martes, 15 de octubre de 2024

EL PERÚ EN LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE PARÍS EN 1878

 

Fachada del pabellón peruano - París 1878
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    Las exposiciones universales fueron eventos que, desde su inicio, se convirtieron en acontecimientos mundiales. Sirvieron principalmente para que las países que las organizaron pudieran mostrar su avance tecnológico, producto de la revolución industrial y la consolidación del capitalismo y su “superioridad” en relación a los demás países del mundo.

        La primera exposición universal fue la de Londres en 1851 y a ella le sucedieron una treintena de exposiciones (París 1855, Londres 1862, París 1867, Viena 1873, Filadelfia 1876, París 1878, 1889, entre otras) hasta llegar a la de París de 1900 que fue un punto culminante por sus 80,00 expositores y 50 millones de visitantes. Ese período fue considerado la “época de oro de las exposiciones”.

    Las exposiciones tuvieron tanto éxito que en el Perú, con motivo de celebrar el cincuentenario de la independencia nacional, el Presidente Balta, en 1869, proyectó la construcción del Parque y "Palacio de la Exposición" que recién se terminó en 1872. El 1° de julio de 1872 se inauguró allí la primera Exposición Nacional. 

"El Correo del Perú" 30 de julio de 1872

    Volvamos a las Exposiciones Universales. Durante el período 1851 - 1900 el Perú participó en algunas de ellas: en Londres en 1855, en París en 1867, en Viena en 1873, en Filadelfia en 1876, en París en 1878 y 1900 y, aunque no se tienen detalles de la mayoría de ellas, de la participación del Perú en la Exposición Universal de París de 1878, se tiene dos publicaciones: El Perú en la exposición universal de París, de 1878 (gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale de France) libro escrito por J.H. Martinet “comisario” peruano encargado de ella (Martinet era profesor de la Escuela de Ingenieros civiles y de minas y director de la “Revista de agricultura”) y el libro América Central y del Sur en la Exposición de 1878 escrito por Clovis Lamarre y Charles Wiener. 

    Martinet nos da a conocer que las exhibiciones peruanas fueron deplorables. Para la de 1878 se formaron dos comisiones: una en Perú para despachar los productos y otra en París para recibirlos. La comisión en Perú había oficiado a los prefectos de todos los departamentos para que envíen muestras de sus productos, pero sólo respondieron dos. 

    Al abrir los cajones con los productos enviados desde El Callao, la comisión en París, se percató que los objetos que se mandaba habían sido 

“tan mal y mezquinamente embalados, que la mayoría de ellos y desgraciadamente los más importantes, como era, por ejemplo, la valiosa colección de minerales formada por Raimondi, se hallaban enteramente destrozados” (Martinet 1880:27,28). 

    Para salir del apuro, los miembros de la comisión en París salieron a la caza de productos u objetos manufacturados del Perú que pudieran encontrar entre sus conocidos y amigos para tratar de presentar algo coherente con el espacio que se les había asignado: 40 metros cuadrados. Algunos miembros de la comisión aprovecharon para introducir productos chilenos y ecuatorianos en el pabellón peruano.

    La fachada del Pabellón peruano fue construida por el arquitecto Alfred Vaudoyer, bajo las indicaciones de Charles Wiener quien había llevado a París una colección de objetos reunidos durante el viaje que realizó al Perú y Bolivia entre 1876 y 1877.  Martinet la describe así:

"La formaban tres pórticos (dos en la fachada frente á la República Argentina y uno en la frente á la Persia) imitados de los antiguos palacios cuyas ruinas se ven en Huánuco-Viejo, construidos con grandes pedruzcos de arenisca y adornados con bajo-relieves en los cuales eran esculpidos pumas, ó leones de la Cordillera. El friso superior era adornado con decoraciones variadas tomadas de los bajo-relieves de la puerta monolita de Tiahuanuco, y amoldadas en yeso segun los dibujos de M. Ch. Wiener. Entre los pórticos y los pilares de las esquinas los espacios estaban construidos de aparatos ciclópeos, esto es formados de una albañilería poligonal. En esos espacios se habian reservado nichos semejantes a los que se observa en el antiguo palacio del Cuzco, conocido bajo el nombre de Colcampata. Estos nichos estaban coronados por el Dios Sol de la puerta de Tiahuanuco" (Martinet Op.cit.:54). 

    Lamere y Wiener escribieron lo siguiente:

“En la fachada de la exposición peruana, el arquitecto había previsto nichos para dos antiguos guerreros que, ataviados con trajes auténticos anteriores a la conquista, habrían completado y dado vida al conjunto veraz y pintoresco de esta fachada. Estos guerreros fueron colocados allí y custodiaron el palacio del 30 de abril al 15 de mayo de 1878. Ese día, a las seis de la mañana, abandonaron sus puestos de honor y se dirigieron a la sala de ciencias de la misión francesa. Este cambio tiene una razón etnográfica y, como este fenómeno ocurrió entre nosotros, es tanto más curioso. Los numerosos miembros de la colonia peruana en París se rebelaron al ver a los dos guerreros y apelaron al honorable ministro del Perú, señor J. M. de Goyeneche. Declararon que Europa podía sospechar que el Perú estaba habitado por gente pintoresca como estos guardias, mientras era notorio que toda la buena sociedad estaba vestida por Alfred Godchaux y la Belle Jardinière [uno de los más prestigiosos almacenes de ropa de París]No prevaleció ninguna razón; ni la opinión científica del autor de la fachada, ni el razonamiento artístico del arquitecto, ni la opinión favorable de los demás miembros de la Comisión. “El señor de Goyeneche tuvo que ceder ante el ardor y la insistencia del patriotismo sudamericano” Citado en:  ©Les Merveilles de l'Exposition de 1878. Disponible en:
https://www.worldfairs.info/expopavillondetails.php?expo_id=25&pavillon_id=2635&_gl=1*nmb6t0*_ga*MTg4NjA2ODQ0My4xNzI4ODU5MzU3*_ga_X145T0SS8F*MTcyOTAzMDAzNy40LjEuMTcyOTAzMDA4MS4wLjAuMA..)

    Como se desprende de lo anteriormente expuesto, los peruanos residentes en París no aceptaron la presencia de los maniquíes representando a los guerreros "con vestidos auténticos de los que se usaban antes de la conquista" (Martinet 1880:54) y los cambiaron por el maniquí de una "tapada" a la que, por supuesto, no le faltaba ni el abanico. 

    El Perú, en Paris, en 1878, no pudo exponer lo mejor de su producción agrícola, mineral ni cultural. Martinet se quejó amargamente:

“El verdadero objeto del Perú, al participar en la Exposición Universal, no era mostrar una o dos máquinas, de muy poca importancia, huacos malos y retratos de “varias señoritas que van a ostentar su belleza a la Exposición de París” (Martinet Op.cit.:29).

    La Exposición Universal de Paris de 1900, será objeto de otro artículo en el que me ocuparé de la música peruana en esa exposición.


  

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