conocemos
una auténtica de un sabor verdaderamente macabro y que podría servir para
argumento de un cuento enfermizo, en que se hiciera la sicología torcida y
enrevesadamente malévola de algún degenerado. Se trató en cierta ocasión del
velorio de una criatura, el clásico “velorio” en que el compadre debía hacer
los gastos, correr con el entierro y acudir compungido y pesaroso a la casa de
la comadre, donde a la media noche se formaba una parranda silenciosa, aunque
parezca paradójico, pues si es cierto que no se bailaba ni se cantaba, en
cambio circulaba el licoreo que era una bendición. El compadre era un faite legítimo. Acudió
efectivamente, y a la media hora, sin que nadie lo pensase, se armó una jarana
con todas las de la ley. En el cuarto vecino, la criatura, que había muerto a
los pocos días de nacer, yacía rodeada de lámparas de aceite, velas y demás
accesorios fúnebres; en el fondo una gran olla contenía hirviente y suculento
el caldo de gallina que se daría en la madrugada a los veladores. El licor
nubló el cerebro del “compadre” y cuando estaban en lo mejor de un tristecito
en que se cantaba el dolor de una madre que perdía a su hijo y se consolaba con
pisco, se introdujo al cuarto donde yacía la criatura, la cargo, se metió con
ella al corralito donde hervía el caldo y ¡zás! la echó en la paila. Luego se
quedó dormido. Despertó con un escándalo formidable, gritos de mujeres, llantos
desgarradores, y entonces se dio cuenta de la estupidez que había cometido. La
madre, al ir a espumar el caldo, se encontré con algo—que no era precisamente
un pollo—envuelto en telas; se alumbró con una vela y ¡horror! sacó
semisancochado el cadáver de la criatura. Ignórase el resultado y, como en un
cuento macabro, se ignora también si alguien se tomó el caldo.
DECADENCIA DE LA PALIZADA
La gran cantidad de imitadores concluyó con la fama de los faites, y
comenzaron a surgir mozos fuertes y bravos que en más de una ocasión bajaron el
moño a los clásicos. Una avalancha de mocitos apechugó con lo que se le puso
delante. Los clásicos optaron por formalizarse a medias, muchos se retiraron in
tiempo y la cantidad de gente verdaderamente baja y mala que hizo papel en el
género, malogró lo pintoresco, debilitó la acción conjunta, dió pábulo a que
fueran subvencionados por lugares de juego, de diversión y de licoreo, se
“abragó” la cosa, como ellos dicen y nos encontramos un día con que no se podía
deslindar ya entre el “faite”, el guardaespaldas y el apaleador de oficio, que
aparecía en las épocas álgidas de la política, organizaba palizadas
eleccionarias, pegaba a las mujeres que se abandonaban a sus cuidados, y vivía
mala y vergonzosamente.
Ya en estos últimos tiempos no hay palizada. Los que tienen sicología
de faite hacen su vida como pueden, viven relativamente aislados, alquilan su
fuerza si es preciso, y salvo dos o tres genuinos representantes de los tiempos
medios que eran malos porque si, sin interesada malevolencia y que hoy se
quejan de lo infame que es la vida en Lima, puede decirse que ha desaparecido
por completo la palizada. A, pesar de todos sus defectos y de todos sus daños y
sus vergüenzas, justo es confesar que la palizada fue pintoresca, graciosa, algunas
ocurrencias felices tuvo, pero que día a día degeneró hasta convertirse en algo
imposible y verdaderamente ingrato, Sostenedores de lo criollo, el “folklore”
nacional le debe algo en justicia, y no es raro encontrar en la musa popular
muchos cantares que fueron obra exclusiva del faite.
PICWICK
2. Autor teatral y compositor
Según el historiador Jorge Basadre, en el Teatro Victoria de la calle Orejuelas, se estrenó
el 8 de febrero de 1911 una revista con letra y música de Alejandro Ayarza
titulada Música peruana (Basadre 2014 T.17:106). Esto es algo que no hemos podido confirmar.
Alejandro Ayarza compuso un vals que es infaltable en el repertorio de los criollos "La Palizada". Este vals fue grabado por el dúo Montes y Manrique en la serie "P" N° 16 de la disquera Columbia. El primer lote de discos discos llegó al Perú a fines de 1911. En ese lote estaba "La Palizada".
El 29 de octubre de 1912 en el Teatro Victoria se estrenó la Zarzuela nacional C.D.P. de Alberto Seminario. Entre los números de música figuraba una original marinera del señor Alejandro Ayarza "que mereció los honores del bis", según informó "La Crónica" del 30 de ese mes.
El estreno de la "zarzuela de música y costumbres nacionales" "Música peruana" se anunció en el diario "La Crónica" del 28 de noviembre de 1912, en los términos siguientes:
VIDA TEATRAL/ TEATRO VICTORIA/ ESTRENO DE UNA OBRA NACIONAL/ Hoy en este Teatro subirá escena una zarzuela de música y costumbres nacionales, composición y letra del popular y chispeante Alejandro Ayarza. Personas que han asistido a los ensayos nos aseguran que la obrita ha de gustar al público por la comicidad de sus situaciones y por el marcado sabor criollo. La obra se titula “Música Peruana” y ya sabemos que con ella “se resbala cualquiera”.
"Música peruana" tuvo mucho éxito y pronto pasó al Teatro Mazzi, esta obra se siguió presentando durante muchos años.
El 13 de enero de 1913, en el Teatro Mazzi, se estrenó PILSEN – LIMA zarzuela de costumbres de Alejandro Ayarza, y en el Teatro Municipal del Callao el sábado 15 de febrero.
 |
"El Comercio" 27.01.1913 |
En setiembre de 1913 los técnicos de la Victor Talking Machine Co. realizaron grabaciones en Lima. El día 9, Alejandro Ayarza con el actor Luis Romero, grabaron cuatro "diálogos cómicos": "El borracho y el inspector" (de "Musica Peruana, escena comica."), "Los compadres" (de "Musica Peruana, escena comica."), "Los dos serranos" ("Diálogo y huaynito de Música Peruana" y "Entre coletas". El día 25 grabaron dos más: "La tamalera y el emolientero" y "Los macarrones".
"Los dos serranos se puede escuchar" haciendo clik en:
El 19 de enero de 1915 se estrenó, en el Teatro Mazzi, "Un paseo en burro". |
"La Crónica" 20.10.1915 |
3. El militar Como se sabe Alejandro Ayarza perteneció a las fuerzas armadas peruanas, llegóa obtener el grado de Mayor.
A fines de agosto de 1916 se inció una huelga de tarbajadores agrícolas en Huacho. Como la huelga comezó a generalizarse, el 01 de setiembre de 1916 llegó a la ciudad de Huacho un tren con 170 militares armados al mando del prefecto de Lima coronel Edgardo Arenas. El 2 de setiembre debía realizarse unas reunión entre los hacendados y los trabajadores. Los hacendados no asistieron a la reunión y eso desaencadenó la ira de los tranbajadores. Según señala el historiador Julio Solorzano Murga:
"después de casi una hora de protesta un contingente de militares al mando del alférez Ayarza, intenta reprimir a los manifestantes haciendo uso de sus armas de reglamento se enfrentaron a la masa trabajadora muriendo dos jornaleros campiñeros don Ernesto Villanueva Maturrano de Luriama y don Cayetano Romero Chinga de Hualmay" (https://anarquismoperu.noblogs.org/post/2010/10/28/movimiento-sindical-en-huacho-ano-1916-1917-parte-1/)
Como resultado de ese enfrentamiento Alejandro Ayarza resultó herido y trasladado a Lima
 |
"El Comercio" 13.10.1916 |
Aunque pocos lo mencionan, este pasaje de la vida de "Karamanduka" y su pertenencia a la palizada han quedado como un baldón.
4. HOMENAJES
En 1944, al cumplirse 35 años del estreno del vals "La palizada" se organizaron varios homenajes. El 5 de junio de 1944 "un grupo de amigos le tributó homenaje en el Teatro Segura. En el diario "La Crónica se publicó lo siguiente:
EL HOMENAJE A ALEJANDRO AYARZA "KARAMANDUKA"
Hoy día, en funciones de vermouth y noche, va a realizarse, en el Teatro Segura el homenaje que un grupo de amigos ha organizado a Alejandro Ayarza "Karamanduka", prometiendo alcanzar un buen éxito. Ayarza, el popular compositor, entre otras piezas, del famoso vals "La Palizada", y autor de varias obras teatrales, es un personaje limeño que no necesita presentación. Criollo de pura cepa, formó parte de ese grupo tan popular hace algunos lustros conocido por el nombre de "La Palizada" junto con otros personajes conocidos en nuestro medio, Augusto Paz, Jesús Menacho, Pepe Ezeta y Julio Pastor. En el programa que se ha hecho para el homenaje de hoy se pondrá en escena la revista nacional de costumbres criollas titulada "Música Peruana", en tres cuadros, de cuya música y letra es autor Ayarza. Seguidamente, ofrecerá el homenaje de la Guardia Vieja, el decano de los cantores criollos, César A. Manrique, para terminar con la escenificación del popular vals "La Palizada", con fondo musical del sexteto "Los Chalanes" que dirige Lorenzo Humberto Sotomayor. Van a intervenir en este programa conocidos elementos del teatro y de la radio que en esa forma se asocian al homenaje a "Karamanduka". Estos artistas son: Carlos Ego Aguirre, Paco Andreu, Perico García, Antonia Puro, Luis Mendoza, Enrique Barrios, Carlos Revolledo, Fco. del Pomar, Manolo García, Charito Ureta, los Hermanos Sousa, los hermanos Oxley, etc. Con mucha propiedad será presentada la jarana criolla de la Lima de otros tiempos con sus caracteres típicos que la han hecho famosa.
El periodista Juan Gordillo Arias escribió lo siguiente:
Está ad portas el homenaje que los peruanos tributarán a Alejandro Ayarza, uno de los más genuinos intérpretes del Cancionero Nacional, paladin de él y gonfalonero de sus arpegios en el extranjero...
Perteneciente a aquella pléyade de criollos que afianzaron nuestro nacionalismo dentro del ritmo edificante de sus composiciones, el homenajeado no solo constituye un fiel exponente de ella, sino la supervivencia de ese bello sentimiento de ufanarse legitimamente de haber nacido en este suelo pródigo y hospitalario como el que más.
Alejandro Ayarza, al igual que sus congéneres, enriqueció nuestro álbum musical con sus composiciones, eran los tiempos de guitarra bicolormente embanderada al brazo y el puro de lca—no el lanza llamas como el de ahora—en el bolsillo del pantalón. Los barrios más famosos de la capital pugnaban en lucha noble y caballeresca por la primacía de sus cantores y de sus composiciones; y en escenarios teatrales, familiares, callejoneros o de media mampara, al aire libre, la contienda adquiría aspectos de rivalidad edificante. ¿Quién ha de olvidar "Mercedes", "Alejandrina" "El 29 de Mayo", "La Palizada", "Las Calles de Lima", "Luis Pardo", "Andarita", "Tus Ojitos", "Pobreza"...?
Los conjuntos de las galladas bajopontinas, con los Paulsen, los Andrade, los Ferreyros, los Manrique y otros, llevaron más de una vez en sus filas a Karamanduka; y la picardía ingénita del limeño, paseose en todos los confines de la pequeña urbe capitalina de aquel entonces. Monserrate, La Palma, La Torrecilla, La Rivera, el nuevo Chirimoyo, la nueva Victoria, las 5 Esquinas, El Cercado, La Toma, Pampilla, Malambito, La Confianza, La Carretera del Gas, La Medalla, La Rivera, Contradicción. Malambo, Naranjos, La Huaquilla, el Carmen Alto, los Descalzos, abrieron sus puertas al igual que las huertas del Rimac, a esos portaestandartes del criollismo nacional.
Serenatas, sentimentalmente ejecutadas, ya con la lluvia mojando a los cantores o con la presencia de numerosos curiosos en una noche tranquila, ávidos de captar el nuevo "vals" y presenciar la sugestiva jarana, observando la primera educada, la segunda perfecta y admirando a la mano broncínea que a las 5 de la mañana, le sacaba el "jugo" al cajón y hacía bailar las ibéricas castañuelas, con los niños de la palizada.
Así se enriquecía el Cancionero Criollo; así se robustecía nuestro nacionalismo; así lloraba el criollo o lanzaba sus imprecaciones con el sentimentalismo de su ritmo ambiental, para decir con Arzola, en su vals "Alejandrina", "infame.... sin conciencia y alma negra que hieres al más puro corazón. ¡Tarde será cuando llores tu desgracia...!" o cuando José Herrera, deleitaba a los turfman entendidos: "no ha habido... ni habrá otro superior. Es el orgullo del turf nacional..."
Eran los tiempos de apogeo de la musica nacional, porque quienes la difundían, amaban todo lo peruano y eran peruanos de corazón. No faltó la replana; la lengua de los antiguos negros peruanos; y así el blanco fraternizaba democráticamente con el negro y el indio. El ánima rodante de cuatro tabas, por el coche con llantas; el ánima de dos tabas chicueñita que rema en el terrum, por el ave lista para el estofado; el ánima que se vea en el charco grandimio; por el pescado; el palo trinador y el paliso de cuatro tabas, por la guitarra y la silla; la lancha gira espumante, por la cerveza; el feligrés grandimio aparrado a los rayos colorines, por el blanco repleto de libras; la feligresa de crisoles almendrados, por la injerta pícara y entonada; el negro amito le aconfianza el acero pulido al ánima de dos tabas, por el negro amigo le coloca la navaja al gallo; uva gancho, por siga amigo, cinco feligre, por sí amigo...
!Loor a Alejandro Ayarza, el Gran Kararnanduka, y a los criollos que como él, sintiéndose orgullosos de ser peruanos, difundieron su música en el suelo nacional y en países extranjeros...!
Juan Gordillo Arias
 |
"La Crónica 5.06.1944" |
El 19 de junio se realizó un nuevo homenaje en el Teatro Apolo. "La Crónica informó así":
APOLO –HOY – Grandes funciones de Homenaje de los BARRIOS ALTOS al criollísimo y más puro exponente del costumbrismo limeño Sr. Alejandro Ayarza “Karamanduka”
La Revista Nacional de costumbres criollas
MUSICA PERUANA
Con los 4 ases del Teatro Nacional: Revolledo – Teresa Arce – Andreu – Puro
Estreno de “LA PALIZADA” escenificación del popular vals de KARAMANDUKA Rosita Passano – Hnos. Govea – Dúo Catter – Romero.
Debut del sexteto criollo “LOS CHALANES” que dirige L. H. Sotomayor
Orquesta del profesor Nibaldo Soto Carbajal
En 1947, Jaime López Raigada publicó 32 reportajes y una crónica, libro en el que uno de los reportajes está dedicado precisamente a Alejandro Ayarza.
 |
32 reportajes y una crónica. López Raigada, 1947 |